Un deporte con tradición familiar

Un deporte con tradición familiar
El polo "de campo" o "de las estancias" tiene sus más altos cultores en San Martín y Junín de los Andes. Cada vez son más los aficionados que se acercan a observar los campeonatos que se disputan.

“Jugué con mi padre, con mi hijo y ahora lo veo jugar a mi nieto, es una tradición familiar que va pasando con los años y que tiene mucha conexión con el hombre y el trabajo del campo”, dijo Andino Grahan mientras veía disputar un partido de polo en la cancha de “El Desafío Mountain Resort”, a escasos kilómetros del centro de esta ciudad.

Lejos de lo que parece, este deporte asociado a las esferas más altas de la sociedad, en la zona está vinculado directamente al trabajo en las estancias y a la tradición familiar que va pasando de generación en generación y se convierte en orgullo y motivo de encuentro entre amigos.

Así fue como nace el “polo de campo” o “polo de las estancias” en esta zona de la provincia, donde en San Martín y Junín de los Andes tiene sus más altos cultores.

Según afirma Martín Zimmermann, de la estancia Quemquentreu y uno de los más entusiastas cultores de este deporte, el polo de campo "es una cuestión familiar, viene de herencia. Uno empieza a jugar porque en el campo la familia jugaba y así se arranca”.

“Los hijos empiezan a andar a caballo a los 3 ó 4 años, y a los 7 ya le empieza a pegar a la pelota, mientras que a los 14 ya se entreveran a jugar con los grandes. Así se empieza y se hace en la zona quien juega a este deporte que es un polo de campo, en una excelente cancha”, afirmó el estanciero.

Para Zimmermann, “es difícil que en la zona alguien quiera jugar al polo porque sí, sino que es algo que viene de la mano del trabajo de campo. Fijate que el encierre, los apartes y demás movimientos que se hacen con el caballo cuando se trabaja con la hacienda, son en cierta forma muy similares a los que después se utilizan a la hora de jugar en un cancha de polo”.

De animales, conocimiento y dedicación

Según afirma el jugador y estanciero, “acá es todo muy familiar". "Nos reunimos, armamos dos equipos de cuatro integrantes y hacemos un partido, o se organiza un campeonato, y nos reunimos y la pasamos muy bien; todos tenemos nuestro respectivo handicap como corresponde”.

“Además ahora con la posibilidad de tener un lugar como éste, donde está todo organizado y solucionado, el gran problema que es la logística es mucho más fácil. La verdad que el club es una gran solución, ya que antes había que trasladarse hasta alguna cancha en una estancia, lo que significaba toda una movida, más el dolor de cabeza para el dueño del lugar que debía recibir 100 caballos, cuidarlos una semana, era todo un trastorno”, explicó.

Sobre las características de un jugador de polo, Zimmerman comentó que más allá "de un buen caballo" lo que hace falta "es saber montar muy bien". "Eso es imprescindible. Conocer el manejo del animal, es fundamental, después viene mucha práctica y dedicación", agregó.

A la hora de hablar de los caballos, el estanciero afirmó que “los animales son ciento por ciento pura sangre de carrera, que además de velocidad tienen destreza para doblar y parar. A estos se los empieza a usar en el campo y después por sus características se destinan a este juego, pero primero se los usa para trabajar. El 75 por ciento son hembras porque son más dóciles de manejar”.

En cuanto a los ayudantes o peticeros, como se les dice en la jerga del juego, Zimmermann señaló que “los que jugamos y los que ayudan es toda gente de campo, somos los que trabajamos en las estancias todos los días”.

Lo cierto es que el polo de campo suma cada vez más aficionados que se acercan a ver los campeonatos que se llevan adelante en esta zona y además disfrutan de un día de sol y de las actividades camperas.

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