La crisis paralizó la interna de Cambiemos en Mar del Plata: ¿y ahora?

Cuando un gobierno atraviesa un momento de aceptación entre la población tiene todas las herramientas a disposición para que sus principales figuras crezcan en imagen e intención de voto. Parados sobre la gestión nacional y, fundamentalmente, sobre la imagen blindada de la gobernadora María Eugenia Vidal, la interna de Cambiemos en Mar del Plata con miras a 2019 se aceleró.

 

Carlos Arroyo salió a proclamar su deseo de ser reelecto (“Por Cambiemos o por afuera”, aclaró después de los desplantes de las máximas autoridades del partido). Casi al mismo tiempo, Vilma Baragiolaconfirmó que sería candidata el año próximo. A fin de año, Guillermo Montenegro volvió a radicarse en Mar del Plata con el guiño de la gobernadora con la idea de pelear por suceder al jefe comunal. Y luego se sumó el jefe del bloque de Diputados Maximiliano Abad, quien espera que General Pueyrredon sea uno de los distritos que quede para el radicalismo, con él al frente.

Sin embargo, esa interna en la que los cuatro sentían que el que la ganara era el seguro próximo intendente, hoy tiene el freno de mano puesto. En una crisis política y económica como la que atraviesa el país, es difícil caminar en cuasicampaña sin salir golpeado.

Todos los sondeos muestran que, como nunca desde que Cambiemos tomó las riendas de la Nación y la Provincia, la imagen positiva del presidente Macri está lastimada. Y la gobernadora Vidal, esta vez, no pudo escapar y también sufrió la caída.

“Es fácil subirnos al tren cuando todo marcha bien, pero cuando la situación es crítica como ahora hay que parar todo”, reconoció a 0223uno de los cuatro aspirantes a la Intendencia de Mar del Plata.

Hasta ahora ninguno había hecho campaña explícita, pero todos, en mayor o menos medida, habían aumentado su exposición y sus actividades, especialmente Abad y Montenegro que necesitan incrementar su nivel de conocimiento en la población. No abandonaron las actividades, pero ahora miran de reojo cada vez que programan alguna, ante los vaivenes de la economía nacional.

“El último timbreo se escucharon críticas como nunca antes”, reconoció un dirigente del espacio.

En medio de esta crisis que alcanza a los gobiernos nacional y provincial, Arroyo parece haber alcanzado cierto grado de calma. La estrategia comunicacional de exponerlo lo mínimo indispensable trajo algo de paz a una gestión siempre convulsionada.

En ese contexto, este miércoles el jefe comunal lanzó el sistema de fotomultas que comenzará a regir este lunes, en una primera etapa con los radares móviles, y luego con los fijos que controlarán los excesos de velocidad, en una ciudad que este 2018 ya contó demasiados muertospor siniestros viales.

“Está mucho mejor, con la gestión bastante ordenada”, consideró un concejal de la oposición, que destacó que justo en el peor momento de Macri y Vidal, Arroyo atraviesa un “buen momento”. “Tal vez le sirva para diferenciarse de ellos”, especuló.

Dos oficialistas no arroyistas, en cambio, entendieron que esa posibilidad no existe. Uno, sostuvo que con Macri y Vidal en problemas Arroyo no tiene ninguna chance de sobrevivir. Otro, admitió una leve mejora en materia de comunicación, pero dijo que el jefe comunal sigue con una falencia clave: el manejo político. Ambos coincidieron que no tiene ninguna chance de ser reelecto.

Más allá del panorama complejo que se presenta para Cambiemos en todos los niveles, la ventaja que ven en Mar del Plata es que, por ahora, no surge con fuerza ninguna alternativa. Las crisis del oficialismo suelen ser una buena posibilidad para los opositores, pero esa posibilidad debe manejarse con el tacto suficiente para no caer en la tentación de “hacer política” con los problemas de la gente.

De todos modos, diversos sectores de la oposición, que hasta hace muy poco tiempo veían prácticamente imposible derrotar a Cambiemos en las próximas elecciones, hoy comienzan a ver que si consiguen elaborar una propuesta sólida tienen posibilidades de que en 2019 la Intendencia de Mar del Plata vuelva a cambiar de color político.

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