Un debate hot en el Gobierno, que promueve la grieta entre la CGT y la UIA

Un debate hot en el Gobierno, que promueve la grieta entre la CGT y la UIA

Sectores del oficialismo piden aflojar las tasas para reactivar el empleo

 

"A veces los CEO necesitan asesoramiento sólo para que le den la razón". La chicana contra algunos ministros de Mauricio Macri volaba ayer en los pasillos de la Unión Industrial Argentina (UIA). El dardo envenenado vino a cuento de la noticia -publicada por Perfil- de que el Ministerio de Producción pidió propuestas de planes de competitividad a, entre otros actores, la Cámara de Comercio Argentino Estadounidense para aplicar a sectores golpeados como el textil o automotor. "Tenemos tres cámaras textiles y siete economistas", critican.

Hoy habrá catarsis en sendos almuerzos de las dos vertientes de la UIA -Industriales y la Celeste y blanca- y luego en la junta ampliada. Todavía no se calma el enojo de los hombres de negocios por la descripción de la UIA como una entidad "sin representatividad", explicación gubernamental para interpretar el quiebre del pacto antidespidos en el sector industrial. "Lo único que hacen es ampliar la grieta entre los trabajadores y los empresarios", afirman en la entidad. Allí ya aseguran que la UIA sumará asesores a todas las reuniones entre funcionarios y las cámaras empresariales: no dudan de los datos oficiales de importaciones, pero sí de las interpretaciones de Producción.

 

En el Gobierno reconocen la frágil situación del empleo en sectores como calzado y textiles. Para ellos, piensan en un blanqueo laboral pero también una asistencia ampliada ante los despidos. "El problema no fueron las importaciones, sino el mal momento del mercado interno", afirman en el Gobierno. Allí se jura que no habrá un ajuste en sectores donde trabajan más de 350.000 personas. En la UIA y la CGT no están tan seguros. El Indec muestra más volúmen de compras en 2016 pero menos precio. Algunos aprovechan esas tendencias invertidas. Los industriales se quejan. La CGT pidió la cabeza de Francisco Cabrera. Para el Gobierno todo es política.

Sin embargo, la conflictividad reflotó en algunos sectores oficiales el debate sobre el andar económico. ¿El apuntado? Como en tiempos de Alfonso Prat-Gay, se mira de reojo a Federico Sturzenegger. Para evitar el fracaso electoral, le piden traicionarse: una tasa de interés más baja, "flotación sucia" en tiempos de atraso cambiario y tolerar una paritaria un poco más alta, quizás al 25 por ciento.

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