La agenda internacional de Mauricio Macri había quedado totalmente paralizada desde la noche del 11 de agosto en que se conoció el resultado de las PASO. El Gobierno se había sumido en una pausa nerviosa desde ese día, que en muchos aspectos aún continúa. La marcha de la crisis y los temblores en el mercado obligaron a repensar algunas ideas.

Macri fue entendiendo durante las últimas dos semanas que el pánico de los mercados tiene en realidad dos orígenes: el temor a un regreso a las recetas kichneristas y al mismo tiempo los errores propios de su Gobierno que hacen que hoy el mundo ya no vea a su programa económico como sustentable. No fue fácil, sobre todo después de la enorme diferencia entre la supuesta euforia de las bolsas el viernes 9 de agosto y la debacle del lunes 12 tras el resultado. Muchas cosas pasaron entre esos días, inclusive algunas de ellas pueden ser objeto de investigaciones penales en el futuro.

Ahora Macri quiere y debe volver a esa agenda internacional con la que hizo diferencia entre su Gobierno y los anteriores k frente a las turbulencias que aún tiene por delante. Desde esa reservada comunicación telefónica con Donald Trump el pasado 24 de agosto, el Gobierno no ha confirmado más contactos con Washington, pero los hubo. Jorge Faurie y Fulvio Pompeo estuvieron al lado del armado de la visita que Ivanka Trump inicia hoy a Jujuy en un programa de busca entrenar financieramente a mujeres de países en desarrollo. La comitiva estadounidense llegará a Jujuy y allí Faurie entrará en operaciones. No se trata sólo de atender a la hija presidencial, trajín que en el que están metido Gerardo Morales y su mujer Tulia Snopek, sino especialmente al número dos del Departamento de Estado, John J. Sullivan que viene junto a Ivanka. En él reside el trabajo del Canciller.

Así, por estas horas Macri entrena de nuevo el músculo internacional. Debe decidir si finalmente viaja a Nueva York para el 24 de septiembre cuando tiene turno (la última chance de este mandato) para hablar ante la Asamblea General de la ONU. En realidad, esa presentación no es lo más importante que tendría el Presidente para hacer en esa ciudad. Está claro que tampoco sería central la posibilidad de reunirse con empresas ya que no suelen prestarle atención a presidentes en el año final de su mandato, pero sí sería clave un encuentro con Trump y alguna charla, aunque más no sea para explicar, con algunos referentes financieros. Aquí ya no se trata de proyectos a futuro, mucho menos ante un posible cambio de mano en el Gobierno que no le garantiza acuerdo alguno todavía a los Estados Unidos, pero si para ayudar a lo que hoy es la máxima aspiración del Presidente: Macri quiere dejar su mandato (si no hay cambio de tendencia tras las PASO) en paz y cumpliendo la transferencia institucional sin alteraciones. En lo personal, aseguran que Alberto Fernández tiene las mismas pretensiones para el inicio de un hipotético mandato suyo.

Mientras tanto, llega a Buenos Aires Wei Fenghe, el estratégico general encargado de la defensa china. Se encontrará con Macri en el despacho presidencial, gesto que para los chinos es esencial. Como excusa está la donación de un hospital móvil y equipos de comunicación a las Fuerzas Armadas. En el trasfondo aparece el interés chino en polo Fadea-Ushuaia (se dice que la fábrica militar es la parte mas débil de esta negociación) que iría a complementar el despliegue de China en puertos comerciales a lo largo de Sudamérica. Ushuaia, en ese sentido, sería un puerto amigo desde el que hacer pie con más facilidad en la Antártida. Sobre esas chances hablaron Faurie y Pompeo con los chinos en otras ocasiones. También la Armada tiene un particular interés.