Daniel “Archi” Ayala, un ex combatiente que vive para el fútbol

A los 19 años, sufrió hasta el último bombardeo inglés en Sapper Hill. "Hoy la vida me regala la chance de hacer lo que me gusta", contó

El 14 de junio de 1996, a las 13,45, Daniel “Archi” Ayala estaba por comprar su almuerzo en un almacén de Mar del Plata. Para él, era un día más de trabajo. De repente, su celular sonó y atendió.

–Hola “Archi”, soy Eduardo, ¿cómo andás? Te llamo para agradecerte. Hace 14 años, en este preciso instante, me salvaste la vida.

“Archi” no pudo contener las lágrimas. La emoción lo invadió y a la vez lo obligó a contarle la historia al almacenero, que no comprendía la situación. Mientras se secaba los ojos, le comentó que era un excombatiente de Malvinas y que lo acababa de llamar uno de sus compañeros en la guerra.

El 14 de junio de 1982, cuando ya se había decretado el cese al fuego y los soldados argentinos aún no estaban enterados, “Archi” fue uno de los 10 voluntarios que regresaron al valle de Sapper Hill para romper el material. Cuando llegaron al lugar, él y dos compañeros dejaron apoyados los fusiles al lado de una caja de munición. A pocos metros había un pozo gigantesco, cavado con una pala mecánica. De ahí se sacaba la tierra con la que se hacían los parapetos para defenderse de los cañones.

Al ver a los voluntarios argentinos, los ingleses empezaron a bombardear. Primero para intimidar. Luego, para matar.  Cuando “Archi” y sus compañeros fueron a buscar los fusiles para huir, una bomba de mortero cayó adentro del pozo y con la onda expansiva hizo volar a los tres.

Mientras le estallaban los tímpanos en el aire, “Archi” veía como sus dos compañeros volaban como muñecos. Uno quedó tapado de tierra y con un brazo quemado. Pero llegó a salir corriendo para el lado correcto. El otro, fue tapado por la tierra. “Archi” estaba herido por los golpes de las piedras, los oídos le zumbaban y sentía que el cuerpo se le quemaba. Se levantó como pudo y empezó a buscar a su compañero. Removió la tierra y lo encontró. Se llenó de tristeza: para él, estaba muerto.

Como pudo, “Archi” trasladó a su compañero durante un largo trecho hasta que llegó la ayuda.  Recién a los tres meses volvió a saber de él: lo encontró en Mar del Plata. Era Eduardo, que cada 14 de junio se acuerda de ese compañero que le salvó la vida en aquella guerra absurda.

 “Aprovecho cada día porque a los 19 años me podría haber muerto”

Hoy, a los 52 años, “Archi” Ayala le dedica su vida al fútbol. Dirige la Primera División local de Alvarado y no quiere perder un minuto. “Mis días son muy intensos, siempre”, le contó a 10 Ahora. “A los 19 años me podría haber muerto y ya vine con esa mentalidad de aprovechar al máximo cada día de mi vida. Sé que no soy una persona común. Cosas que una persona hace en una semana yo capáz que las hago en un día”, reconoció.

“Archi” duerme cuatro horas por día, pero no reniega de la situación. Todo lo contrario: “Tengo stress post traumático y me cuesta conciliar el sueño. Pero para mí, mientras mayor cantidad de tiempo estoy despierto, más estoy viviendo. Por eso, casi ni duermo. Yo tengo 52 años pero hacé de cuenta que tengo 80, porque si vos sacás la cuenta de una persona normal, que duerme 8 horas por día, a un tipo de mi edad le he sacado 20 años de ventaja. Para mí vivís mientras tenés uso de razón, no mientras dormís”, explicó convencido.

“Al final, la vida me regaló el premio de hacer lo que me gusta”

Desde chico, “Archi” Ayala estuvo obligado a remarla. “La vida me ha puesto a prueba desde siempre, porque a los 6 años perdí a mi mamá y a los pocos años perdí a mi papá.  De joven he trabajado muchísimo y siempre que llegué a lograr algo material me asaltaron. Fue siempre una vida de pérdidas”, admitió.

No obstante, nunca se resignó. A los 50 años se recibió de entrenador de fútbol y ahora tiene todo el tiempo para la pelota, una verdadera obsesión en su vida.  “Tuve la suerte de tener una desgracia, que me permitió jubilarme antes y ahora puedo dedicarme al fútbol. Al final, la vida me regala el premio de poder hacer lo que me gusta. Por suerte, de las 21 horas que estoy despierto en el día, las 21 serán dedicadas al fútbol. De acá al resto de mi vida.  Buscaré subir en mi carrera, porque no quiero que tenga techo”, reflexionó.

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