Cuentos de nunca empezar: obras faraónicas que quedaron en nada

Cuentos de nunca empezar: obras faraónicas que quedaron en nada
La falta de espacios para dar un paseo en familia que no implique el consumismo de un shopping es una de las deudas pendientes más paradójicas de un distrito cuyo nombre se asocia a la naturaleza y al verde. Así es que con esta necesidad latente, el anuncio -allá por el 2007- avivó las esperanzas de cientos, o quizás miles de pilarenses.
Un acuerdo rubricado con la Universidad del Salvador estableció, entre otras cosas, que el Municipio recuperaría 10 de las 40 hectáreas donadas a la casa de estudios en el momento de su radicación (a cambio de que la USAL construyera un hospital, otro capítulo de ciencia ficción) que estarían destinadas a un proyecto relacionado con el turismo y que ya había despertado el interés de inversores asiáticos.

La promesa fue tan alentadora como inconsistente. Sintetizado como “parque temático”, el concepto daba rienda suelta a la imaginación. Desde un Italpark pilarense con montañas rusas y vueltas al mundo, hasta un zoo ABC1 como el que funciona en Escobar. Todo era posible de la mano de los capitalistas chinos. Pero el paso del tiempo y la falta de novedades fueron derribando, una vez más, las esperanzas de los domingueros que por el momento deben seguir conformándose con la vera de la Panamericana.

• Un puente entre Derqui y José C. Paz

Un viaje del intendente de turno, Alberto Alberini, allá por 1998 lo puso al frente del Municipio y el hombre, conciente del efímero poder que detentaba, se propuso que su interinato no pasara sin pena ni gloria.

De este modo, una tradicional convocatoria a los medios de la que no se esperaba más que un saludo protocolar disfrazado de conferencia, dejó boquiabiertos a los trabajadores de la prensa. Ante la sorpresa de propios y extraños, el jefe comunal interino, Néstor Campofreda, anunciaba la construcción de un puente que uniría la localidad de Presidente Derqui con el vecino municipio de José C. Paz.

El sentido de la mega construcción no quedaba del todo claro, como tampoco su forma de financiación. Lo cierto es que la obra prometía hermanarnos con los paceños y, probablemente, descongestionar el tránsito de la ruta 8. No hizo falta que transcurrieran demasiados días para que el proyecto desaparezca para siempre de la agenda de un gobierno que para entonces comenzaba a despedirse.

Pero lo que no consiguió en el terreno de lo concreto lo consiguió en la memoria de los pilarenses que atesoran ese anuncio como uno de los más disparatados de las últimas décadas.

• Estacionamiento subterráneo

Promediaba el año 1996, el boom de Pilar comenzaba a asomarse y con él, las primeras dificultades en materia de tránsito en el centro de Pilar.

Sabiendo que hombre precavido vale por dos, el entonces intendente Alberto Alberini propuso anticiparse al problema con la construcción de una playa de estacionamiento subterránea debajo de la plaza 12 de Octubre.

La medida cosechó más polémica que apoyo. Desde aquellos que temían por la integridad de la iglesia hasta quienes cuestionaban el transfondo de la iniciativa proveniente de un gobierno que a esas alturas ya cargaba con varios cuestionamientos en materia de transparencia.

A tal punto se dividieron las aguas que el proyecto nunca pudo ser debatido en el HCD. Los opositores decididos a no dar quórum pegaron el faltazo en cada sesión convocada. Incluso, se llegó a liberar un pedido para buscarlos por la fuerza pública, pero nada fue suficiente. El manotazo final llegó a través de un plebiscito y el resultado fue aplastante: un 85% de los votantes se inclinó por el sí. El detalle, para nada menor, es que sólo 13.000 pilarenses se interesaron por votar.

Así, carente de legitimidad el plebiscito quedó sin efecto y desde entonces, el estacionamiento subterráneo sobrevuela como un fantasma cada debate sobre el tránsito en Pilar.

