La desdicha de Cabandié

La desdicha de Cabandié

Había protagonizado la pelea política en la Ciudad, en los últimos años. Sin embargo, quedó al margen de la consideración de su propia agrupación, La Cámpora, y del PJ. La pelea de fondo con Larroque.

Marginado. Juan Cabandié, el joven dirigente K, revelación en los últimos años en la Ciudad de Buenos Aires, quedó relegado a un lugar de escasa visibilidad en las próximas elecciones porteñas, después de haber batallado con mucho ahínco en su intención de competir para suceder a Macri.

El nieto recuperado quedó como un virtual jefe de campaña del triunfante Mariano Recalde. Aunque, prácticamente se muestra poco en las actividades del jefe de las aeronaves.

Pero, en el medio, emerge una disputa que arrastra desde hace tiempo con el secretario general de la organización, Andrés “El Cuervo” Larroque, por el liderazgo en la Ciudad de Buenos Aires y que al parecer resultó determinante en la definición del candidato K.

Larroque pudo ganarse a las distintas filas de la organización y de alguna manera arrinconó a Cabandié que había logrado organizar y “fidelizar” una importante estructura en tiempos en los que era legislador porteño. Pero todo eso quedó atrás y no alcanzó su conocimiento y experiencia de la realidad porteña.

De mejor relación con “El Cuervo”, Recalde se pudo imponer. “Es el que tiene la caja y el que cuenta con mayor estructura” analizó un refe-rente del kirchnerismo porteño sobre los motivos que llevaron a que el jefe de las aerolíneas fuera ungido como el candidato oficial de La Cámpora, en primer término, y luego del Partido Justicialista.

 

La interna Cabandié – Recalde estaba planteada en las bases desde mucho tiempo antes.

Si bien en un momento pareció desvanecerse que el jefe de los aviones buscara el cargo ejecutivo porteño, distintas fuentes consultadas indican que nunca desapareció de la mesa de negociaciones de La Cámpora.

De hecho, muchos analizan que el titular de Aerolíneas lo tuvo en mente desde que fue electo como primer congresal nacional del Partido Justicialista de la Ciudad, en la misma lista en la que el sindicalista de los porteros de edificios, Víctor Santa María llegó a la conducción local.

De cualquier manera son varios los aspectos por los que Cabandié -que saltó al escenario público en 2004 como nieto restituido por Abuelas de Plaza de Mayo luego de su apropiación durante la última dictadura militar- quedó a un costado de la pelea política de la Ciudad.

Pesó, y mucho, el tema de la imagen. Había temor en las filas K de equivocarse en la selección y quedar 4º en los comicios y en distintos sondeos la imagen negativa de Cabandié representaba un riesgo. “La decisión de que fuera Mariano tiene que ver más con el perfil del votante de la Ciudad”, le dijo a Qué un referente camporista, que a la vez, subrayó lo que puede ofrecer sólo Recalde a diferencia del resto de los candidatos K: gestión.

Cabandié fue legislador porteño durante seis años y presidente del bloque del FpV durante dos de ellos, además de haber puesto a la actual titular del bloque Gabriela Alegre antes de irse; pergaminos que ponía sobre la mesa al momento de discutir las candidaturas. Sin embargo, eso no alcanzó para recibir el visto bueno.

Aunque debe soportar críticas como el déficit de la empresa, Mariano Recalde puede mostrar acciones en uno de los emblemas del kirchnerismo como es Aerolíneas Argentinas, la empresa estatizada en 2009 luego de las denuncias de vaciamiento contra el grupo español Marsans.

La decisión significó un golpe fuerte en términos políticos para Cabandié. El capital acumulado, la experiencia y las recorridas por los barrios no fueron suficientes y la orden que recibió es que debía colaborar desde otro lugar para un “compañero”.

En la discusión interna, Cristina Fernández de Kichner pasó de calificarlo en 2011 como el “jefe político” del kirchnerismo en la Ciudad luego de una apreciable elección

-obtuvo 16 puntos para nada desdeñables- a mencionarlo como “uno más” de los actores que representan al espacio en territorio porteño.

Incidió, además, los inconvenientes que trajo su actitud ante un control de tránsito en 2013 cuando sacó chapa de diputado y reclamó un “correctivo” para la inspectora que intentó rete-nerle el auto por no tener el seguro. “Pareció subir por una escalera, de la que tuvo que bajarse”, comentó un conocedor del kirchnerismo porteño. En tanto, no son pocos los que también recuerdan las dificultades que tuvo que afrontar en la conducción del bloque partidario.

En particular, Cabandié se vio afectado cuando a fines de 2012 no pudo controlar el bloque de diputados porteños ante leyes clave que formaban parte de un acuerdo macro entre el kirchnerismo y el PRO.

Con el lanzamiento del plan Procrear, la Presidenta de la Nación anunció la implementación del plan de viviendas en la Ciudad, en terrenos ferroviarios de Palermo, Caballito y Liniers que debían ser rezonificados para tal fin, por lo que fue fundamental un acuerdo en la Legislatura.

A cambio, el macrismo logró la aprobación de la venta del Edificio del Plata y el respaldo para un convenio con la controvertida firma IRSA que habilitó la construcción de un barrio de lujo en Costanera Sur en el predio de la ex Ciudad Deportiva de Boca Juniors.

Levantar la mano en esos casos representaba contradecir una de las históricas críticas al macrismo, al que se lo acu-saba de alentar el “avance inmobi-liario”. “No era un bloque fácil, estaba María José Lubertino, y María Rachid, entre otros, que se resistían a ordenes de arriba”, recordaron a Qué.

Cabandié pudo sobreponerse en el medio al mal trago de ese momento, aunque notó el desgaste interno, razón que tuvo en cuenta al momento de migrar al Congreso.

Si bien aún conserva una importante cuota de poder -en gran parte por sus tiempos de legislador- en un año decisivo, mira la campaña de costado.

 

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