La disputa electoral entre Mauricio Macri y Alberto Fernández será a fondo y tiene final abierto

La disputa electoral entre Mauricio Macri y Alberto Fernández será a fondo y tiene final abierto

Los candidatos presidenciales de Juntos para el Cambio y el Frente de Todos tienen distintas formas de ejercer el poder y diferentes maneras de hacer campaña proselitista

Por Román Lejtman.

Mauricio Macri no quiere quedar en la Historia sólo como el primer presidente no peronista que terminó su mandato en 91 años. Y Alberto Fernández pretende no ser la sombra de Ítalo Argentino Luder, el primer candidato presidencial del justicialismo que perdió los comicios desde que Juan Domingo Perón llegara a la Casa Rosada en 1946.

Macri y Fernández se detestan mutuamente y buscan su lugar en la Historia, suficiente carga personal y política para transformar las próximas elecciones en un proceso político que multiplicará su complejidad por la situación económica, el enfrentamiento ideológico y la paridad en la intención de votos.

Economía y corrupción

Macri sabe que no tiene discurso económico para enfrentar a Alberto Fernández, y que el candidato del Frente de Todos se apoyará en los índices de pobreza, desempleo y desocupación para demoler la figura presidencial. Macri replicará con los peculiares registros económicos y financieros que heredó de Cristina Fernández -compañera de fórmula de Fernández-, pero en ese escenario será una batalla infructuosa y con escaso alcance proselitista.

El presidente hará fintas con Fernández (Alberto) y  se plantará frente a frente con Cristina (Fernández). Macri considera que "la candidata" es CFK y que su compañero de fórmula es un artilugio político que inventó ante la certeza de una derrota en el balotaje.

Macri avanzará sobre la expresidente, recordará los aspectos más controvertidos de su gestión, y establecerá una comparación entre los costos de sus obras públicas y los precios pagados por Cristina a sus amigos, socios y familiares que accedieron a los millonarios contratos otorgados por el estado nacional.

Será un juego discursivo, a la distancia, entre un presidente que no puede mostrar números sociales en azul, y un candidato a presidente que tendrá que asumir el pasado imperfecto y judicial de su compañera de fórmula. Macri cargará con los resultados de su gestión económica, y Fernández cargará con los efectos penales de la gestión presidencial de CFK.

En las campañas electorales, y más que nada cuando está en juego la Presidencia, los candidatos sostienen expectativas favorables y descartan escenarios negativos. Macri jurará que la economía virará al verde en los próximos meses, mientras que Fernández afirmará que los planteos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la crisis económica sólo será resuelta cuando llegue a Balcarce 50 junto a Cristina.

Macri castigará a Cristina por la corrupción, y Alberto cuestionará al presidente por la crisis económica. Estos serán dos temas claves de la campaña, además de la independencia judicial, la situación en Venezuela y la matriz energética. Fernández y Macri se preparan para esta batalla mediática, aunque ambos candidatos tienen distintas maneras de prepararse.

Fernández es mejor orador que Macri, pero Macri tiene un comando de campaña que aplica la modernidad a la agenda electoral. El presidente entiende de Big Data, algoritmos, redes sociales y encarga a Jaime Durán Barba encuestas cualitativas que estudia junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña.

En cambio, Fernández descree de la aplicación de la tecnología a las campañas proselitistas y sostiene que alcanza con postear contenidos electorales en Facebook, Instagran y Twitter. Ese prejuicio sobre las nuevas técnicas electorales es puro beneficio para Macri, Peña y Durán Barba.

Las encuestas del Gobierno aseguran que Fernández y Fernández derrotarán a Macri-Pichetto en las PASO. Y esas mismas encuestas aseguran que la primera vuelta puede funcionar como un balotaje anticipado entre las fórmulas de Juntos para el Cambio y el Frente de Todos.

Por ahora, es final abierto.

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