El desempleo y una tendencia que no cambia

El desempleo y una tendencia que no cambia

Está cerca del 10% y preocupa.

 

La comparación válida y la que importa respecto del desempleo es la que dio el gobierno contra la de un año atrás: aumentó un punto y está cerca del 10%. Es una medida que muestra con claridad el mal momento económico y que revela y le pone volumen a un hecho concreto y objetivo: nuestra economía está lejos de re-encauzarse con firmeza hacia un crecimiento consistente.

Se podría ser más exacto con una estadística que tiene mucho uso político y que mide el desempleo por la gente que busca trabajo y no lo encuentra (0,9), pero es una precisión carente de significado: lo que vale es la tendencia y ésta es que el empleo tiene una volatilidad negativa como la del dólar o la inflación que son la principal exteriorización de una economía que no cumple las promesas políticas.

Decimos esto por dos cosas. Una, que la comparación válida es dentro de las estadísticas del Indec recuperado para la realidad. La segunda, que puede generar confusión por aparentemente contradictoria, es que el aumento de gente en procura infructuosa de trabajo se da en un contexto no de baja de empleo, sino de sostenimiento de esa tasa. Poco para el festejo.

En concreto, ¿a quién, fuera de los especialistas minuciosos, le importa ese otro dato cuando de lo que se trata es de un 10 % de la masa activa, un número muy alto y alejado de señales firmes de recuperación? Se trata al menos de más de un millón y medio de desocupados y que se acerca a dos millones si se cuenta a los subocupados, es decir changas y trabajo precario o temporario.

Las decisiones económicas personales y empresarias consisten en traer lo que se estima será lo futuro al presente y tomar decisiones en base a eso. La estadística del empleo llegó contemporánea de otra negativa, la economía cayó un 4,2 % en el segundo trimestre del año, el mismo período medido para el empleo. Más claro: el nivel de empleo no tiene perspectivas positivas.

El gran interrogante que reveló con crudeza la crisis cambiaria es que no es causa sino consecuencia del desequilibrio económico a lo largo de décadas. Difícil que a esa masa millonaria de desempleados o con medio empleo la desvele la respuesta acertada. Se trata de urgencias y que la ansiada ambulancia no llega.

El reconocimiento de que la medicina atenuó los síntomas pero ni curó ni mejoró son las cifras oficiales. Es un desempleo grave sobre todo en el Conurbano. Y son casi 700 mil desocupados, constatación de una economía que no se recupera. Pero, ¿quién puede creer en el 5,6 de desempleo que Cristina Kirchner aseguró que le había dejado a Macri? La comparación válida es de ahora contra ahora.

El presidente norteamericano Reagan, medio en broma, pero más que medio en serio, decía que depresión es cuando el vecino pierde su trabajo y recesión cuando uno pierde el propio. Añadía que recuperación es cuando el gobierno pierde el suyo. A estas cifras de desempleo se añadirán enseguida, coincidentemente negativas, las de la pobreza. Tentación para el proselitismo político en vísperas eleccionarias.

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