Coronavirus en Argentina: los soderos que recorren las calles hace 90 años y se volvieron esenciales en la cuarentena

Coronavirus en Argentina: los soderos que recorren las calles hace 90 años y se volvieron esenciales en la cuarentena

Les regalan dibujos, pastafrolas y los aplauden. Cada repartidor puede llegar a tener 135 direcciones por recorrido. Dicen que el agua es un elemento básico, como el pan y la leche.

Los videos suelen comenzar con imágenes de la ciudad vacía. De lugares que antes del 19 de marzo solían estar repletas de gente: plazas históricas, estaciones de subte y de tren y principales avenidas. Y siguen con representaciones de trabajadores que se exponen día a día y continúan trabajando para nosotros: se ven médicos, policías, barrenderos y recolectores y personal del ejército acompañados por frases como “…para ganar esta batalla, hay mucha gente que tiene que seguir saliendo a la calle…”. 

Son las 6.45 AM de la mañana y a una de las esquinas de La Plata llegan cerca de 50 trabajadores que bien podrían haber sido representados en los videos u homenajeados con los aplausos de las 21 horas. La mayoría de ellos saldrá a la calle. Todavía es de noche. Gastón López, 46 años y 8 en el oficio, hincha de Gimnasia de La Plata, titular del reparto 263, y vecino de la ciudad, tiene un listado de 135 direcciones de Ensenada: 135 puertas de casas de vecinos que lo esperan con botellones y sifones vacíos. Y que esperan que les lleve lo mismo, pero llenos. A su alrededor, cada uno en su respectivo camión, decenas de colegas se preparan para lo mismo. Y a lo largo y ancho del país, son muchísimos más.

Según el Museo de la Soda, se estima que hace más de 90 años que los soderos, que hoy reparten muchísimos más botellones de agua que sifones, trabajan puerta a puerta. Nunca paran. Ni siquiera en el medio de una pandemia. “Más allá de la normativa del Gobierno de la Nación, tenemos un compromiso”, explica Gastón, durante su reparto. “Nosotros hacemos la comparación con la leche y el pan. El agua es otro elemento básico e indispensable en muchos lugares. Llegamos a las casas y la gente nos está esperando, porque es una necesidad. Por eso estamos contentos de hacer nuestro trabajo durante la cuarentena obligatoria, tomando los recaudos correspondientes. Además la situación te refuerza en lo personal: sentís que estas ayudando. Y a eso el cliente lo valora. Lo ves con los gestos”.

Los soderos visitan las mismas casas, a la misma hora, el mismo día de la semana, hace años. Muchas veces terminan siendo allegados de las familias. Es común que los inviten a cumpleaños, o a asados, o que les cuenten noticias que los entristecen o los alegren. Hay clientes que hasta les ofrecen sus casas en la Costa Atlántica para que vayan a veranear, sin costo. Y en estos días de pandemia aparecieron otro tipo de gestos.

“Hola Gastón: Buen día; queremos dos botellones. Cuidate, te queremos. Cuidate del Coronavirus”, decía el papelito que le dejó una familia pegado sobre un botellón. Eran uno de los tantos clientes que le confían sus llaves. Gastón, a modo de agradecimiento, dice que tomó una foto del mensaje y la subió a su estado de Whatsapp. Y a ese estado lo vieron muchos clientes. A partir de allí, no menos de 20 decidieron esperarlo con cartas, dibujos o golosinas. Uno de esos gestos fue un dibujito de Juan Simón, de 6 años. La mamá lo subió a las redes sociales y se viralizó.

“Para mí, esperarlo cada viernes es una rutina”, cuenta Romina, la mamá de Juan Simón. “Los nenes son los que más lo esperan. Preparan los botellones. Juan Simón tenía un año y medio cuando conoció a Gastón. Bautista, 5 años. Cada vez que viene, escuchan el camión y corren y lo esperan en la reja. Interactúan mucho con él. Lo quieren”.

Al dibujo de su hijo, Romina le sumó una pastafrola. “Es un agradecimiento. Un mimo. Nos encanta que nos siga trayendo el agua; nosotros también lo cuidamos: ya sea desinfectando los botellones vacíos o haciéndole dibujitos. Queremos que sepa que lo estamos cuidando”.

Héctor Darritchon (33) es Gerente general de “IVESS El Jumillano”. Dice que así como la familia de Romina y Juan Simón se preocupa por Gastón, muchos clientes están pendientes de los recaudos para con sus repartidores. “En varias casas los esperaban con alcohol en gel. Fue muy común que les preguntaran si la empresa los estaba cuidando. No es que decían ‘qué bueno que sigas viniendo a traer agua’ y nada más. No. Querían asegurarse que los estuviéramos cuidando. Eso te marca el nivel de responsabilidad. En términos generales, veo agradecimiento, conciencia y un reconocimiento para todos los rubros esenciales”.

Por último, Darritchon habla de otra frase instalada, muchas veces, en el ámbito empresarial. Se refiere al “los empleados no quieren venir a trabajar o buscan un certificado trucho para no venir”. Dice que todo lo contrario: “el nivel de ausentismo del personal es inexistente. Hablo con gerentes de otros rubros y sostienen lo mismo: todos los empleados están yendo a trabajar. Veo mucho compromiso del argentino”.

Gastón sigue su recorrido. Clarín lo acompaña. Va saludando a todos: comerciantes, vecinos, personal que trabaja en una plaza, a uno grandote que anda en bicicleta. “Es gente que te ve en la calle, siempre”, argumenta. “Días de semana, sábados, feriados. Sean las 8 de la mañana o las 6 de la tarde. La gente valora eso. Ven que sos un laburante y que le metés muchas horas. Te reconoce, te adoptan. Te cuentan sus cosas y te preguntan por las tuyas”.

Y si están tantos días, tantas horas, al igual que los médicos y recolectores y el resto de los esenciales, ¿cómo no iban a estar en este momento?

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