PPK se debilita y el fujimorismo arremete

PPK se debilita y el fujimorismo arremete

Analistas consultados por PáginaI12 coinciden en afirmar que el diálogo entre Keiko Fujimori y el presidente Pedro Pablo Kuczynski puede ser un punto de partida para un cogobierno.

Desde Lima

De un lado, un gobierno débil y un presidente que no muestra el liderazgo necesario, del otro lado, una oposición agresiva y con una larga historia de autoritarismo que controla el Congreso y va ganando espacio. Esa es la preocupante sensación con la que se cierra el año, después de apenas cinco meses de iniciado el gobierno del veterano economista neoliberal Pedro Pablo Kuczynski. La reciente censura al ministro de Educación por parte de la mayoría fujimorista en el Congreso, una ejecución parlamentaria consumada frente a la poca voluntad de lucha política del presidente Kuczynski y su bancada parlamentaria, minoritaria y poco sólida,y la posterior reunión entre PPK, como se le conoce a Kuczynski, y Keiko Fujimori, en una situación de ventaja para la hija del encarcelado ex dictador Alberto Fujimori y actual jefa del fujimorismo, han reforzado esa sensación.  

Con el gobierno golpeado en el Congreso y desde una posición de fuerza luego de exhibir el poder de su mayoría parlamentaria, Keiko, que desde su derrota electoral en junio se había negado reiteradas veces a reunirse con Kuczynski, a quien no saludó luego de su victoria electoral,esta vez decidió conversar con el presidente. Iba con ventaja al diálogo. Y necesitaba la reunión para intentar contrarrestar el costo ante la opinión pública que le trajo al fujimorismo la notoria prepotencia de su mayoría parlamentaria al cortarle la cabeza sin razón justificada a un ministro que tenía una buena consideración ciudadana. Después de esta censura, la aprobación a la gestión fujimorista en el Congreso descendió ocho puntos, bajando a solamente 27 por ciento. El apoyo a Keiko Fujimori, que obtuvo 49,9 por ciento en el ballottage de junio, ha caído a 37 por ciento. 

El encuentro entre PPK y Keiko no se realizó en Palacio de Gobierno, como se esperaba, sino en la casa del arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, del ultraconservador Opus Dei y abiertamente cercano al fujimorismo, que se ofreció de mediador. La reunión duró una hora. Conversaron con Cipriani siempre presente. Fue un diálogo entre la derecha tecnocrática que está en el gobierno, la derecha populista y autoritaria encarnada en el fujimorismo y la derecha religiosa. 

A la salida cada uno dio un breve mensaje, pero no respondieron preguntas. Kuczynski calificó la cita de “muy útil, franca y constructiva”, dijo que entre ambos había “muchas coincidencias” y se mostró optimista de que puedan “trabajar juntos”. Keiko, con gesto victorioso, habló de “algunas coincidencias”, anunció que su bancada parlamentaria, que acababa de censurar a un ministro, seguirá actuando como lo ha venido haciendo, y prometió que su partido, que en el pasado dio un golpe de Estado, “respetará el orden constitucional”. No dieron detalles de lo conversado. Versiones de la prensa local dicen que PPK le habría pedido a Keiko que lo ayude a gobernar para así traspasarle a ella el gobierno en buenas condiciones el año 2021.

PáginaI12 consultó a dos analistas sobre la reciente crisis entre el Congreso y el Ejecutivo, y la reunión del presidente Kuczynski con la jefa del fujimorismo y sus implicancias. 

“La censura al ministro de Educación fue una demostración de fuerza del fujimorismo para iniciar una fase de negociación con ventaja. El fujimorismo está ganando espacio frente al gobierno. PPK no quiere conflictuarse con Keiko porque los poderes fácticos, los grandes empresarios, no quieren eso, ellos quieren un entendimiento entre ambos. Los dos coinciden en la defensa del modelo neoliberal”, señala el sociólogo Alberto Adrianzén.

“La demostración de fuerza que el fujimorismo hizo en el Congreso con la censura al ministro Saavedra ha puesto al gobierno de rodillas. Esta reunión con Keiko ha sido una rendición del presidente Kuczynski, que aparece como un presidente pusilánime y arrinconado”, dice, por su parte, el historiador Nelson Manrique. 

Ambos analistas coinciden que este diálogo puede ser el punto de partida de un cogobierno entre Kuczynski y el fujimorismo, en condiciones ampliamente ventajosas para el partido del ex dictador Alberto Fujimori. 

“El fujimorismo -indica Adrianzén- busca un acuerdo que en la práctica sea un cogobierno que le permita controlar determinadas instituciones del Estado que le posibiliten su triunfo electoral en 2021. No será un cogobierno visible para no afectarse con el desgaste del gobierno. En el futuro se pueden repetir tensiones en el Congreso, pero como una demostración de fuerza del fujimorismo para después negociar y ganar terreno”.

Por su parte, Manrique afirma: “El fujimorismo ha sido el ganador neto y ahora va por todo; eso significa el sometimiento incondicional del gobierno o le hacen la vida imposible. Ahora el fujimorismo se convierte en gobierno de facto, no tiene la presidencia, pero en los hechos es como si la tuviera, eso le da la ventaja que puede cosechar los éxitos del gobierno, que atribuirán a la cooperación del fujimorismo, y desentenderse de sus fracasos, de los que culparán a Kuzcynski. Con este acercamiento al fujimorismo, PPK se está aislando de la base social que le permitió llegar a la presidencia (PPK ganó las elecciones gracias a una coalición social antifujimorista) y eso lo pone completamente en manos del fujimorismo”.  

Tal vez pensando en eso, Kuczynski, cuya aprobación ha bajado de 60 a 46 por ciento entre agosto y diciembre, intentó una reacción para contrarrestar esa imagen de falta de liderazgo y sometimiento al fujimorismo que se viene imponiendo. En un acto público con sus partidarios el viernes último, exclamó: “No nos dejaremos pisar por una mayoría en el Congreso”. Sus partidarios respondieron con gritos de “ni un paso atrás”. El problema es que el gobierno ya ha dado varios pasos atrás frente al avance del autoritarismo fujimorista. 

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