Culpable: Susana Freydoz fue condenada a 18 años de prisión

Culpable: Susana Freydoz fue condenada a 18 años de prisión
Por Gisele Sousa Dias

El tribunal consideró que no estaba bajo emoción violenta cuando mató a su marido la madrugada de Año Nuevo. Por ahora, quedará detenida en un hospital. Al oír el fallo, se quebró por primera vez.

Llegó pálida, escoltada por la misma acompañante terapéutica a quien hace poco le avisó: “Si me condenan, me mato”. Sus hijos habían adelantado que no iban a presenciar la lectura de la sentencia. Menos, después de haber atravesado la más perversa de las estrategias: tener que hundir a su madre para salvarla. Pero al lado de Susana Freydoz se sentó María Emilia, la única “nena” y la preferida del papá, a la que la madrugada de Año Nuevo le tocó ver el instante en que su padre se ahogaba con su propia sangre. Freydoz ya lloraba y desde el público y con los lentes de sol puestos, la miraba Ana María, su hermana. Pero desde el mismo público y con una mirada lacerante, la observaban mujeres desconocidas, de sandalias baratas, calzas gastadas y raíces crecidas, que habían llegado para apoyar al líder asesinado. Afuera, en la rotonda, alguien pegó una cartulina escrita a mano: “Justicia para Soria”. Adentro, el presidente del tribunal escribió la última página de la novela: por haber asesinado a su marido, Susana Freydoz, la viuda del ex gobernador Carlos Soria, fue condenada a una pena de 18 años de prisión .

Eran las 18.10 y el juez Carlos Gauna Kroeger avisó: “Está absolutamente prohibido hacer cualquier gesto o señal de desaprobación o aprobación”. Y siguió: “Este tribunal resuelve condenar a la señora Freydoz a 18 años de prisión por ser autora penal responsable de homicidio agravado por el vínculo y por el uso de arma de fuego y ordenar la prisión preventiva que, por el momento, se librará en el actual lugar de alojamiento”, leyó. Todos se miraron. Nadie dijo –o nadie pudo decir– nada. La resolución significa que Freydoz permanecerá detenida en la unidad de Salud Mental del Hospital público de Cipoletti, donde está internada desde enero. La custodia policial que controla que no sea atacada por terceros, deberá ser reforzada.

Su defensa adelantó que apelará .

Luego se explicaron los motivos por los que no hizo lugar al pedido de prisión perpetua que elevó la fiscalía. “Se encuentra acreditado el hecho y su autoría responsable, no hay inimputabilidad ni emoción violenta excusables, pero existen circunstancias extraordinarias de atenuación”, leyó el juez. Para el Código Penal, esas “circunstancias extraordinarias” permiten reducir la prisión perpetua a una pena menor (ver “Qué dice...” ). Y fue así que el juez se tomó casi cuatro horas para leer su voto. Y el vínculo enfermizo y débil que Freydoz y Soria mantenían, no podía pasar inadvertido: el juez entendió que “la señora Freydoz quiso hacer un tratamiento psicológico pero debió abandonarlo conminada por Soria, que le dijo ‘ojo con quien hablas’. Y así quedó frustrado un camino que podría haber atenuado ese infierno de celos y que podría haber evitado la tragedia”.

Antes, para explicar los fundamentos del atenuante, el juez había releído una anécdota contada por Germán, otro hijo de la pareja. El 17 de diciembre, días después de asumir como gobernador, Soria y su esposa fueron a Buenos Aires. Freydoz, con un listado de teléfonos en la mano, le pidió llorando a Germán que la ayudara a investigar si le era infiel. Germán le prometió que iba a hacerlo pero, en cambio, le pidió a su papá que fuera con ella a tomar un café. Fueron al Paseo Alcorta pero cuando la moza los atendió, Freydoz le miró los pechos y le gritó: “¿Vos te querés levantar a mi marido?”. La moza terminó llorando. A la noche, Susana se puso ropa de María Emilia “que le quedaba chica” –tiene 28 años–, se vistió “con musculosa y pechos prominentes” –como la moza– y cuando Soria llegó, se acercó con el peceto y le dijo: “¿Así te gusta que te sirvan la comida?”.

Así, General Roca escuchó un fallo por mayoría pero con una disidencia parcial. Fue la de la jueza María Evelina García Balduini que, al cierre de esta edición, dijo que para ella no hubo nada que atenuara la pena máxima. “Freydoz no habló, no sabemos por qué lo mató. O si realmente hubo un por qué”, leyó. Terminó. Si hubiese sido una ficción, podría haber parecido demasiado estereotipada: de un lado, la mujer rica con cara de mala que se pone lentes oscuros y se esconde detrás de un árbol, en la puerta del municipio, para vigilar a su marido poderoso e infiel. Del otro, el político impune, que entre los secretos del poder, guarda amantes jóvenes y bellas, hijos ilegítimos y armas. Claro que al guionista no se le podía escapar el final, y una última página obvia habría sido un pecado. La Justicia, finalmente, resolvió que en esta historia no hay un santo ni una loca feroz ejecutando su plan. Que las novelas, cuando son reales, no siempre son blanco o negro.

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