• El centro de trasbordo

Los inconvenientes con el tránsito son, sin lugar a dudas, la mayor fuente de proyectos faraónicos que se registran en el distrito. Entre los más recientes se encuentran el centro de transferencia en Panamericana y Caamaño destinado a descomprimir el tránsito de la autopista y la construcción de un centro de trasbordo en las inmediaciones de la estación del ferrocarril San Martín que concentre allí todas las líneas de colectivos.

Esta última obra se enmarca dentro del plan de reordenamiento urbano y trae aparejado el traslado de la terminal de ómnibus con sus respectivos negocios, medida resistida por buena parte de los comerciantes céntricos que ven en ella una potencial amenaza para sus ventas.

En 2009 el Gobierno nacional, por medio de la Secretaría de Transporte, convocó a la presentación de proyectos para construir la obra pero el proceso quedó trunco. Las gestiones por parte del Gobierno municipal para obtener un crédito internacional tampoco dieron sus frutos.

Pese a los reveses, el ambicioso proyecto lucha por seguir en agenda teniendo en cuenta que formó parte de los pedidos elevados por el intendente al Gobierno nacional un mes atrás.

Y mientras se prolonga la espera, el embellecimiento de Pilar y los problemas de tránsito siguen gestando mega soluciones.

• El tren eléctrico

El más antiguo de los anuncios faraónicos está vinculado con los ferrocarriles y data de hace más de medio siglo. La electrificación del San Martín, que une Pilar con Retiro, comenzó a idearse en la década del 60 por la estatal Ferrocarriles Argentinos (FA).

En los 70 la iniciativa fue retomada a partir de un estudio elaborado por especialistas de la ex Unión Soviética pero la idea terminó aplicándose en 1980 a la línea Roca. En los ‘90 la propuesta volvió a cambio de un ajuste de tarifas por parte de Metropolitano que al poco tiempo quedó sin efecto.

En 2004 la idea revivió de la mano de inversores chinos dispuestos a aportar U$S 123 millones para concluir la obra en 2007. Los capitales cambiaron de nacionalidad por enésima vez en 2009 cuando se anunció que a través de un acuerdo con el gobierno portugués la obra culminaría en tres años, es decir, en 2012.

Menciones de honor merecen también el famoso tren bala anunciado en 2008 que uniría Buenos Aires con Rosario pasando por Pilar, así como el plan de inversiones para el Belgrano Norte y sus estaciones de Villa Rosa, Del Viso y Manuel Alberti.

Entretanto, 8 millones de usuarios aguardan expectantes nuevas promesas transatlánticas donde depositar sus esperanzas de viajar un poco mejor.

El estadio de Ginóbili

Los números, grandilocuentes por donde se los mire, hablaban de una construcción sin precedentes para el distrito y sus alrededores. Las vacas flacas todavía estaban lejos y Pilar podía soñar (y sobre todo creer) que iba a ser posible albergar en el km. 46 de la Panamericana a uno de los cinco estadios cubiertos más grandes del mundo.

Arena Center era el nombre del proyecto anunciado en octubre de 2008. Un estadio con capacidad para 22.500 personas al estilo NBA, 6.500 m2 de oficinas, 3 mil cocheras cubiertas, palcos de lujo, abonos VIP por 130 mil dólares anuales, un restaurante de primer nivel, un centro comercial y una altura comparable con la de un edificio de 12 pisos.

Un centro de convenciones de 2.950 m2 para realizar congresos, eventos sociales y eventos corporativos, anunciaban sin despeinarse los desarrolladores. Y circulaba por aquellos días la versión de que el mismísimo Emanuel Ginóbili estaba detrás de la inversión.

Ni los renders y videos sobre el proyecto, ni siquiera el otorgamiento por parte del HCD en 2007 de la excepción necesaria para construirlo, fueron suficientes para sostener el proyecto. Un intento -sin éxito- por revivirlo en 2010 fueron las últimas noticias del estadio que prometía convertirnos en anfitriones de lujo de grandes figuras del deporte mundial.

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