Los desechos, ese dilema de las ciudades cordobesas

El tratamiento de la basura es un aspecto que, en general, las ciudades de la provincia de Córdoba atrasan. 

 

Si en 2020 Carlos Paz llega al 100 por ciento de recolección diferenciada en origen –como anuncia que se propone–, será la primera ciudad cordobesa en mostrar ese avance. Hoy, entre la docena de urbes más grandes, sólo se recolecta con alguna eficacia en forma separada en Villa María y en Villa Dolores, aunque aún en menos de la mitad de los barrios que las integran. En algunos pocos distritos, más chicos, hay otras experiencias en esa línea, pero ninguna al 100 por ciento. En varias jurisdicciones, como la ciudad de Córdoba, es una promesa que todavía está por verse.

Es un punto en el que, en general, las ciudades de la provincia atrasan. En el total provincial, menos del cinco por ciento de los vecinos separan hoy sus desechos para facilitar, de ese modo, los procesos de reciclaje y, con ello, de reducción de los volúmenes por enterrar.

También el tratamiento final de los residuos es un tema más pendiente que avanzado en Córdoba. La gran mayoría de pueblos y ciudades aún los deriva a contaminantes basurales a cielo abierto o a enterramientos que poco tienen de sanitarios.

En Punilla, por ejemplo, la planta de tratamiento de Carlos Paz y de comunas vecinas será la única de ese valle turístico: el amplio resto seguirá por ahora con vetustos basurales.

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Carlos Paz es la principal ciudad turística cordobesa. Hoy, dos pasivos ambientales en su entorno la comprometen: ya nadie imagina el turismo futuro sin una imagen de protección ambiental.

Un pasivo es su viejo basural, entre los más grandes de la provincia, echando humo y olor a metros de los turistas. El otro es el lago San Roque: su principal postal es el embalse más contaminado del país. En agosto, el basural quedaría superado. Queda el dique, que se sigue pudriendo.

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