El coronavirus forzó cambios en la comunicación del Gobierno: un nuevo equipo coordina la estrategia en medio de la pandemia

El coronavirus forzó cambios en la comunicación del Gobierno: un nuevo equipo coordina la estrategia en medio de la pandemia

No es lo que imaginó el Presidente cuando aceptó la candidatura que le ofreció Cristina Kirchner. Salida de la zona de confort del discurso político y teleprompter para el mensaje preciso. Información diaria, transparencia y coordinación: un modelo fuera de la epistemología K

El mundo hace años espera la llegada de una gripe tan peligrosa como la que se desató en 1918, donde el principal vector de propagación fueron los movimientos masivos de tropas que volvían de la guerra. Se estima que hubo 500 millones de personas que se infectaron, alrededor de un tercio de la población mundial de entonces, cuando murieron 50 millones y los sistemas de salud no daban abasto para contener la propagación de la enfermedad.

Desde entonces, los epidemiólogos temen por la llegada de un virus igualmente letal y de fácil contagio. El medio vaso lleno es que por esa época no era posible aislar virus en laboratorios, ni existía la posibilidad de diagnósticos y tratamientos que aseguraran una evolución positiva de la enfermedad en la gran mayoría de los casos. El medio vaso vacío es que la interconexión dentro y entre los países adquirió un despliegue impensado 100 años atrás, con 12 millones de personas que a diario se trasladan en avión, algo así como 120 mil vuelos diarios, lo que supone unos 3.000 millones de pasajeros que viajan cada año, solo en avión.

La investigación científica avanzó a niveles imprevisibles en las últimas décadas. Pero las posibilidades de contagio parecen infinitas en el actual estadio de la humanidad, donde la integración global es la moneda corriente y la cultura de los países toma como algo natural el traslado permanente, lo que no sucedía tan solo hace 100 años.

La última pandemia que azotó al mundo fue en 2009, la H1N1. Entre abril de 2009 y 2010 se contagiaron 60 millones de personas, se hospitalizaron 274 mil, pero “solo” murieron 12 mil. El nuevo coronavirus contagió a 145 mil personas en el mundo, de las cuales más de la mitad ya están recuperados. Pero hasta ahora mato a más de 5000 personas, elevando notablemente la tasa de letalidad en relación al H1N1. Esta constatación es la que está obligando a los gobiernos de todo el mundo, sin importar ideología, a tomar drásticas decisiones en materia de aislamiento para mitigar lo más posible el contagio.

Por cierto, Alberto Fernández no imaginó semejante complejidad global cuando decidió aceptar la candidatura a presidente que le ofreció Cristina Fernández de Kirchner, un escenario que solo anticipa caídas históricas de crecimiento, que solo profundizará la recesión que en la Argentina ya lleva prácticamente 10 años.

Cuando aún no pudo poner en marcha el Estado ni resolver la renegociación de la deuda (que era su prioridad), se encontró de frente con una emergencia sanitaria que no pudo ignorar y que lo obligó a salir de su zona política de confort.

Este tiempo en el que le tocó gobernar exige precisión, toma de decisiones basadas en la evidencia científica, y un esfuerzo coordinado de distintos estamentos administrativos donde lo que único que seguro no importa es si el ciudadano que tiene que autoaislarse es un kirchnerista duro o un ferviente dirigente de Juntos por el Cambio: todos, por igual, son vectores potenciales de un virus que pone en riesgo la sustentabilidad del sistema nacional de salud, es decir, su propia gobernabilidad. Y todo indicaría que Fernández ya tomó nota de esta dura realidad.

Ginés González de García al momento de jurar como ministro de Salud (Gustavo Gavotti)

Después de sucesivos errores de comunicación de Ginés González García y de él mismo, apareció un teleprompter en su discurso por cadena nacional. Cristina Kirchner se haría un harakiri antes de aceptar que necesita leer un mensaje, herramienta habitual de los principales líderes del mundo que es considerada una prueba de falta de talento político entre los jóvenes camporistas.

