El dilema del MPN, y la angustia a futuro de Quiroga

El dilema del MPN, y la angustia a futuro de Quiroga

La situación se divide en dos. Un camino es el de la angustia financiera semipermanente, común, en distintos niveles de importancia, a los estamentos del Estado. El otro es el que lleva a la inevitable zanahoria electoral, sin la que el sistema político anclado en el Estado no sobrevive, al menos en situación despierta. La urgencia financiera hace sobre todo a este año, y conduce, inexorable, hacia el camino paralelo de las elecciones de medio término.

Aclarado este punto de partida analítico, hay que diferenciar entre dos grandes jugadas en ciernes apuntando a ese año próximo. La primera jugada es la del MPN. La segunda, es la del inestable equipo que tiene su comando acomodado en la sede de la Municipalidad capitalina.

En el MPN se observa la recurrente movilización interna que derivará en conflicto y confrontación electoral inevitable. Con la reforma política en marcha, se engrosan las variables posibles. Está Omar Gutiérrez, el gobernador, en primer plano. Lo suyo es simple: sabe que tiene que gestionar, y mucho, y que de allí, en cualquier caso, vendrá como consecuencia la importancia de su construcción política partidaria. Hasta ahora, ha demostrado actitud trabajadora incesante. Se pasea con cierta comodidad entre viajes al exterior buscando inversores y financiamiento, con proyecciones hacia adentro, tanto en los barrios capitalinos como en las localidades de aquel mal llamado “interior” de la provincia. Su línea se expresa en este sentido, y lo distingue (lo quiera él o no) su cercanía al gobierno de Mauricio Macri.

Está Rolando Figueroa, que evidentemente construye un espacio propio para su proyección política futura hacia ambiciones superiores al desempeño actual en el Gobierno. La estrategia del vicegobernador procura aprovechar ese lugar exigente y a la vez distendido que otorga el parlamento neuquino. Implacable entre cercanos o candidatos a ser seducidos, critica para atrás y adelante. Se afirma en su genealogía norteña, sello de identidad neuquina, y transita más vinculado con los sectores críticos al macrismo, como el que habita el senador nacional y secretario general de los petroleros, Guillermo Pereyra. El vice construye sin apuro, pero habrá que tomarlo en cuenta como un hombre que no pretende solo acompañar, sino protagonizar.

Después, el abanico amplio del MPN se abre en una disgregación que busca, como pequeñas partículas metálicas, la atracción de algún imán. En ese trabajo está, por ejemplo, Jorge Sobisch, quien ha hecho algunas apariciones desde la virtualidad de las redes sociales, criticando directamente actitudes políticas del gobierno de Gutiérrez, como por ejemplo, la designación de Norberto Bruno en el directorio de YPF. Sobisch también construye, desde el llano (o más propiamente, desde su imprenta), sin que sea posible calificar por ahora la importancia de este espacio que sigue enarbolando la insignia de la Lista Blanca en el universo emepenista.

En ese mismo plano está Jorge Sapag, a quien no conviene olvidar porque sería muy raro que desapareciera de las posibilidades políticas así como así, casi sin que se note, después de haber gobernado la provincia durante ocho años. Se entiende que su silencio obedece a razones estratégicas, que tienen que ver también con el contexto nacional, con el kirchnerismo en una retirada culposa, perseguido por la Justicia, que lo tiene a mal traer, y con amagues de resistencia al ajuste económico del gobierno de Macri, que fue lo que se expresó, sin ninguna ingenuidad, en la movilización de los sindicatos el viernes. Esa marcada de cancha, elogiada por Cristina Fernández (la patria ha vuelto, dijo), implica la sal y la pimienta que necesitan los que se han retirado de la función pública reciente, para volver a ser parte de la gran ensalada nacional, y provincial. Ya aparecerá Sapag, pues, ahora funcionario en virtual uso de licencia en el gobierno que conduce Omar Gutiérrez.

Está después el variado mundo donde habita la oposición. En la torre de observación para el futuro combate vive, sin dudas, Horacio Quiroga. Su gestión se complica más por lo que le pasa en su interior que por la demanda social de los vecinos capitalinos. Hay muchas tensiones, muchos frentes abiertos. Algunos pasan por el PRO, y su necesidad de afianzar crecimientos con o sin Quiroga. El “con o sin”, tiene que ver con decisiones que todavía no se han tomado, más que como una probabilidad abierta al azar. Quiroga mismo publicita un presunto ofrecimiento para ser parte del generoso Gabinete de Macri, y afirma que no ha contestado todavía. La disyuntiva pasa por la convicción con la que se podrá llegar a la elección de medio término, donde se renueva la  mitad del Deliberante capitalino. La angustia anticipada pasa por cuál será el método que elegirá el oficialismo para hacer esa lista de candidatos. Allí se verá (se confirmará) si Quiroga mantiene su propensión al liderazgo incuestionable, o se abrirá, forzado o por decisión propia, a la consulta amplia y hasta la eventualidad de internas.

La reforma política en marcha reconoce la posibilidad de meterse en estas intimidades con presente de amagues y gambetas varias de la política neuquina. Tiene que definir, por ejemplo, si habrá PASO provincial o no. Un sector del MPN dice que no, otro que sí, y otro no está seguro. También deberá dejar en claro si se mantiene el actual esquema de ganador simple por mayoría, o si se utiliza un esquema de doble vuelta. El MPN dice que no al balotaje, eso es casi seguro. Se sabe, eso sí, que otras cuestiones ya están prácticamente decididas. Por ejemplo, la eliminación de listas colectoras o espejos. Esto implicará una novedad saludable, pues dejará afuera al sistema de supervivencia parasitaria de las micro-pymes políticas. El mapa electoral se hará más claro, y beneficiará a las decisiones ciudadanas antes que a las componendas y vericuetos ingenieriles de la política.

En el segundo semestre, con cuestiones de financiamiento ya resueltas, y el frente sindical abierto tanto a nivel provincial como nacional, la política comenzará a mirar el primer test electoral. La zanahoria, todavía minúscula, habrá crecido. Y la política recuperará empuje después del efímero reinado de la economía.

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