Con un visible dejo de nostalgia, Bruno Catania no puede evitar emocionarse cuando le preguntan por el desfile cívico militar que está a punto de presenciar. En frente suyo cientos de soldados y cadetes de distintas divisiones van y vienen en una formación casi perfecta, buscando sus lugares antes de comenzar el acto oficial. “Nunca deberían haberse suspendido los desfiles cívicos militares. Yo recuerdo que, cuando hice el servicio militar, me tocó desfilar un 9 de julio en Buenos Aires y, realmente, me sentí un héroe de la patria”, recuerda.

Ahora, a sus 75 años, don Bruno siente que es momento de recuperar esa tradición. “¿No está viendo cómo las familias enteras se han congregado en las márgenes de esta avenida para ver desfilar a estos soldados? Esto es la patria, una patria que nunca debimos dejar morir”, reza casi como si estuviera recitando un poema.

En frente suyo una delegación de Gendarmería Nacional se acomoda para esperar el inicio del desfile. Los superiores de esa fuerza no quieren hacer declaraciones, pero el orgullo se les nota en el rostro. Y también la felicidad. Un oficial cuenta que llegaron alrededor de 350 soldados de esa fuerza, que tienen asiento en Salta. Algunos de ellos están camuflados con flecos y vistosos trajes especiales que arrancan expresiones de asombro, sobre todo entre los más pequeños. “Son los miembros de nuestras fuerzas especiales, que también han venido en representación de Gendarmería”, señaló el oficial.

Patriotismo

Para el mayor Oscar Costilla, a cargo del V Comando de Brigada de Montaña, con asiento en Salta, lo positivo de este tipo de desfiles es la posibilidad de recuperar esa noción de patriotismo que hace años -opinó- se ha dejado de lado. “Yo me crié en Tucumán y estudié en el liceo. Siempre he participado de desfiles, pero hace tiempo que se han dejado de hacer. Por eso, creo que poder recuperar esta noción de patria me parece muy positivo. De hecho se puede ver en la gente ese fervor que, después de todo, sigue tan vivo como siempre”, declaró.

También los cadetes de distintos liceos y escuelas militares del país se mostraron orgullosos de participar de la ceremonia. “Es la primera vez que voy a desfilar. Estoy muy nerviosa porque sé que nos estará viendo todo el país. Me siento muy orgullosa de participar de esta fiesta”, declaró Noelia, de 15 años, estudiante del Liceo de Tucumán.

Las agrupaciones militares fueron muy aplaudidas por el público. Muchos incluso se sacaron fotografías con los soldados vestidos para la lucha o los Granaderos. “Nunca vi semejante despliegue de fuerzas armadas”, reconoció Eugenia Beltrán, de 45 años, quien concurrió al acto con su hija, Rebeca. Cerca suyo, el abogado y jurista cordobésEusebio Tula, de 79 años, agitaba una bandera al paso de una de las delegaciones de Granaderos. Llegó a Tucumán desde Villa General Belgrano, junto a su esposa, Marta, y a su nieto Martín. “Este despliegue me trae muchos recuerdos”, señaló.

“Retomar la tradición de este tipo de ceremonias me parece coherente con un gobierno que, en poco tiempo, ha dado señales de procurar dar a las Fuerzas Armadas un rol como instituciones centrales del Estado”, sostuvo Tula.