Ni el Presidente ni el ministro tienen demasiado espacio ya para dar entrevistas sin red cuando, buscando empatizar con la población, intentan minimizar el terror que provocan medidas inéditas en la historia de la humanidad para aislar las posibilidades de infección.

González García dijo en reiteradas oportunidades en Casa Rosada que lo que estaba haciendo China se trataba de la “cuarentena más grande jamás vista". Y, claro, quedaba lejos, porque no había vuelo directo entre ese país asiático y la Argentina. Además, aquí estábamos en verano y en el hemisferio norte las temperaturas invernales estaban en mínimos históricos. Nunca es sencillo aceptar lo distinto.

El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, al confirmar el primer caso de coronavirus

Con razón, a Ginés le preocupaba el dengue, un virus que impactará este año más que en los anteriores, porque la epidemia que se desarrolló en el sur de Brasil y en Paraguay fue especialmente fuerte y aquí va a llegar con toda su furia a fines de marzo. Sin embargo, más allá de lo que dijera públicamente, y aunque se lo critique por ir de atrás con el COVID-19, nunca dejó de seguir lo que recomendaba la OMS para países como el nuestro, alejados de Asia.

Pero en tiempos de redes sociales no es solo cuestión de hacer, sino también de parecer. Cualquier cosa que digas será usada en tu contra y poco será el tiempo que tendrás para reparar cualquier palabra dicha de más, o de menos. Se instaló que a González García le habían impuesto una “cuarentena” comunicacional y que se le había intervenido el área de comunicación desde Presidencia, lo que en parte es cierto, aunque no exacto.

En el Ministerio de Salud sigue el mismo vocero, pero al equipo de comunicación presidencial se incorporó Fernando "Canario " Coradazzi, ex vocero de Aníbal Fernández y experto en el manejo de crisis, para reforzar el equipo que conduce Juan Pablo Biondi. Es que en la Secretaría de Comunicación y Prensa se creó un grupo específico para monitorear y coordinar la estrategia sobre el nuevo coronavirus, un asunto que imaginan puede durar meses y hasta un año entero. Incluso se armó una mesa de coordinación de la comunicación, donde se sumó Javier Porta, el responsable de la comunicación de la Jefatura de Gabinete.

Alberto Fernández preside la reunión interministerial en medio de la pandemia

Para mañana por la mañana, por ejemplo, se espera un nuevo encuentro coordinado por Santiago Cafiero y González García junto a otros ministros, para continuar resolviendo aspectos puntuales de las medidas tomadas y analizar si corresponde endurecer lo decidido. Al mediodía, el Ministro de Salud tiene previsto una reunión con los ministros de salud de las provincias, el ya conocido COFESA (Consejo Federal de Salud), aunque enfocado a la emergencia por el COVID-19, que exigirá la compra de insumos elementales para proveer la asistencia, como respiradores.

Mientras tanto, la clave es informar diariamente y con transparencia, en contacto permanente con la opinión pública a través de los medios de comunicación, en un sistema parejo y sin preferencias ideológicas aquí tampoco. Es lo que manda el protocolo, una epistemología en materia comunicacional bastante alejada del manual del militante kirchnerista.

Como las administraciones de Xi Jinping, Giuseppe Conte y Donald Trump, el gobierno de Fernández está obligado a mostrar capacidad en proteger a los ciudadanos de un enemigo que avanza en forma inexorable y donde no cabe la duda ni la debilidad, aunque el costo sobre la economía sea evidente y hasta peligroso. Y tiene que hacerlo en un marco de respeto por las reglas de la democracia y las instituciones.

Seguramente no fue la épica que imaginó cuando aceptó el desafío de ser candidato de lo que después se llamó el Frente de Todos, pero sin dudas es lo que le agradecerá la población -sin importar filiación política- una vez superada la crisis.

Comentá la nota