Diferencias en la Iglesia sobre los gestos de cercanía con el Gobierno

Diferencias en la Iglesia sobre los gestos de cercanía con el Gobierno
Todos se dicen y se muestran alineados con el papa Francisco , pero los obispos navegan hoy entre dos visiones a la hora de plantear los problemas sociales que azotan a la Argentina : mantener la autonomía y distancia frente al Gobierno o priorizar los gestos de cercanía a la Presidenta, que ayuden a transitar en paz el último año y medio de gestión.
Así, la relación con el Gobierno actúa como divisoria de aguas y puede condicionar el tenor y alcance de un pronunciamiento en la Iglesia.

Mientras en noviembre el Episcopado había cuestionado la política oficial en materia de narcotráfico, sin que se generaran choques con el oficialismo, la polémica abierta esta vez por la denuncia de una "Argentina enferma de violencia" obligó a un obispo a aclarar públicamente el sentido del pronunciamiento, suavizar su interpretación y cuestionar a los medios críticos del Gobierno por la forma en que lo difundieron.

Algunos, además, llamaron a despachos oficiales para aclarar que no hubo intención de atacar al Gobierno, según pudo saber LA NACION. Quedó abierta, así, la duda sobre una posible intervención desde Roma para apaciguar el tono, luego de conocido el documento, lo que en la Iglesia desmienten enérgicamente.

Dentro de esas dos visiones, la posición de equilibrio y distancia está encarnada en el presidente del Episcopado, José María Arancedo, y su expresión más clara fue el pronunciamiento sobre la violencia. La segunda corriente intenta evitar que el país llegue a situaciones traumáticas y en ella se inscriben obispos con relación muy cercana a Francisco, quien trata de que se lleve a la práctica la expresión "cuiden a Cristina", que se le atribuye.

La estrategia de "cuidar a Cristina", sin negar que existen problemas para corregir, predominó a la hora de interpretar el documento sobre la violencia, tras su repercusión mediática.

Una de las voces más afines a esta concepción es el rector de la Universidad Católica Argentina (UCA), el arzobispo Víctor Fernández, que tres días después de finalizada la asamblea episcopal publicó una nota en el diario oficialista Página 12 para aclarar que no fue un documento contra el Gobierno y que los medios no reflejaban puntos importantes que habían sido abordados.

Cercano a esta postura, aunque con un perfil extremadamente bajo, puede incluirse al arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, que el 25 de Mayo recibirá a Cristina Kirchner en el tedeum en la Catedral. En la misma frecuencia -aunque con mucha menos influencia-, se ubica el segundo de Poli y vicario general de la arquidiócesis, Joaquín Sucunza, que acompañó el jueves último a la conducción del Episcopado en su visita a la Presidenta, en Olivos.

La visión de Arancedo es compartida por el resto de la comisión ejecutiva del Episcopado -los vicepresidentes Virginio Bressanelli (obispo de Neuquén) y Mario Cargnello (arzobispo de Salta)- y, entre otros, por el obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones, quien rechazó las críticas del kirchnerismo. Dijo que "negar que la sociedad está enferma de violencia es hablar sin fundamento".

El titular de la Comisión de Pastoral Social, Jorge Lozano, que había impulsado en noviembre el fuerte pronunciamiento sobre el avance del narcotráfico, integró la comisión redactora del nuevo documento, al igual que el arzobispo Fernández. Desatada la controversia, se sumó a quienes objetaron el tratamiento periodístico del texto episcopal.

La mayoría del centenar de obispos transita por una línea intermedia y predica, como insistió una vez el obispo de San Isidro y presidente de Cáritas, Oscar Ojea, la "cercanía de la Iglesia con el pueblo de Dios".

"La diferencia está en el tono. Todos responden a Bergoglio. No son alineamientos ideológicos, sino de estrategias y criterios pastorales. El documento fue votado por unanimidad", dijo a LA NACION un obispo que participó de la asamblea episcopal.

Voces eclesiásticas revelaron que, al comenzar la asamblea, los obispos votaron si iban a plasmar en un documento su preocupación pastoral por las situaciones de violencia social, no sólo la inseguridad, sino el sistema carcelario, la corrupción, la violencia en las escuelas y en distintos estamentos de la sociedad. La intención no era "pegarle" al Gobierno.

"Primero se votó si se decidía elaborar un documento y por amplia mayoría se resolvió hacerlo. Sólo hubo siete votos en contra, sobre 100", reveló la fuente. Constituida la comisión redactora -además de Fernández y Lozano, estaba el obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva, entre otros-, se elaboró el texto, que fue discutido y votado luego por unanimidad. "No hubo un solo voto en blanco", dijeron fuentes eclesiásticas.

Ante las repercusiones que suscitó el documento, con la reacción de dirigentes de La Cámpora y de la propia Presidenta, y centrada la polémica en torno del Gobierno, se expandió en algunos el temor de que se frustrara el regreso de Cristina al tedeum de la Catedral el próximo 25 de Mayo y se volviera a una etapa de enfrentamiento que se creía superada. Por ello se busco un rápido acercamiento, que se concretó con la visita de la conducción episcopal a Olivos.

En fuentes cercanas a la Iglesia se interpretó que hubo cierta imprudencia o falta de tacto al hablar en forma tan enérgica sobre la violencia, en un país que ha pasado por situaciones traumáticas en los últimos 40 años y en el que pesan sobre la Iglesia acusaciones de silencio.

También se atribuyó la reacción de La Cámpora al malestar que habría provocado en la organización kirchnerista el homenaje de la Presidenta al padre Carlos Mugica.

Respecto del probable interés del Papa por preservar a Cristina Kirchner de situaciones de tensión social, en la propia Iglesia se advirtió que la frase "cuiden a Cristina" es ambivalente. "Por un lado, demuestra preocupación y afecto. Pero, también, esconde una situación de debilidad de la Presidenta", se indicó.

RENOVACIÓN DE AUTORIDADES EN NOVIEMBRE

La polémica planteada en torno de la repercusión del documento "Felices los que trabajan por la paz" y la relación con el Gobierno se dio en momentos en que el Episcopado se prepara para renovar autoridades. En noviembre próximo, los obispos votarán una nueva conducción.

El actual presidente, José María Arancedo, que el año próximo cumplirá 75 años, puede aspirar a un segundo período de tres años al frente del organismo. Se especula que podría ingresar en la comisión ejecutiva, en una de las vicepresidencias, el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, proclamado cardenal por Francisco, a comienzos de este año.

También el obispo Jorge Lozano, titular de Pastoral Social, podría ser confirmado por otro período de tres años, aunque también se considera probable su acceso a la comisión ejecutiva..

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