El desmonte y la basura siguen siendo los problemas centrales del ambiente salteño

El desmonte y la basura siguen siendo los problemas centrales del ambiente salteño

El Chaco salteño es la región más desprotegida, con sólo el 0,2% de su superficie preservada legalmente. La mayoría de los basurales a cielo abierto siguen sin erradicarse.

 

La pérdida de los bosques nativos de Salta es directamente proporcional al avance de su frontera agropeuaria. La convivencia entre el desarrollo de la producción y la conservación del medio ambiente tiene todas las marcas de la violencia y las consecuencias ya fueron señaladas por organizaciones ambientalistas, por investigadores y hasta por los mismos productores que miran con preocupación la pérdida de tierras por sequías, inundaciones y lucha desigual entre quienes producen respetando las leyes de conservación y los que las violan para sacar ventaja en la competencia.

Mientras tanto, el desarrollo urbano genera un volumen de residuos que los municipios no han sido capaces de administrar y mucho menos organizarlos para su reducción, reconsideración y eventual devolución al mercado como material reciclable. A los 60 municipios que contiene la provincia, repartidos entre localidades que tienen desde 200 habitantes hasta más de 100 mil en el interior o 535 mil en Salta capital, y no solamente les faltan recursos económicos sino también información sobre ellos mismos, sobre lo que necesitan y lo que les queda por hacer.

La tarea es inmensa y, según explica la secretaria de Ambiente de la Provincia, Irene Soler, es una de las más urgentes de Salta. "La basura y los desmontes son los temas centrales en la gestión del ambiente. Los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) implican obras muy grandes, con profesionales capacitados y fondos que provienen casi por completo de la Nación", cuenta, en una entrevista con LA GACETA.

A pocas semanas de la inauguración de la primera planta de tratamiento y separación de RSU en Cafayate, para el consorcio que incluye también a Animaná y San Carlos, Soler asegura que la organización colectiva de municipios es la manera posible para comenzar a dar respuesta a la problemática. 

 

Parar las máquinas

Desde que en 2014 se derogaron los Decretos 2211/10 y 3136/11 que permitían las recategorizaciones de los bosques nativos de Salta, el mapa territorial permanece sin tocarse en cuanto a las clasificaciones de las zonas verdes, amarillas y rojas. 

De los 155.488 Km2 de superficie que tiene la provincia, hay casi 8 millones de hectáreas de bosque nativo, la mayor superficie boscosa de Argentina. De esos bosques, 1.784.306 hectáreas corresponden a Yungas o Selva Tucumano-Oranense; 5.901.012 hectáreas a Bosques Chaqueños y 663.420 hectáreas a Humedales.

 

De todas las regiones, la del Chaco salteño, además de ser la ecoregión más extensa, es la más desprotegida, con solamente el 0,2% de su superficie protegida legalmente. Según explica el último informe ambiental generado por los técnicos de la provincia, la recuperación de los ambientes en esta área es más lenta, debido a la baja tasa de crecimiento de los árboles de madera dura, al deterioro del suelo, polinizadores y dispersores. "La situación de estas unidades es complicada: hay agotamiento de nutrientes, inundaciones, incendios, salinización, caza furtiva y avance de la frontera agropecuaria", explica el trabajo presentado a principios de este año en la Legislatura.

 

Sin embargo, según Soler, "este año ha sido más tranquilo en cuanto a los desmontes. Estamos trabajando mucho con Nación y con medidas que van hacia ese tema. Una es el manejo de bosques de manera integrada, que implica intervenir el bosque para trabajar con la ganadería sin tener que desforestar en las zonas amarillas y las verdes", explica la secretaria.

En ese informe ambiental se indica además la importancia de la preservación de estos bosques a partir de los servicios ambientales que proveen. 

Ellos son:

•Servicios hidrológicos: filtración de aguas y la regulación de flujos hídricos

•Conservación y protección de la biodiversidad

•Conservación del suelo y de calidad de agua

•Captación de carbono (CO2)

•Contribución a la diversificación y belleza del paisaje 

•Uso recreativo

•Defensa de la identidad cultural

Actualmente, los territorios en Categoría I (Roja), donde no se permite desmonte ni explotación, son el 15,6 % de la superficie. La Categoría II (Amarillo), que no se puede desmontar pero sí explotar, corresponde al 65,1% de la superficie, mientras que las zonas de Categoría III (Verde), que sí se permite desmontar, es el 19,2 % de la superficie.

 

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