Cristina ignoró la marcha y dijo que nadie le "marcará la cancha"

Cristina ignoró la marcha y dijo que nadie le

En un acto armado como contracara de la convocatoria de los fiscales, exhibió un tono duro para criticar a EE.UU. y a Israel; escasa presencia de gobernadores

En un clima festivo, con grúas desde donde volaba una mujer vestida de celeste y blanco y un final con lluvia de papelitos, Cristina Kirchner ignoró ayer por completo la marcha del silencio que horas más tarde coparía las calles en recuerdo del fiscal Alberto Nisman.

Con tono filoso y por cadena nacional, la Presidenta advirtió que nadie le "marcará la cancha" y apuntó directo a Estados Unidos e Israel, a quienes un día antes les había exigido por carta que incluyeran en las negociaciones con Irán el reclamo por el esclarecimiento del atentando contra la AMIA.

"La Argentina regresa al selecto club de once países que pueden producir uranio enriquecido. Esto es lo que les molesta a algunos", descargó. "Por eso ayer nuestro canciller envió dos cartas a dos importantes actores internacionales, en momentos en donde en el mundo se están debatiendo cuestiones que algunos quieren venir a plantar acá", se quejó. Fue durante el acto que encabezó al mediodía desde la localidad bonaerense de Lima, donde festejó que la central nuclear Atucha II alcanzó ayer su potencia máxima. De sorpresa, la presencia de la Presidenta se pautó apenas 24 horas antes, a tal punto que apenas terminó, tomó el Tango 01 y se volvió a Chapadmalal, donde había pasado parte del fin de semana con sus hijos.

Ante unos 3000 militantes, con un sol que a esa hora hacía irrespirable el enorme predio al aire libre donde se montó el escenario, Cristina Kirchner no consiguió la foto que buscaba rodeada de gobernadores, ya que apenas asistieron media docena, entre ellos, Daniel Scioli, que sobre el final del acto se llevó una abrazo de la propia Presidenta. En primera fila se ubicaron Lucía Corpacci (Catamarca), Martín Buzzi (Chubut), Sergio Urribarri (Entre Ríos), Gildo Insfrán (Formosa) y Luis Beder Herrera (La Rioja).

"Lean con atención cada uno de los párrafos de esas cartas que hemos enviado porque allí está lo que quiero avisarles a todos y a quienes van a tener que gobernar nuestro país después del 10 de diciembre del 2015", insistió Cristina, que viene apuntando al rol de Estados Unidos e Israel en la causa AMIA y sobre todo después de que, tras la muerte de Nisman, ambos gobiernos expresaran su preocupación.

Detrás de ella se ubicó el gabinete nacional, casi en pleno, incluidos el vicepresidente, Amado Boudou, y el secretario de Seguridad, Sergio Berni, que sorprendió vestido de traje para la ocasión. El único ausente fue Florencio Randazzo.

Cristina Kirchner volvió a defender la alianza que selló con China e hilvanó ese hecho como el causante de lo que calificó "los intereses" que la quieren ver subordinada.

"Les pido que abran bien los ojos. Se enfrentan con gobiernos como éste, que no permite que nadie le marque la cancha. Éste es el problema", abundó. "Estamos abiertos a todo el mundo pero sin imposiciones de nadie", reclamó la Presidenta, y dijo que hasta que termine su mandato seguirá tomando decisiones con "ovarios".

En otro tiro por elevación hacia Washington y Tel Aviv, Cristina remarcó que puede ir "a cualquier país del mundo, aun a aquellos que tienen cárceles clandestinas y a gente detenida sin proceso" o los que "lanzan misiles contra poblaciones civiles". Y soltó: "Puedo ir a cualquiera de esos países, pararme enfrente y decirles que en la Argentina impera la ley".

De paso, volvió a cruzarse con los empresarios que habían cuestionado duramente los acuerdos firmados con China y recordó una anécdota que contó esta semana Juan Carlos Lascurain en un reportaje en Página/12, en el que recordó que el ahora diputado por el Frente Renovador José Ignacio de Mendiguren le golpeaba la mesa al ex presidente Fernando de la Rúa. "Antes gobernaban otros que no eran los que la gente votaba en cada elección, a punto tal que podían hacerles volar los platos", reprochó. Para la tribuna, dijo que a ella nadie le gritaba, ni siquiera Néstor Kirchner. Los militantes la festejaban con cantos en cada pausa mientras esperaban el show final, supervisado por el ideólogo del Bicentenario, Javier Grosman.

En clave electoral, Cristina prometió que buscará garantizar la continuidad de sus políticas y pidió que quien gane en octubre "tenga sus mismas ideas". Después llegaron los papelitos celestes y blancos, ella se acercó a los militantes y les dedicó besos y saludos con los dedos en V..

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