"Derrumbamos mitos y mentiras, forjamos una nueva identidad"

La presidenta Cristina Fernández encabezó un multitudinario cierre de los festejos por la Semana de Mayo y destacó que la ciudadanía está "empoderada" de derechos recuperados.

La mandataria hizo una autocrítica histórica del PJ y reclamó al sindicalismo la defensa de los logros laborales. "Los trabajadores son los verdaderos dueños de su destino", advirtió.

La Plaza de Mayo fue testigo del último acto por el 25 de Mayo encabezado por la presidenta Cristina Fernández. Centro simbólico de la política argentina, el paseo histórico en el que se forzaron los acontecimientos de 1810, cuando el pueblo quería saber, sumó anoche un capítulo definitivo para los doce años de kirchnerismo. Ante centenares de miles de personas –los organizadores calcularon 800 mil– la convocatoria puso en evidencia la profunda conexión entre una oradora temible, imposible de igualar, y un país que le asigna autoridad, el rol de conducción, atributo que pocos presidentes en ejercicio logran y mucho menos mantienen cuando están a meses de completar su mandato. "Les pido que no tengan  miedo. Va a pasar lo que ustedes quieran que pase. Porque ustedes son los que están empoderados, son los titulares de los derechos que han recuperado. Ustedes son los verdaderos dueños de su destino. Y lo más importante que hemos hecho en estos años ha sido derrumbar los mitos y las mentiras", subrayó la jefa de Estado en un encendido mensaje que se extendió por casi una hora y media. "Forjamos una nueva identidad democrática", punutalizó.

La jornada, más allá de su carácter festivo, desencadenó inevitablemente cierto aire de nostalgia al tratarse del último año del gobierno de Cristina. El discurso tuvo momentos muy fuertes. La mandataria se dirigió con largos párrafos a todos los argentinos, a quienes agradeció sin excepciones, ya que a su juicio toda la sociedad reconoce, "incluso en un pedacito en el fondo", que el proyecto político fundado por Néstor Kirchner e iniciado justamente un 25 de mayo "tomó las decisiones políticas más importantes". Pero las palabras presidenciales incluyeron también varios párrafos algo incómodos que estuvieron destinados específicamente a los dirigentes políticos del espacio propio, a las figuras del movimiento al que pertenece la presidenta: el peronismo. Sin embargo, los conceptos más duros –ya en el tono de una advertencia lisa y llana– fueron para los dirigentes sindicales opositores. Esta última mención pareció aludir a la reunión de hace un mes entre los gremialistas del transporte con Mauricio Macri, a  quien sin pudor llegaron a elogiar como el presidenciable que mejor representa al peronismo.

"Yo espero que a partir del 10 de diciembre los mismos dirigentes pongan la misma enjundia para seguir reclamando. Y se los digo aquí a los trabajadores porque en estos días numerosos e importantes gremios acordaron en paritarias libres. Y recordemos que fue con este proyecto que comenzó a sesionar el Consejo del Salario Mínimo. Ojalá esos dirigentes sindicales pongan la misma enjundia para defender los derechos conquistados en estos 12 años. Porque si no lo hacen, yo les voy a decir a los trabajadores para que cambien de dirigentes y sigan teniendo los mismos derechos", advirtió la presidenta endureciendo el tono desde el micrófono. La última frase reflejó, por otra parte, que Cristina no reserva para sí un rápido retiro a la vida familiar para disfrutar de su nieto Néstor Iván y de la nieta que está en camino.  

En el capítulo reservado para los compañeros del propio palo, Cristina no se olvidó de recordar cómo el kirchnerismo había incorporado en su agenda fundacional la búsqueda de la Memoria, la Verdad y la Justicia, una cuestión que en ese momento –recordó CFK– no aportaba votos ni puntos en las encuestas. "Aquí quiero hablar de nuestro movimiento político en especial. Porque parecía que a nuestros dirigentes (los peronistas) no les importaban los Derechos Humanos. Y eso significaba una contradicción insalvable entre nuestra historia y nuestra conducta. Néstor se reivindicaba como parte de una generación diezmada. Y recordemos que la sociedad, cuando volvió la democracia en 1983, quería democracia y vida. Pero no vio esa democracia y esa vida reflejadas en la cara de nuestros dirigentes", acicateó la presidenta sin temor de meterse de lleno en un flanco sensible y controvertido del justicialismo: el pacto de impunidad con los militares encarnado por la fórmula Luder-Bittel en 1983.

