Por Radio Nacional Ushuaia, el ingeniero Marcelo Domato aclaró que “no nos estamos oponiendo ni a la obra ni al inicio de ella, pero creemos que la evaluación del estudio de impacto ambiental que se ha realizado es poco profunda. Debe mejorarse para asegurar que los impactos de la obra sobre el medio ambiente se encuentren acotados, limitados, que sean conocidos y medibles, y no librados al buen o mal criterio de la persona que lleva adelante los trabajos”.

 

Observó que “no hay una traza definida o al menos hasta el momento no ha sido publicada. Puede estar definido en las oficinas técnicas de la empresa o quizás lo tenga el gobierno, pero no se conoce un proyecto ejecutivo que defina taxativamente la traza. El estudio de impacto ambiental debería hacerse sobre el proyecto ejecutivo, y hay tareas que ya saben que van a hacer, como ejecutar voladuras, explotar yacimientos, va a haber materiales que van a sobrar en lugares donde tienen que hacer cambio de suelo, y es necesario decidir dónde y de qué manera van a ser depositados; también cómo se va a proceder con el excedente de ramas, porque la obra tiene mucho de bosque. Se habla de los troncos pero no de las ramas, que implican mucho volumen y se terminan secando, constituyendo un foco de incendio. Es necesario decidir dónde y cómo se van a depositar”, enumeró de una serie de aspectos que no estarían contemplados en el estudio.

 

Para el ingeniero, definir sobre la marcha “no es lo más conveniente ni del punto de vista ambiental ni del económico. Hay que tomarse el tiempo necesario, porque es más fácil reparar errores en la pantalla de la computadora que sobre la traza del camino. Tener que desviar la traza por toparse con un yacimiento no sólo trae consecuencias económicas, sino que quedan lo que se llaman ‘cicatrices ambientales’ en el lugar por donde se pretendía pasar y no se utiliza, porque se encontró un yacimiento. En Ushuaia tenemos una hermosa cicatriz ambiental en la traza del viejo aeropuerto, que no fue el que finalmente quedó”, observó.

 

Lamentó la falta de diálogo previo con los especialistas, y afirmó que “como Colegio de Ingenieros fuimos consultados recién después de habernos inscripto para exponer en la audiencia pública. Estuvimos reunidos con el ministro Luis Vázquez, con Guillermo Worman y Olaf Jovanovich. Fue una reunión de acercamiento y requerimientos que estamos transmitiendo en la solicitada, porque nos parece que en el estudio de impacto ambiental debe ser incluido el análisis de voladuras, del material que sea depósito, el análisis de los yacimientos, la incidencia de la obra en la población que existe en la zona de Almanza y el área de influencia. Tenemos una población que no supera los 100 habitantes y vamos a incorporar 200 ó 300 trabajadores, que van a modificar la forma y el estilo de vida de la comunidad actual”, subrayó.

 

Además, advirtió del riesgo de intrusamientos una vez abierto el camino, si bien “desde el Gobierno nos transmitieron que tenían cierta planificación para evitarlos, porque fue otro de los temas que planteamos. Tenemos la experiencia de la ruta J, de Andorra hace varios años, entre varias otras”, dijo.

 

“Como Colegio de Ingenieros consideramos que debería profundizarse el estudio, incorporando los tópicos que hemos planteado. El informe de impacto ambiental está suscripto por un médico veterinario y carece de rigurosidad ingenieril. Su formación de grado le quita la posibilidad de ver la obra del punto de vista de ingeniería y le está faltando mucho análisis tecnológico y metodológico al estudio que está colgado de la web”, concluyó.