Pocos minutos después de comenzado el prime time de los noticieros de la noche, Julián Domínguez y Fernando Espinoza, los precandidatos a gobernador y vice de la Provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria, tuvieron uno de los momentos de mayor exposición de su campaña de cara a las PASO que los enfrentará el domingo con el binomio de Aníbal Fernández y Martín Sabbatella. Sin embargo, a pesar de la nutrida convocatoria de medios y periodistas, la ocasión fue algo ingrata: ante la prensa, y acompañados por un reducido grupo de dirigentes peronistas, debieron responder las duras acusaciones que el jefe de gabinete lanzó en la mañana del lunes, cuando los vinculó con la denuncia que el programa Periodismo Para Todos hizo el domingo, relacionando a Fernández con la mafia de la efedrina y el narcotráfico.

Lacónico, Domínguez leyó una breve declaración que se solidarizó con Fernández por la denuncia en su contra pero a la vez sostuvo que "sin ensuciar a nadie, tiene que responder, explicar y aportar racionalidad". Es decir, exigió al jefe de Gabinete que rinda cuentas. También, le reprochó sus "denuncias infundadas" sobre un posible robo de boletas y marcó diferencias "sobre políticas y estilos", recordando el apoyo de Aníbal Fernández a la despenalización de las drogas y haciendo una defensa del "respeto" a la libertad de prensa. "No vamos nosotros a volver a hablar de este tema que, particularmente, a Fernando y a mí, no nos involucra", remató Domínguez antes de responder las preguntas de los periodistas.

Domínguez eludió la pregunta de Infobae respecto de si había recibido un llamado del gobernadorDaniel Scioli, pero su equipo lo confirmó de modo oblicuo: "Daniel habla todos los días con Julián y Fernando, mucho más a esta altura de la campaña". En cualquier caso, mañana compartirán el acto de cierre de campaña en el Pasaje Dardo Rocha de La Plata junto a intendentes y candidatos, acaso para diferenciarse una vez más de Fernández, quien lanzó su candidatura y cerrará la campaña en teatros porteños.

Si, como dijo Fernández, con la denuncia le tiraron "un balde de mierda", en el entorno del presidente de la Cámara de Diputados y el intendente de La Matanza creen que el jefe de Gabinete "se dedicó a desparramarla". "Se está cayendo a un recipicio y nos quiere arrastrar a todos", comentaban. Según su evaluación, Fernández ya caía en intención de voto y las denuncias -a las que en voz alta repudian y por lo bajo aseguran que "tendrá que responder"- no hacen más que conducirlo a una caída segura en las urnas el domingo. "Las encuestas pagas no le van a servir", dicen.

El saldo final del episodio, creen, mezcla satisfacción con pesar. El aplomo con el que se condujo Domínguez funcionó como estrategia de "reducción de daños" y sirvió para mostrar templanza en la conducción política, exactamente lo contrario de "los manotazos" que atribuyen a su contrincante. ¿Afectará en algo las chances de la fórmula? A la hora de medir los efectos no había unanimidad: del lado de Espinoza se mostraban con cierto pesar, pues "estos cruces no son gratis"; del lado de Domínguez, en cambio, se animaban a esbozar una lectura optimista: "nos dio un poco más de conocimiento, que es lo que necesitamos, y nos enfrentó a un tipo que ya está quemado".

El de hoy fue un acto modesto: en total, duró apenas 10 minutos y hubo sólo un puñado de dirigentes peronistas (Carlos Kunkel, Adriana Puiggrós, Roberto Feletti, Edgardo Depetris y Camilo Vaca Narvaja, entre otros). El mayor despliegue se espera para mañana, en La Plata. Tras el cierre de campaña, Domínguez irá a su Chacabuco natal, que celebra por estos días el aniversario de su fundación. El domingo, muy probablemente se instale allí su búnker: si gana, dice, los medios irán hasta allí a buscarlo, y si pierde, tendrá la contención de su pago chico.