¿Y si Cristina no se presenta?: El escenario que emociona a Daniel Scioli

¿Y si Cristina no se presenta?: El escenario que emociona a Daniel Scioli

Daniel Scioli está de vuelta. El suyo es un caso excepcional, que como el Ave Fenix ha conseguido renacer de las cenizas cuando todos lo daban por muerto. Como en aquél momento aciago en el que un terrible accidente puso fin a su carrera como motonauta, pero fue capaz de vencer la adversidad y reinventarse como político. 

Mesurado, moderado como siempre, no exige revancha ni agrede a quienes trataron de hacer leña cuando lo consideraron un árbol caído. Como las “orgas k” que lo excluían de sus actos, por considerarlo no suficientemente sumiso a las órdenes de la jefa. Como la propia Cristina Fernández de Kirchner, que trató de ningunearlo cuantas veces pudo, tanto desde el  púlpito como desde las acciones. 

Pero Daniel Scioli es un pragmático, y sabe que de nada le serviría envenenarse en el rencor. ¿Para qué recordar las asfixias presupuestarias impuestas por una presidente que teóricamente era de su propio espacio político? ¿Para qué traer a colación como le mandaba cada año a Roberto Baradel como cabeza de puente para una ofensiva sindical que retrasaba sistemáticamente el inicio de las clases en la provincia, sólo para tratar de presentarlo como un inepto frente a la opinión pública? ¿O tal vez su designación como candidato del FPV en las presidenciales de 2015, mientras lo destrozaba desde los patios militantes, descalificaba cualquiera de sus iniciativas que no significara la mera reproducción del modelo de la Dama del Látigo, o enviaba a La Cámpora y a Carta Abierta a mofarse de su desgracia, declarando que con Scioli “el proyecto nacional se quedaba manco”, ordenándoles hacer todo lo posible para hundir su candidatura. Es que, como no han ocultado sus íntimos de entonces, Cristina estaba “sacada”, obsesionada con Daniel Scioli, a quien juzgaba como un político mediocre, un pésimo administrador, un sujeto escasamente ilustrado, pero que había sido capaz de sacar el 58 por ciento de los votos en 2011, cuando ella “apenas” había conseguido el 54 por ciento.  

Cristina nunca pudo entender por qué Scioli sumaba tanto, obtenía el afecto y la complicidad de una sociedad que a ella -que se veía hermosa, inteligente, “demasiado” genial para una Argentina mediocre, y así se lo hacía repetir a sus “empleados- la miraba de costado y esperaba agazapada la oportunidad de tomarse revancha de su autoritarismo y de su soberbia.

Tal como dejó filtrar uno de sus antiguos colaboradores, hoy distanciado, la designación de Sciolipor el dedo presidencial no fue un premio, sino una venganza. De ninguna manera Cristina estaba dispuesta a permitir que alguien la sucediera en el liderazgo institucional del FPV mientras ella estuviera viva. Por eso jugó a destruir su candidatura desde el mismo momento en que decidió consagrarla. Por eso cayó en la duda cuando la fórmula de la derrota que designó para la provincia de Buenos Aires cayó vapuleada por una ignota María Eugenia Vidal, luego de dejar de lado en unas PASO con tufillo a fraude a Julián Domínguez y a Fernando Espinoza. 

Cristina nada hizo para que Scioli ganara. Más aún, muchos han comentado cómo se divertía a costas de Daniel Scioli, cuando la prensa lo destrozaba al comparar su gestión con la de María Eugenia Vidal. Comparación injusta, sin lugar a dudas, ya que en tanto Vidal recibió recursos ilimitados de parte de Mauricio Macri al menos durante los primeros dos años y medio de gestión, Scioli sólo había merecido migajas y burlas de la ex presidente. 

Cuentan que, para descalificarlo del todo, Cristina le dio apenas un quinto lugar en una lista de ignotos aspirantes a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Al fin le quedaría en claro a este sujeto gris, sin brillo, cuya popularidad le resultaba inexplicable pero que, pese a todo, había estado a 1,5 puntos porcentuales de llegar a la presidencia en contra de su voluntad, quién era la que hacía y deshacía en el FPV, y que manipulaba al peronismo como un bollo de arcilla fresca.

