Ayer por la mañana en la provincia sucedió un encuentro que unió a un niño con quien puede ser de manera permanente su nueva familia. Pero además, fue una reafirmación de varios derechos humanos, como el de un menor a crecer en un entorno saludable y el de una transexual a adoptar. El pequeño, de tres años, es oriundo de Villa Mercedes y quien accedió a su pretutela es una destacada docente de la ciudad capital. Ella ingresó en el Registro Único de Adoptantes provincial después de su cambio de género. La Justicia sanluiseña pidió expresamente no revelar la identidad de ambos.

“El niño estaba en situación de riesgo desde el 2011. En primer lugar se decidió resguardarlo en una Familia Solidaria. Luego de realizarse un informe transdisciplinario se resolvió recientemente quitar la Patria Potestad, declararlo en estado de adoptabilidad y resguardarlo de un entorno que no era el adecuado para su desarrollo físico y emocional", relató Juan Manuel Cabral, titular del Juzgado Nº 2 de Familia y Menores de Villa Mercedes.

En orden de inscripción, la docente estaba aproximadamente a la mitad de la lista del Registro Único de Adoptantes de la provincia, de alrededor de cincuenta aspirantes. Sin embargo, los requerimientos expresos sobre el pequeño que esperaba (Ver "Cuestión...") eran menores en comparación a quienes la antecedían, lo que la colocó en un sitio más favorable para acceder a la pretutela.

El Registro Único de Adoptantes llamó antes a varios posibles receptores, pero estos rechazaron la oportunidad, ya que no estaban en condiciones de aceptar al chico. Cabral indicó que el niño tiene problemas neurológicos, por las condiciones de vida que tuvo durante sus primeros años. “Cuando nos comunicamos con la pretenso adoptante, para preguntarle si accedía a hacerse cargo del pequeño lo hizo inmediatamente. Incluso se lo tomó a mal, porque ella ya había manifestado no tener ningún inconveniente”, afirmó el juez.

Cabral explicó que los criterios de selección de una futura familia receptora incluyen una evaluación exhaustiva en la que entran en juego el estado mental y emocional de los integrantes y la situación socio-económica. Los primeros seis meses de convivencia son “de prueba”, para que el Juzgado pueda confirmar si la adaptación es adecuada y no hay riesgos para el menor y su desarrollo. Una vez finalizado ese período, la mujer podrá iniciar los trámites de adopción. “Nos probamos todos, nosotros vemos si va a ser el hogar definitivo y el grupo familiar también tiene la posibilidad de saber si va a poder recibir al niño”

La subcoordinadora de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero (ATTTA), Agostina Muñoz, señaló que el amor no pasa por la genitalidad de las personas y que en las relaciones humanas hay muchos tipos de cariño. Como amiga de la adoptante, Muñoz contó: “Está feliz, se le nota en la voz. Es muy buena hija y de seguro va a ser una excelente madre. Ha luchado mucho para llegar a este momento”.

 

La espera

 

El juez de Menores explicó que el tiempo de concreción de una adopción es muy aleatorio. “Esperan menos quienes tienen pretensiones más flexibles”, aseveró.

Además del orden de prioridad en el que estaba esta familia monoparental (de un solo integrante), fue su decisión de brindarle un hogar al menor la que la puso como la primera opción.