De Cristina a Mauricio, el fin de los liderazgos light

De Cristina a Mauricio, el fin de los liderazgos light

Del centralismo inagotable de la Presidente al "dedazo" del líder del PRO en favor de Rodríguez Larreta, los líderes políticos juegan fuerte y lo resienten quienes no son bendecidos con el respaldo oficial. La semana tranquila de Massa y la euforia (parcial) de Scioli

Hazte fama y échate a dormir. Tantas guerras con los buitres, el mundo occidental, el sistema financiero internacional mezcladas con sonrisas a Irán y Venezuela que a cualquier funcionario de un país central se le puede confundir los papeles. Eso es lo que pasó con la ridícula e infundada denuncia del -otrora prestigioso y poderoso- Foreign Office británico y su sistema de inteligencia, el mítico MI6, sobre el rearme vía Rusia y la posible reconquista de las Malvinas. No es que el gobierno argentino tenga la culpa de semejante gaffe. Pero sí de generar las condiciones para que una administración –como la de David Cameron- pueda inventar cualquier cosa en función de sus cuitas internas británicas.

Tampoco hay creer que el tema preocupó mucho a la política local. Lentamente la campaña electoral -como corresponde- va imponiéndose en el escenario. El inminente clima comicial solo es interrumpido por las guerras judiciales sobre la denuncia original de Nisman y el papelón en que se ha terminado convirtiendo la investigación sobre su muerte. Hasta las cadenas de la Presidente ya tienen un inconfundible tinte proselitista: va de inaugurar trenes, proponiendo una vida en cuotas en el camino, a ofrecer una moratoria impositiva de 120 meses. Cristina en campaña. No es un dato menor.

El que sigue "feliz", en el concepto hegeliano-riquelmeano del término, es Scioli. "Todos están con eso de que nos reunimos con Cristina y cerramos todo, pero no es así. La razón por la que estamos contentos es porque Daniel subió en las encuestas y esta primero", le explica un habitué del Gobernador a este periodista. Sin embargo, la euforia no es total. Desconfiados –con razón- los sciolistas quisieran ver firmada y por escrita la habilitación para que el Gobernador participe de la bendita PASO del FpV en agosto. Se sorprendieron un poco con la inesperada pole-position en las encuestas ("creíamos que hasta abril todo era de Macri") y dicen que la clave es que "para la gente el candidato de Cristina es Scioli. Son muchos años juntos desde el 2003 y en el inconsciente colectivo, Scioli es kircherista. Y por lo tanto el candidato natural de la continuidad del espacio es él".

El razonamiento termina, como se sabe, en un Scioli ganador en primera vuelta. O sea, el Plan A, el más obvio, natural y previsible de todos pero el que menos forma parte del análisis político habitual y que se traduce en que Scioli finalmente resulte el candidato de Cristina. Pregunta: ¿lo sabe Cristina también?

Al respecto, el jueves a la noche, en la máxima reserva, tuvieron lugar dos cumbres. La primera, entre los gobernadores Gildo Insfrán, José Luis Gioja, Luis Beder Herrera y Eduardo Fellner. Luego fueron hasta la Casa Rosada y se vieron con Carlos Zannini, Aníbal Fernández y Wado de Pedro. El pretexto del encuentro fue discutir el posible adelantamiento en las provincias (lo que parece quedo un poco descartado). ¿El motivo real? La situación de la candidatura de Scioli. "Cristina no va a levantar la mano de ningún candidato de los que hay ahora", dicen que dijo uno de los K. La interpretación de los visitantes fue que podría haber "un tapado", pero lo más importante es que no habrá "vetados". O sea que Scioli se podría presentar sin problemas. 

A Macri habrá que reconocerle que en épocas de " liderazgos light" –el autor del concepto es José María Aznar para criticar a Zapatero, pero luego le terminó cayendo a Mariano Rajoy, Barack Obama y sigue la lista- no es poca cosa jugarse en una interna de su partido por un candidato a Alcalde. Ya lo había mostrado con su rápida interpretación de los resultados de la Convención Radical dejando en offside a Ernesto Sanz. O el jueves cuanto viajó a la intocable Córdoba a rearmar la "Triple Alianza", imponer a Luis Juez como senador nacional y enfriar las ambiciones de Ramón Mestre, no sin subir las acciones de Oscar Aguad.

Regresando a la Ciudad, más allá de que "Horacio" sea su amigo, y que "Marcos" (Peña) y el propio "Mauricio" se sientan personalmente enojados con "Gabriela" por presentarse a las PASO, lo más normal en este tipo de casos es que el líder tome distancia y aparezca la noche de la elección para levantarle la mano al vencedor, como si nada hubiera pasado. Es lo que creyó "Gabriela" que sucedería. Pero no. Consecuencias de la decisión de "Mauricio": imposibles de saber sin los resultados. Pero cuidado, en Argentina se valora más tomar decisiones que no tomarlas, aunque el resultado no sea el deseado. Si no que lo cuente Cristina, dos veces reelecta, toda una experta en tomar decisiones, muchas veces equivocadas. 

Macri ha hablado poco –como todos los candidatos a esta altura- de lo que sería su estadía en la Casa Rosada, pero lo mucho o poco que dijo no parece definir a un Presidente sin convicciones, las que por supuesto pueden disgustar a más de uno. Más bien todo lo contrario. La muerte del cepo en un día fue un ejemplo.

(Nota de autor: habrán notado que cuando el periodismo habla de PRO, las figuras son mencionadas por su nombre de pila. Dicen que la idea la trajo Durán Barba del Ecuador continental y apuntaba a darle un tono más familiar a la política. Se espera con ansiedad que vuelvan los Macri, los Rodríguez Larreta, los Michetti y los Peña en la eventualidad de que la ola amarilla llegue a la Casa Rosada).

Sergio Massa, por su parte, logró otra semana sin defecciones. Es que "las idas" tienen dos partes: irse de un lugar y llegar a otro. Esta segunda parte no parece tan sencilla, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Muchos dirigentes renovadores, como el caso de Jesús Cariglino, que se están por ir o hacen todo lo posible para que parezca que están por hacerlo, no han sido recibidos por alfombras rojas por las otras dos campañas. El partido de Macri deberá tomar una decisión seria: negociar los pases directos de los principales caciques de aquí a junio o esperar crecer en intención de voto y que los jefes locales se "sumen" sin pedir nada a cambio a la lista nacional de PRO, necesitados de "ir con alguien arriba". Es una decisión de hierro que debe tomar Macri y su equipo, porque su éxito nacional depende en buena medida de mejorar lo que a esta altura parece, más que un talón, su pierna de Aquiles: la provincia de Buenos Aires.

Volviendo a Massa, sigue recorriendo la Provincia –sobre todo el conurbano- y rezando para que las encuestas comiencen a sonreírle. Se queja de cierto apagón mediático, insiste con sus propuestas y sostiene su campaña en dos supuestos: que tanto Scioli como Macri lo necesitan en las PASO para que no despegue ninguno de los dos, y que Scioli no sea el candidato de Cristina. Este siempre fue su verdadero Plan A.

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