¿Cuántos monumentos quedan en Córdoba?

La Municipalidad no lo sabe. El último registro está incompleto y data de 1992. Para peor, muchas de las obras que la comuna retira para restaurar, “desaparecen” sin dejar rastro.

En el fondo, podríamos decir que la escultura de Ana Frank fue “afortunada”. Y es que, más allá de haber sido decapitada por vándalos y luego caricaturizada por un restaurador inexperto, logró la atención necesaria para que las autoridades trabajen en ponerla “a punto” y no se extravíe en algún galpón municipal.

La hipótesis suena descabellada pero no lo es. Y es que en los últimos años numerosos monumentos de la ciudad –tras ser atacados por inescrupulosos– fueron “retirados” por la propia Municipalidad, para resguardarlos… pero en realidad desaparecen sin dejar rastro. 

“No sabemos dónde está”. Ejemplos hay muchos: la centenaria fuente de la plazoleta de la Merced (cambiada por una desabrida réplica de una fuente Catalana), el busto de Figueroa Alcorta de la plaza de la Intendencia, el Monumento al Trabajo creado por el escultor Oscar Suárez (en San Vicente).

Sin embargo, quizá el caso más emblemático sea el del único monumento al himno del país, obra del reconocido artista Alejandro Perekrest. Tras ser vandalizada, la escultura de bronce fue retirada por empleados municipales y depositada en un galpón del vivero de la comuna.

Eso ocurrió en 2002. En 2008 el historiador Carlos Page constató que –lejos de haber sido restaurada– la figura había sido desguazada con amoladora. Por ese tiempo solo quedaban unos pedacitos. “Fue una carnicería”, definió Page.

Hace unos días, un cronista de este diario intentó saber si aún quedaban rastros de esta escultura en los galpones municipales. “No sabemos dónde está. No la encontramos”, confirmó a Día a Día Manuel Ortega, el director de Patrimonio Cultural de ciudad.

Al listado de “desaparecidos”, el funcionario sumó el Monumento al Trabajo, la fuente de la plazoleta de la Merced y seis de las siete estrellas de bronce que simbolizan la unión de los pueblos latinoamericanos, entre otros.

Sin registro. ¿Dónde fueron a parar tantas obras? La respuesta no es una. En varios casos, a las obras las rompen los propios empleados municipales en el traslado y literalmente “se tiran”.

En otros casos –arriesgan los funcionarios– podría tratarse de objetos que se venden en el mercado negro, o incluso se desguazan para venderse al peso, como metal. Lo curioso es que todo eso, se sospecha, transcurre en las propias dependencias municipales.

A estas situaciones se suma un problema más: la Muni no tiene un listado de las esculturas, fuentes y otros monumentos en la ciudad. Tampoco sabe cuántos hay.

“El último relevamiento que hay es de 1992… pero se dejó de hacer al poco tiempo. En 2007 se largó de nuevo pero se suspendió”, confirma Ortega. Según el propio funcionario, “lo que hay” del registro son apenas unas 600 fichas de cartulina, sin siquiera un registro fotográfico.

“La buena noticia es que hace poco tiempo se ha formado una comisión honorífica que también integran la Facultad de Artes de la UNC y la Provincia, para retomar este relevamiento, pero modernizando los métodos”, dijo, esperanzado, el director de Patrimonio Cultural, aunque afirmó que no hay plazos para comenzar con la tarea… . “Primero hay que planificar y pensar con qué recursos humanos lo haremos. No queremos hablar y que luego no se haga nada”, se excusó Ortega.

600

Fichas de cartulina. Es todo lo que hay en el registro de la Muni, sin fotos y actualizado al año 1992. No tienen idea qué queda.

 

Córdoba, el lost de las esculturas

Monumento al Himno. “Escultura Libertad”. Fue por años el único monumento al himno ¡Si hasta su foto salía en el manual de cuarto grado! Estaba ubicada en plaza Urquiza, de San Vicente.

Su autor fue Alejandro Perekrest, el mismo que creó la célebre estatua al Indio, en bulevar San Juan, y el Cristo Redentor del Cementerio San Jerónimo. Dicen que el artista tomó de modelo a niños del barrio para la creación y que esos vecinos –ya viejos– eran reconocibles en los rostros de bronce.

En 2002 una camioneta intentó arrancar el monumento de cuajo, pero no lo logró. A los días, empleados comunales retiraron la figura y la llevaron a un galpón del vivero municipal, donde desapareció. “Terminó cortada por empleados en pedacitos, con una amoladora: la vendieron como bronce”, denunció Page.

Plazoleta de la Merced

La fuente de la plazoleta de la Merced era centenaria. En 2001 fue reemplazada caprichosamente por una réplica de una fontana de Barcelona, donada por un accionista de Cliba. Desde ese momento la fuente histórica desapareció. “Estaba deteriorada, se la trasladó al depósito de Parques y Paseos y se terminó rompiendo”, indicó Miguel Valdemarín, ex funcionario de aquellos días. Hoy nadie sabe que pasó siquiera con los despojos de esa obra.

Los tótems de Alberto Barral

Se retiraron del frente del Patio Olmos hace dos años y no tardaron en “desaparecer” de la explanada del centro comercial. Afortunadamente, la insistencia de la viuda del artista hizo que los ubicaran en algunos meses. “La obra está en el Museo Caraffa, con fisuras y grafitis que requieren restauración. Ya hay planes para concretar esta recuperación y luego poner la obra en la vereda del frente de la Casa Radical”, dijo Ortega.

E'lo que hay

La Municipalidad no cuenta con presupuestos para restaurar monumentos pero tampoco tiene un grupo de restauradores propio; de hecho la dirección de Patrimonio Cultural de ciudad tiene tan solo cinco trabajadores que se dedican –casi full time– al seguimiento de expedientes de edificios de valor patrimonial a punto de ser demolidos.

En los últimos días la Municipalidad decidió que lo mejor para restaurar la obra de Ana Frank era retirar el monumento del lugar y no taparlo.

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