Cristina: así no

Cristina: así no

Tal como ocurrió en abril de 2013 y junio de 2014, cuando las inundaciones generaron decenas de muertos y miles de evacuados en distritos como La Plata, Luján y San Antonio de Areco, los anegamientos que se están registrados desde la semana pasada en 40 municipios bonaerenses sacan a la luz –nuevamente- el estado de atraso y de subdesarrollado en el que se encuentra la Argentina luego de más de 12 años de gobierno K.

Como nunca antes en la historia de nuestro país, un gobierno como el kirchnerista dilapidó tantos recursos en clientelismo y corrupción. Miles y miles de millones de dólares se malgastaron con el objetivo de montar un sistema elefantiásico para conseguir el voto fácil, y mantener a los pobres cautivos, mediante planes sociales que atentan contra la cultura del trabajo y los condenan a ser cada vez más pobres. Asimismo, otros miles de millones terminaron en manos de los corruptos y de sus socios. Mientras tanto, las grandes obras de infraestructuras que necesita nuestro país, brillaron y brillan por su ausencia.

Cabe destacar que las inversiones públicas que apunten a la construcción de represas, diques, terraplenes y dragados, si se hacen de forma adecuada y con un sentido estratégico, permiten dinamizar la economía y desarrollar el país. Por eso, el interrogante a plantear es el siguiente: ¿por qué a los gobernantes no les interesa invertir en grandes obras hidráulicas?  Algunos sectores argumentan que es que estas obras no se ven y por eso supuestamente no generan votos. Un razonamiento bastante estúpido, típico de la elementalidad política que predomina en la Casa Rosada. La realidad es que un gobierno que logre solucionar el problema de las inundaciones, aunque sea una parte, quedará en la historia.

La  reacción del kirchnerismo, ayer, fue en sintonía con esa elementalidad que tanto los caracteriza. Concretamente, la presidenta Cristina Fernández decidió cancelar el acto que tenía programado y mandó a algunos de sus funcionarios aplaudidores –con Axel Kicillof a la cabeza- a anunciar medidas paliativas como aumento temporales en las jubilaciones, asignación universal por hijo y subsidios, exclusivamente para los inundados. Nadie en su sano juicio puede estar en contra que se brinde ayuda solidaria en momentos de emergencia. El problema es que estas medidas, por si solas, de poco y nada servirán ante las soluciones de fondo que necesita los miles de bonaerenses que, año a año, pierden todo lo conseguido durante una vida de trabajo por los anegamientos.

Fue tan mamarrachesco el accionar del gobierno nacional que, anoche, se organizó otra conferencia de prensa donde participó el inefable jefe de gabinete, Aníbal Fernández; y el secretario general de la Presidencia, Eduardo “Wado” de Pedro, que, como se sabe, padece un evidente trastorno en la comunicación. ¿Cuál fue el objetivo? Anunciar más medidas paliativas cuyo impacto es equivalente al de una gota en un océano. 

Un ejemplo muestra las prioridades de la actual administración gubernamental: para montar la feria Tecnópolis en 2012, se derivaron recursos que habían sido asignados, previamente, al denominado Fondo Hídrico que fue creado para prevenir y combatir las inundaciones en distintas zonas del país. En la Provincia de Buenos Aires se registró un panorama similar ya que, al analizar los números del Ministerio de Infraestructura bonaerense, aparece una alarmante subejecución de las partidas presupuestarias destinadas a la realización de obras de saneamiento hidráulico.  Algunos números hablan por sí solos: según los datos oficiales publicados por la Contaduría General de la Provincia, el año pasado quedaron sin ejecutar o se desviaron unos $68 millones que deberían haberse destinado al programa de Saneamiento Hidráulico del Ministerio de Infraestructura. En 2013, la situación fue aún peor ya que el saldo sin ejecutar fue de $140 millones que, se sospecha, se habrían destinado a otros fines que nada tienen que ver con el problema hídrico bonaerense.

Todo esto lo que marca que la solución del problema de las inundaciones no es una prioridad para gran parte de la clase dirigente, que evidentemente no cuenta con un mínimo sentido estratégico a la hora de diseñar los planes de gobierno. Por ejemplo, con los 8000 millones de pesos que se llevan gastado con el Fútbol para Todos, se podrían haber realizado en el último lustro importantes obras hidráulicas para canalizar los enormes excedentes de agua y abastecer distintas zonas que en los últimos años fueron castigadas por sequias. Es decir, no solamente se hubiesen salvado vidas y el patrimonio de miles de bonaerenses, sino que también se habría generado un enorme impacto económico positivo en un país como la Argentina que, desde hace casi dos años, está en recesión.

Una vez más, cuando la impericia se complementa con la corrupción, el costo es demasiado alto y las consecuencias terminan recayendo sobre la espalda del soberano.

Indignación de la Iglesia

La Parroquia de la Conversión de San Pablo, en Salto, se alojan un centenar de personas que debieron abandonar sus hogares por las inundaciones, en una de las localidades más afectadas de la provincia de Buenos Aires. En ese lugar, a pulmón, el párroco coordina los esfuerzos para sobrellevar la crítica situación, pero también se detiene a pensar en la raíz del problema.

Para él, el párroco Domingo Pisoni, la falta de inversión de las autoridades provinciales y nacionales fue nula en los últimos años, pese al sinfín de promesas que escucharon los vecinos, pero que se escurrieron como el agua que hoy invade sus casas.

"Han quedado barrios enteros bajo el agua. Una desolación. Se inundaron lugares que jamás se habían inundado. Es la inundación más grande que se ha dado en Salto", explicó el sacerdote, y destacó que, en toda la provincia de Buenos Aires, "estos fenómenos son por obras que no se hacen".

"Así como no tenemos memoria de una inundación como esta, tampoco tenemos memoria de que se haya realizado alguna obra. Las promesas están, la cuenca del Salado hace años que está presupuestada, pero bueno... La corrupción no sólo mata, como dicen, sino que también inunda", insistió.

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