Denuncian discriminación en un colegio privado local

Denuncian discriminación en un colegio privado local

El Inadi y Educación confirmaron que no se garantizó el derecho a la educación. La familia quiere una disculpa. Respetar la diversidad en el aula, uno de los grandes desafíos de la escuela en el siglo XXI.

La inclusión de niñas y niños en el sistema educativo, respetando la diversidad que supone un aula, es uno de los principales desafíos que enfrentan hoy las escuelas de todo el país. Y si bien hay grandes esfuerzos, no son pocas las veces en las que las instituciones no pueden contemplar las necesidades de los estudiantes.

Muchas familias de chicas y chicos con trastornos del aprendizaje –como dislexia, déficit de atención o hiperactividad, por ejemplo– saben lo difícil que es lograr que se implementen las adecuaciones curriculares necesarias para lograr la integración y el derecho al aprendizaje.

A veces falta preparación de los docentes y otras voluntad de la institución para hacer los cambios, muchos de los cuales no son, ni siquiera, complejos. Un chico con dislexia, por ejemplo, tiene dificultades en la escritura por eso la recomendación es que la evaluación se realice de manera oral. Eso no implica una ventaja sobre el resto sino contemplar las necesidades particulares.

Judith y su hijo menor –se reserva la identidad de ambos para evitar la revictimización– vivieron en primera persona el daño que genera que una escuela no esté dispuesta a hacer todos los esfuerzos necesarios para atender los requerimientos individuales dentro del aula.

En 2013, el pequeño comenzó primer grado en el Colegio Inmaculada, después de haber cursado todo el nivel inicial en esa misma institución. Sin embargo, producto de un retraso madurativo, el niño no podía seguir el ritmo de sus compañeros por lo que se lo derivó a una psicopedagoga que realizó recomendaciones para realizar adecuaciones curriculares.

Las mismas no fueron realizadas de manera correcta, generando sufrimiento en el niño que veía cómo era dejado de lado. Finalmente, antes de completar el año las autoridades del establecimiento informaron a la familia que no le darían un cupo en la escuela para segundo grado y le recomendaron cambiarlo de institución.

“Él hizo todo el año en Inmaculada y la idea era que continúe allí pero me dieron un hermoso pase dibujado a segundo grado en otra institución. Me invitan a sacarlo a fines de octubre, empiezo a buscar cupo en otros colegios privados y no había lugar porque las inscripciones ya habían cerrado”, recordó Judith.

Es por eso que decidió hacer la denuncia en el Ministerio de Educación y en febrero de 2014 le consiguieron un lugar en otro establecimiento. “Ahí lo hago evaluar a mi hijo y me dicen que no estaba preparado para segundo grado porque solo sabía contar hasta el 10. Pese al pase que me había dado Inmaculada, él no estaba listo para ir a segundo grado por lo tanto me aconsejan que volviera a hacer primer grado”, explicó. Fue así que la familia decidió que el pequeño reinicie su educación primaria y pueda tener el tiempo necesario para madurar y alcanzar los estándares que establece la currícula educativa.

Dos respuestas iguales

Para Judith y su familia la experiencia ha sido muy dolorosa e injusta. Por eso han llevado el caso ante las autoridades del Servicio Provincial de Educación Privada (SPEP) y la delegación local del Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (Inadi). Ambas instituciones elaboraron dictámenes a favor de la demandante.

En el descargo presentado por el SPEP, y que consta en el dictamen del Inadi, “se concluye que los esfuerzos realizados por el colegio no han sido suficientes para garantizar el derecho de aprender del niño. Indica que se observó ausencia de acciones pedagógicas concretas que se basen en el paradigma de inclusión social que sustenta la provincia”.

Además, se instó a la institución a que realice “una revisión de las normas vigentes y de las formas de inclusión educativa y contención de los alumnos”. Finalmente solicitó que el colegio presente un proyecto institucional de inclusión educativa en los tres niveles de formación que allí se ofrecen. Diario UNO confirmó que este proyecto ya esta en marcha en la institución, a partir de este caso. 

Por su parte, la delegación local del Inadi manifestó: “Por los motivos expuestos, la asesoría letrada considera que los elementos de prueba aportados por la denunciante resultan suficientes a fin de acreditar la conducta denunciada como hecho discriminatorio en los términos de la Ley 23.592”.

Consultado sobre el caso, el rector del Colegio Inmaculada, Leonardo Nardín, expresó a Diario UNO que no deseaba realizar declaraciones para preservar al niño.

Un proceso complejo

Según el relato de la mujer, el colegio no tomó el caso a tiempo ni hizo todo lo que estuvo a su alcance para garantizar el derecho de su hijo a aprender. “En el transcurso de 2013, nunca se hizo cargo de la situación. Siempre tiró el problema afuera. Nosotros pagamos, en forma privada, una psicóloga, una psicopedagoga y una maestra particular a las cuales hice concurrir al colegio para que, de manera articulada, pudieran llevar a mi hijo adelante”, señaló.

Y continuó: “Hubo tres ocasiones en las que la psicopedagoga pidió adaptaciones curriculares, fáciles y accesibles a la maestra, pero nunca se hicieron. La psicóloga también planteó la situación en la escuela y pidió, solamente, tiempo para que el nene alcanzara su madurez ya que no tenía problemas de aprendizaje, solo era una cuestión madurativa. Se hizo un acuerdo para esperar a que él termine primer grado y evaluar cómo seguir. Pero a los 10 días, el rector del colegio nos llama, a mi marido y a mí, y nos dijo que nuestro hijo «no era para Inmaculada» y que era un nene enfermo”.

En ese sentido, Judith contó que las adaptaciones que fueron solicitadas no se cumplieron y que, como contrapartida, a su hijo lo obligaban a sentarse en el escritorio de la maestra o se lo dejaba al margen de la clase con una “caja de arte” para que dibujara todo el día pero “sin que hubiera un esfuerzo para que progresara”.

“Ellos se sacaron el problema de encima dándome un pase a segundo grado en otro colegio y están convencidos de que hicieron todo lo que pudieron. No les interesa ninguno de los dos dictámenes”, marcó.

Afortunadamente, la historia tiene un desenlace feliz. No solo porque tanto el Ministerio de Educación como el Inadi han respaldado a la familia, sino porque Judith encontró otro establecimiento escolar que ha sabido recibir a su hijo.

“Hoy está en segundo grado. Tengo que agradecer profundamente al IES porque lo han recibido con muchísimo amor, contención y paciencia. Hoy está cursando sin problemas”, destacó. Y concluyó: “Lo que nuestra familia quiere no es ir en contra del colegio Inmaculada. Queremos las disculpas a mi hijo porque es el único damnificado porque perdió un año de su vida y tuvo que dejar el lugar que conocía y a sus amigos”.

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