Finalmente, Daniel Scioli consiguió su banca en silencio, tras haber soportado las peores pruebas para conseguirla. Pero Cristina no podía disfrutar de su crueldad, ya que ella misma había sido derrotada en “su” territorio pon antonomasia, la provincia de Buenos Aires por Esteban Bullrich, un burócrata de cepa radical y reconvertido en funcionario del macrismo en los ministerios de Educación de CABA y de Nación. ¿Hasta dónde había caído la líder emergente que se codeaba con Barack Obama y con Vladimir Putin?

Pero la sociedad Argentina descansa sobre un suelo jabonoso. La elección victoriosa de Cambiemos en octubre de 2017 se convirtió en caída libre y pérdida de popularidad constante, al compás de la gestión económica más desastrosa de la historia argentina. De un día para otro, a Vidal se le empezaron a cortar los recursos, las escuelas de la provincia dejaron de funcionar, los docentes morían a causa del pésimo estado de las instalaciones de gas y de luz… Y así, súbitamente, Scioli dejó de ser la contracara de la exitosa gestión de Vidal, para convertirse nuevamente en una referencia cierta para los bonaerenses.

Pero no fue sólo eso. La desilusionante gestión de Mauricio Macri, sus terribles consecuencias sociales y económicas, la destrucción de la calidad de vida y las expectativas de la mayoría de la población, incluida la mayoría de quienes le dieron un voto de confianza en el ballotage de 2015 y su desentendimiento respecto de las promesas electorales –pobreza cero, revolución de la alegría, eliminación del impuesto a las ganancias, fin de los negociados y de la corrupción estatal, Justicia transparente, lluvia de inversiones, etcétera-, reposicionaron en la escena a Daniel Scioli, como el profeta que en el debate presidencial había anticipado el apocalipsis, pero la mayoría de la sociedad no quiso escucharlo.

Por estas razones, pese a haber sido abandonado hasta por sus más íntimos, Daniel Scioli decidió volver hace dos meses. La ecuación es bastante sencilla. Cristina parece estar en condiciones de ganarle a cualquiera en unas PASO, pero pierde aún en todos los escenarios con Mauricio Macri. La sociedad no le perdona sus acciones, sus actitudes, su sectarismo, su propensión monárquica. Alternativa Federal no termina de despegar, y los gobernadores parecen interesados en garantizar su reelección antes que en pensar seriamente en lanzarse sin red a esa tercera vía que postulan Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Miguel Pichetto y Juan Schiaretti. La gobenadora Vidalparece lanzada sin vuelta atrás a suprimir las PASO para cargos provinciales y disociar la fecha de elección respecto de las nacionales. En el entorno de Cristina aseguran que no será candidata si no tiene asegurada la victoria, ya que no soportaría una cuarta derrota electoral consecutiva. En el peronismo postulan una amplia unidad, pero reconocen que sólo sería posible si la ex presidente acepta renunciar a su postulación presidencial. Massa y Urtubey no levantan en su intención de voto en primera vuelta, aunque las encuestas advierten que ambos vencerían a Mauricio Macri o a Cristina Fernández en un eventual ballotage. ¿Quién podría ser el candidato de unidad, con el suficiente reconocimiento a nivel nacional, con excelente recepción en los medios anti-k y capacidad de seducir a los independientes? ¿Tal vez alguien que en su momento anunció lo que pasaría, y que, pese al perverso esmerilado al que fue sometido por Cristina y el stalinismo K, casi llega a derrotar al actual presidente, con el apoyo de un impensado clamor popular espontáneo?

Scioli se esperanza con este escenario. Ha mantenido sus posiciones institucionales dentro del PJ y, de la mano de Juan Manuel Urtubey, ha intentado un acercamiento a Alternativa Federal. Los gobernadores han querido hacerle pagar el costo de su fidelidad a Cristina y a su condición de ex gobernador bonaerense, y lo han puesto en lista de espera. Sin embargo, todos saben que, al momento del cierre de las candidaturas, si ninguno de los otros candidatos del espacio consigue dar un salto significativo en la intención de voto, el conductor de “la gran Argentina” podría tener en 2019 su ansiada revancha en la carrera presidencial. Tal como comentara a REALPOLITIK una persona muy próxima a Scioli: “Es un deportista de alto rendimiento. Sólo le importa llegar a la meta, y no le hará ningún asco a las instancias que deba superar. Sólo le importa el objetivo”.

Ese objetivo presidencial, a medida que pasan los días, se vuelve cada vez más palpable para Scioli, que mantiene intactas su fe y su esperanza.

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