"Con amigos así, no necesito enemigos”. Ese debe haber sido el pensamiento que ayer le vino a la mente a Daniel Scioli cuando escuchó al jefe de gabinete, y precandidato a gobernador del Frente para la Victoria, Aníbal Fernández, hacer una furibunda crítica a la preparación de los integrantes de la Policía bonaerense.

No se trata de un tema menor: uno de los ejes de la campaña sciolista, para intentar llegar al sillón de Rivadavia, pasa por mostrar su gestión de gobierno en lo se refiere a temas tan sensibles como la seguridad, haciendo especial hincapié en la incorporación de nuevos agentes y la creación de las llamadas policías locales, como complemento de la Policía bonaerense. 

“La policía tiene que tener una capacidad de entrenamiento más importante y una formación superlativa. Es indispensable contar con ello para que usted se garantice tener la respuesta que la fuerza de seguridad tiene que tener”, lanzó el jefe de gabinete en una entrevista que fue trasmitida por uno de los grupos mediáticos oficialistas, que se sostiene con el dinero de los casinos y tragamonedas. El juego es uno de los flagelos que más ha crecido en la Argentina –en los últimos años- junto con el narcotráfico.

Aníbal también afirmó: “si cada agente está entrenado y capacitado como corresponde, vale por dos. Hay que darle una logística (a la Policía), pensarla, determinarla, poner con claridad cómo se prepara para la prevención del delito, y darle una fuerte Inteligencia criminal que permita conocer la idiosincrasia de cada uno de los delitos, sus zonas geográficas, sus entradas y salidas..”. Eso, y decirle incompetente a Scioli, es prácticamente lo mismo ya que quien estuvo a cargo en los últimos años de la provincia, y por ende de la Policía bonaerense, no fue un extraterrestre. El mandatario fue y sigue siendo el propio Scioli, quien ahora encabeza la lista que llevará a Aníbal Fernández como uno de los precandidatos a gobernador.

Asimismo, escuchar al jefe de gabinete K hacer propuestas para combatir la inseguridad es como tenerlo en un auditorio al criminal Ricardo Barreda hablando de los derechos de las mujeres. Recordemos que el jefe de gabinete es autor de la tristemente célebre frase “sensación de inseguridad” que utilizó, en reiteradas ocasiones, para intentar negar que el impacto está teniendo la ola delictiva en nuestro país, en momentos en que diariamente la inseguridad se cobra la vida de ciudadanos inocentes.

En tanto, en un intento de vender su imagen, al mejor estilo de los mercachifles que pululaban por la Argentina en la primera mitad del siglo pasado, Aníbal se la pasa haciendo autobombo de los supuestos logros que, según su llamativo entender, consiguió cuando fue responsable de las fuerzas de seguridad federales entre  los años 2004 y 2009.  La realidad, como siempre, corre por otros carril ya que al ahora jefe de gabinete le quitaron el manejo de las fuerzas de seguridad cuando comenzaron a filtrarse sus supuestos vínculos con el narcotráfico y la mafia de la efedrina (ver página 4).

“Tengo cinco años de experiencia en este tema (el manejo de las fuerzas de seguridad), las dimos vuelta como una media. Les dimos la logística adecuada para que volvieran a funcionar como corresponde y la inteligencia criminal que necesitaba para ese tema. Eso permitió que los primeros gobiernos de la historia de los argentinos que detuvieron bandas de narcotráfico fueron el de Néstor y el de Cristina”, agregó Aníbal, sin ponerse colorado. La afirmación del jefe de gabinete es una mentira más grande que una casa.

El gobierno K pasará la historia por ser la gestión que habilitó el ingreso masivo de los mercaderes de la muerte.  En efecto, durante la mala llamada década ganada, las fronteras se convirtieron en coladores, al igual que los puertos, por donde se filtran los estupefacientes. Por eso la Argentina pasó de ser un país de paso de los narcotraficantes a convertirse en un territorio donde los carteles provenientes de Colombia, Centroamérica y México se instalaron en territorio nacional. Ciudades como Rosario o la Villa 1-11-14 de la Capital Federal se han convertido en centros de producción, comercialización y distribución de cocaína y de distintas drogas sintéticas. Peor aún, según la denuncia que presentó este año la ONG La Alameda, con el apoyo de la Iglesia, en la mencionada villa existe un ejército de más de 300 sicarios que custodian las cocinas, constituyendo una suerte de zona liberada que se rige con sus propias reglas, donde el Estado no entra. Este será el legado que nos dejará el kirchnerismo luego de 12 años en el gobierno, habiendo sido Aníbal Fernández uno de los principales responsables políticos del penoso presente que nos toca vivir a los argentinos.  

¿El más conocido o el más repudiado?

Aníbal Fernández ayer se ufanó de ser el candidato del oficialismo, en la Provincia, más conocido en territorio bonaerense. Lo que no dijo es que, en realidad, es muchos más conocido por lo malo que por sus virtudes. De hecho, es el candidato con mayor índice de desaprobación en la sociedad, sólo comparable con algunos de los especímenes mas repulsivos del universo K como puede ser Amado Boudou, el primer vicepresidente en la historia democrática del país en ser procesado por caso de corrupción, estando en ejercicio de su funciones.  En ese contexto, no son pocos los que ven que una candidatura como la de Aníbal espanta el voto independiente, que será clave en los próximos comicios presidenciales. Hoy por hoy, la diferencia entre Scioli y Macri hace avizorar un probable balotaje.

Luego de haber aceptado las imposiciones de CFK, en el gobierno bonaerense pusieron en marcha una estrategia, con la grabación de 24 spots que comenzaron a verse ayer, para intentar conseguir el apoyo de sectores moderados, que se han ido alejando de los K a medida que el gobierno fue radicalizando su discurso y accionar de gobierno. En ese contexto, para Scioli,  el accionar de Aníbal a esta altura se asemeja a la quema del cajón que hizo Herminio Iglesias en la previa de los comicios de 1983, que contribuyó de sobremanera a la derrota del Partido Justicialista.