La crisis sumerge a Río en su verano más amargo en años

La crisis sumerge a Río en su verano más amargo en años

Los sindicatos y la policía están en pie de guerra por la falta de pago.

a popular playa de Copacabana deambula entre la fiesta y el hambre. Mientras decenas de operarios montan el escenario de los tradicionales festejos de Año Nuevo en Río de Janeiro, empleados públicos piden comida para enfrentar los pesares por la falta de pago de sus salarios.

El gobierno local, en tanto, declaró el "estado de calamidad económica" en la ciudad que es la vidriera de Brasil al mundo. A pesar de 42°3C que se registraron ayer -la temperatura más alta del año, con una sensación térmica de 47°7C en la zona oeste de la ciudad-, un grupo de empleados públicos volvió a recolectar alimentos, artículos de limpieza y otros productos de la canasta básica para enfrentar el hambre, dijeron.

Desde hace más de un mes, los sindicatos de empleados, médicos y policías de Río están en virtual pie de guerra contra la gobernación, que reconoció estar impedida de pagar los salarios de noviembre, y no puso fecha para el depósito del aguinaldo. El gobernador de Río, Luiz Fernando Pezão, firmó un decreto por el cual el Estado está en un régimen administrativo de emergencia debido al "estado de calamidad económica".

El contraste entre las quejas de los empleados y los turistas extranjeros que comenzaron a ocupar Copacabana y Leblon se convirtió en el paisaje cotidiano de la ciudad. Cerca de 800.000 visitantes llegarán a Río hasta el sábado, cuando se realizará el imponente show de fuegos artificiales y recitales.

Posiblemente sea Río el estado más golpeado por una crisis que comenzó a despuntar en 2014, pero que se mostró con toda su crudeza en 2015, cuando Brasil enfrentó una recesión de 3,8%. Este año la rozará el 3,5%, según los analistas.

Ante la adversa situación económica, los cariocas parecen haber olvidado su proverbial buen humor y optimismo, dijo el escritor Zuenir Ventura. Y es que ni el Cristo Redentor quedó a salvo de las penurias: la arquidiócesis de Río inició una colecta para concertar fisuras, goteras y hasta los problemas eléctricos que la semana pasada lo dejaron a oscuras, lo que hizo más evidente que este verano será uno de los peores de los últimos años.

Los comerciantes también supieron de las consecuencias de la crisis, con los shoppings poco menos que vacíos y las ventas en caída libre. Esa merma de la demanda golpeó a todo Brasil, donde las ventas navideñas en los grandes centros de compras se desplomaron 9% respecto de 2015, según la consultora Serasa Experian.

Las entidades que representan a los empleados locales ya recolectaron 18 toneladas de donaciones para socorrer a sus afiliados, en especial a aquellos que enfrentan más carestía y a los de mayor edad.

El jubilado Bernardo Ferreira lloró ante las cámaras cuando recibió una bolsa con alimentos. "Uno tiene que pasar vergüenza. Esto es muy triste, nunca imaginé que debería recibir una donación", dijo.

Agencias ANSA y EFE

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