Una demostración de fuerza de Erdogan

Una demostración de fuerza de Erdogan

Ankara amenazó a la Unión Europea con romper el pacto sobre los refugiados si el bloque no elimina la obligación de visa para los ciudadanos turcos. Esa exigencia debía ser levantada en julio, pero Turquía todavía no cumplió con todas las condiciones impuestas por el bloque.

A dos semanas de la intentona desestabilizadora en Turquía, Recep Tayyip Erdogan hizo una demostración de fuerza en Alemania con una marcha organizada ayer por sus seguidores. En una Colonia que amaneció prácticamente blindada por la policía para evitar disturbios, entre 30.000 y 40.000 personas, según cálculos de las fuerzas de seguridad, se dieron cita a orillas del Rin bajo el lema “Sí a la democracia, no al golpe”, con innumerables banderas turcas y mientras en distintos puntos de la ciudad se sucedían pequeñas contramanifestaciones. En una nueva escalada del conflicto que mantiene con el bloque, Ankara amenazó a la Unión Europea con romper el pacto sobre refugiados si no se elimina la obligación de visa para ciudadanos turcos.

De los casi tres millones de ciudadanos de origen turco que viven en Alemania, el 60 por ciento de los votantes eligió en las elecciones de noviembre al Partido Justicia y Desarrollo (AKP), formación islamista que lidera Erdogan. Hasta Colonia se desplazó ayer el ministro turco de Juventud y Deportes, Suat Kilic, quien defendió la unidad de su pueblo, acusó a Berlín de tratar a su país con una doble vara y denunció los prejuicios contra los turcos difundidos desde los medios alemanes. Kilic exigió explicaciones al gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel, por la prohibición de transmitir en pantalla gigante un mensaje en directo de Erdogan.

Fue la figura de la jornada, pero la voz del presidente turco no pudo ser escuchada en la manifestación, a pesar de que los organizadores –la Unión de Demócratas Turcos Europeos (UETD)– elevaron un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional teutón. La policía prohibió la transmisión para evitar que los ánimos se caldearan y logró el respaldo del Constitucional, que rechazó la medida presentada por razones formales, al considerar que el veto no limitaba el derecho a la libre manifestación.

La decisión fue criticada también desde Turquía. “Es inaceptable”, manifestó Ibrahim Kalin, portavoz del presidente, quien denunció en declaraciones recogidas por la agencia turca Anadolu el doble rasero de un país que en el pasado permitió manifestaciones de apoyo al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). En un mensaje leído desde el escenario a los manifestantes, Erdogan agradeció el apoyo tras el golpe que le brindaron los turcos que viven en Alemania y aseguró que su país hoy es más fuerte.

Con apoyo de los estados federados vecinos y material antidisturbios, la policía desplegó 2700 agentes en la ciudad, donde se celebraron varias manifestaciones en protesta por la cadena de detenciones y las purgas realizadas en diversos estamentos por el gobierno turco desde el fallido intento de golpe. Tras fracasar en su intento de prohibirla por motivos de seguridad, la policía disolvió junto a la estación central la concentración de 250 simpatizantes del ultraderechista Movimiento Ciudadano Pro Renania del Norte-Westfalia (Pro NRW, por sus siglas en alemán), cuyo objetivo, en un principio, era acercarse al lugar donde se reunían los seguidores de Erdogan.

En los días previos hubo llamados a la serenidad desde el gobierno alemán y desde los principales partidos, que abogaron por no importar las tensiones políticas y sociales de Turquía. Merkel censuró las “reacciones desproporcionadas” del Ejecutivo turco tras el intento de golpe de Estado, instó a respetar los principios del Estado de Derecho y a actuar de forma proporcional. Erdogan es un aliado cada vez más incómodo para la canciller, defensora acérrima del acuerdo para la devolución de refugiados que suscribieron en marzo Ankara y Bruselas.

En una entrevista del diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, el ministro turco de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, advirtió ayer que su país se distanciará de ese acuerdo si Bruselas no elimina para octubre la exigencia de visados a sus ciudadanos.

El acuerdo sobre los refugiados –junto con la construcción de una cerca fronteriza en Macedonia– llevó a que claramente llegaran menos migrantes a las islas griegas, y a que menos personas se aventurasen a iniciar su camino por la ya de por sí cerrada ruta de los Balcanes, en dirección al norte, sobre todo a Alemania. La obligación de visa para los ciudadanos turcos debía levantarse en julio. Pero esa fecha se postergó dado que Turquía aún no cumple con las 72 condiciones que se le impusieron, entre ellas la reforma de las leyes antiterroristas turcas.

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