Con la primera plana de gobernadores escuchándola y controlando los gestos, y mientras varios rostros de la irrupción juvenil como Andrés Larroque asentían con el mentón, la jefa de Estado aseguró que el kirchnerismo "vino a hacerse cargo de la deuda" que el peronismo tenía con los Derechos Humanos. "Los peronistas teníamos que hacernos cargo de que muchas veces había un peronista de los dos lados (de la represión)", agregó luego por insistencia de la multitud. "A la gente no se le puede mentir", zanjó. El comentario aludía, incluso sin explicitarlo, a una frase bastante cruda que circuló hace unos cuantos años a modo de revisión crítica sobre el rol del justicialismo y la Triple A: aquella frase sostenía que en los '70 había un peronista de los dos lados de la picana. Tras esta digresión con la que se metió de lleno en las sombras de su movimiento, la presidenta cerró el apartado sobre Memoria, Verdad y Justicia con una definición cargada de esperanza. "Los DD HH se han incorporado definitivamente a una nueva identidad democrática en la Argentina", puntualizó.

CFK llegó al enorme escenario montado en el frente de la Casa Rosada pasadas las 18:20. En el palco la recibieron, separados por la orquesta El Arranque y el cantor de tangos Guillermo Fernández, artistas y personalidades de Derechos Humanos, de un lado, y ministros, gobernadores e intendentes, del otro. En el sector más cercano a la Avenida Rivadavia se pudo ver a Gerardo Zamora, Julián Domínguez, Sergio Urribarri, Aníbal Fernández, Lucía Corpacci, Jorge Capitanich, Eduardo Fellner, Daniel Scioli, José Alperovich, Agustín Rossi, Juan Manuel Urtubey, Martín Buzzi y Fernando Espinoza. Por allí también estaba el hijo de la mandataria, Máximo Kirchner, quien primero pasó desapercibido pero luego, cuando concluyó el discurso, sonrió, se abrazó a Larroque y saludó a los jóvenes de La Cámpora que lo reconocían desde la Plaza.

Mucho antes del final, casi una hora antes de que por los parlantes sonara la canción de Attaque 77 "Donde las águilas se atreven" para empezar la despedida, la presidenta vaticinó un triunfo del FPV en las próximas elecciones. "Estoy convencida de que se va a confirmar el rumbo del cambio y la transformación que hemos venido llevado adelante en estos 12 años. Porque nadie vota para atrás", pronosticó y la multitud que ocupaba toda la Plaza y se extendía por muchas cuadras a lo largo de Avenida de Mayo, Diagonal Sur y Diagonal Norte rugió de felicidad. En otro momento del discurso, acaso pensando en los millones de argentinos que seguían la transmisión desde las pantallas, pidió que pensaran "cómo estaban en el 2003 y cómo están ahora". "¿No están un poco mejor? Yo sé que soy antipaticona, que me dicen soberbia y poco humilde, pero todos están un poco mejor porque hemos reconocido y ampliado derechos", remarcó.

Al referirse al calendario electoral, Cristina se encargó de reclamarle a sus compañeros del FPV que se esfuercen para garantizar la victoria. "A los representantes de nuestro movimiento político les digo que den lo mejor de sí para que estos 40 millones de argentinos podamos seguir creciendo y en paz. Este proceso de transformación debe continuar", exhortó. "Aunque siempre piensen que va a ser difícil cuando intenten defender los intereses de las mayorías", agregó. La mandataria habló luego de las "calumnias, injurias y difamaciones" de las que fue víctima en estos años, y puso como ejemplo la acusación por parte de los fondos buitre de poseer cuentas en el exterior. "No tengo nada de qué avergonzarme. No tengo ninguna cuenta en el exterior y nada que me puedan descubrir", señaló. De pollera gris y trajecito tipo tailleur en el mismo color, CFK llamó a todos los presentes a estar atentos ante la posibilidad de que manos anónimas intenten crear hechos de violencia para tratar de incidir en las urnas. También puso el foco sobre el resultado de las elecciones en Madrid y Barcelona, con triunfos de dos mujeres aliadas a Podemos. "Miren lo que está sucediendo en España. Que no nos vuelvan a poner anteojeras”", aconsejó. Era una mención al riesgo de regresar al neoliberalismo.

 

 

 

Una plaza con mensajes y señales para el futuroAgustín Alvarez

La Plaza de Mayo regaló ayer una extraña postal del vaticinado fin de ciclo para aquellos que se acercaron al centro porteño, lo vieron por televisión  o fueron siguiendo las alternativas de los festejos por las fotos de los portales de noticias.

Miles de almas se movilizaron, organizadas, con banderas e ingresaron a la Plaza  encolumnados. Otros, cientos de miles, lo hicieron "sueltos", en subte, en auto o en colectivo. Más allá de las cifras que aportaron unos y otros respecto de la concurrencia, lo cierto es que la cantidad de gente que se hizo presente ayer para festejar el día de la patria y el decimosegundo aniversario del kirchnerismo en el poder, parecía querer dejar en claro, más allá del apoyo al gobierno, los límites para quien se haga cargo del Poder Ejecutivo el próximo 10 de diciembre. Por eso algunas de las ovaciones que recogió el discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner fueron antecedidas por mensajes de la mandataria al futuro gobierno.  

Hay que hurgar demasiado en la memoria, no sólo para encontrar una manifestación con tamaña participación popular, sino que hay que bucear aun más para encontrar a una mandataria que en su último año de gestión -sin reelección en el horizonte- pueda encabezar un festejo popular de estas características.

A las 14:00, la Plaza ya estaba llena. Casi como un anticipo de lo que sería uno de los ejes del discurso de la jefa de Estado respecto de la necesidad de profundizar en la historia Argentina, el Museo del Cabildo parecía como una de las principales atracciones para aprovechar el día. La fila para ingresar al museo comenzaba en su puerta y se extendía por lo menos 60 metros más allá de la esquina. En su interior las familias recorrían el edificio patrio y lo más pequeños aprovechaban para disfrutar de una serie de juegos que tenían como protagonistas a las gigantografías de San Martín, Bolívar y Zamba y otros personajes de Paka Paka.

Afuera del edificio histórico, la Plaza ya tenía el marco que horas más tarde rodearía al discurso de la presidenta. El gobernador Daniel Scioli; el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, el ministro Florencio Randazzo, la UOM, el intendente de Florencio Varela Julio Pereyra y otros tantos, marcaron su presencia con globos gigantes, pasacalles y banderas. Casi como un signo de estos tiempos, de los regresos al oficialismo, el primer pasacalle que se visualizaba cuando se ingresaba a la Plaza por Avenida de Mayo era el del intendente de Escobar, quien regresó al kirchnerismo luego de un efímero paso por el Frente Renovador.

Minutos después de las 15:00, la columna de La Cámpora (la más numerosa de la movilización) comenzó a ingresar a la Plaza por Avenida de Mayo. Al mismo tiempo lo hacía el Movimiento Evita por Diagonal Sur. Más tarde se sumaron Miles, Kolina, Octubres, Peronismo Militante y Nuevo Encuentro.  En ese marco y bajo la lógica de que "el candidato es el proyecto", más allá de algunas remeras de Randazzo y Scioli que se perdían entre la multitud,  se hizo difícil divisar grupos de militantes identificados con los precandidatos presidenciales del FPV.

 

 

«Desde 2003, celebramos la recuperación de ideales.»

Martín Sabbatella

Titular AFSCA 

 

«La gente fue a la Plaza porque se siente parte de la transformación.»

Florencio Randazzo

Ministro de Interior y Transporte 

 

«Hoy festejamos y nos comprometemos a profundizar conquistas.»

Jorge Taiana

Legislador FPV

 

«Ahora tenemos que garantizar la continuidad del modelo.»

Carlos Heller

Diputado FPV 

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