Corazón (verde) partío...

Corazón (verde) partío...

Fútbol y poder: las hinchadas crecen dentro de los clubes en el marco de los negocios anexos y conexos. Sarmiento no puede ser la excepción. La pulseada entre sectores antagónicos

Jugar en primera 

La alegría no tuvo límites y los festejos se prolongaron por las calles, en las casas y en ámbitos tan disímiles como las familias, grupos de amigos o peñas futboleras ¡Sarmiento, ascendió!.

La conmoción ciudadana parecía no tener límite. Abuelos, padres, hijos y nietos volvieron a vestir con orgullo la camiseta verde. Los gallardetes y las banderas salieron a las calles y el grito “dalé ve..., dale ve...” sonó en las gargantas enrojecidas.

La pasión del fútbol, una vez más, se enseñoreaba con ese perfil tan característico que no tiene parangón y que solo puede definirse en sentimientos... no en palabras.

Pero... (siempre hay un pero) los que peinan canas (o en muchos casos ya muestran su calvicie) se animaban a expresar a media voz: “miren que el fútbol grande cambió!... no estamos en los ochenta!...”.

A nadie escapaba que el aggiornamiento del más popular de los deportes es una realidad. Lo que muchos tratan de no decir, que en muchos casos, es para mal...

El poder detrás de la pelota

El Club Sarmiento ha tenido la suerte –muchos señalan que es capacidad dirigencial y tal vez no están equivocados- de contar con una conducción que privilegió la razón por sobre lo circunstancial. El amor a la enseña verde, no invalida “pensar con la cabeza” a la hora de tomar decisiones... y los directivos dieron muestras en muchas ocasiones de esa habilidad, tan escasa en otras instituciones que, día a día, aparecen en reportes televisivos con problemas de fuste por hechos de violencia que, en muchos casos, engrosan la lista de casos fatales.

Ideas claras conllevan a tomar decisiones acertadas... aunque bien se sabe que nada de ello es sencillo.

Cuando a la pasión se le suma una caja que se engrosa considerablemente, aparecen los “negocios” particulares o sectoriales que se quieren hacer pasar como “de interés general” y nada más lejano a eso es lo que están.

Apoyo incondicional

La disposición vigente de jugar los partidos sin el público visitante es un capítulo dentro de la realidad futbolera que ha hecho correr ríos de tinta y inconmensurable cantidad de palabras en los medios. ¿Debe habilitarse la presencia de la parcialidad del equipo que viene...? La mitad está a favor y la otra mitad en contra. Todos con sus razones.

Pero como estamos en la Argentina, automáticamente comienza a regir el axioma: “hecha le ley, hecha la trampa”.

Cuando se trata de “trampear” los primeros que están dispuestos son los hinchas que organizados, muy bien organizados, han ocupado un rol preferencial dentro de los clubes y, por ende, ejercen un poder paralelo muchas veces fogoneado por los mismos dirigentes y, en muchos casos, donde quienes conducen la institución hacen “la vista gorda” para beneficiarse y “no tener problemas”.

Pago de favores

Pero en esta vida, nada es gratis... hay que pagarlo. En el partido jugado por Sarmiento el pasado sábado ante Belgrano de Córdoba, la tribuna donde presuntamente debían instalarse parciales locales estaba rebozante... pero muchos (muchos) tenían la inefable tonada cordobesa. Fácil de comprobar, con sólo un estribillo... además cuando la pelota comenzó a rodar y el fervor ganó el ámbito sacaron las enseñas celestes, en muchos casos y no tuvieron empacho en gritar los “goles piratas” en las caras de los sarmientistas que los miraban sorprendidos.

¿La explicación? ... siempre hay quien la tiene. ¿Cómo ingresaron al Eva Perón si para ingresar hay que ser socio para comprar la platea? .

Un viejo dirigente, en medio de una sonrisa sardónica, nos mira.. y dice “¿no saben?... lo saben todos”

- ¿Quienes?

- Todos, bueno, los que vamos a la cancha, por lo menos...

- ¿Y que es lo que ocurre?

- (Mira de soslayo a ver si alguien más escucha y cuando comprueba que no hay nadie se larga...) “los muchachos (así llama eufemísticamente a la pesada) de la Barra del Cemento, se dividieron... intereses, vió. Así aparecieron los de la Barra de San Martín que reclamaron su tajada. Así tuvieron que darles una parte de las entradas para que las revendan y el “permiso” de poner a los trapitos, que es la otra entrada de “la caja”

- ¿Y de que números estamos hablando?

- Tuvieron que cederles 100 entradas y 10 trapitos para este partido

- Eso es una cifra considerable!...

- Si tenemos en cuenta que las entradas se revenden a alrededor de 100 pesos cada una (y en partidos como los de River llegan a los 500), saque cuentas...

- La cifra es más que considerable...

- Y no se olvide de puestos de choripan, merchandising, y...

La explicación es elocuente. Queríamos jugar en primera... estamos en primera. Pero la realidad es acuciante y merece especial atención. Hay responsables, directos e indirectos y para que el agua no llegue al río deben tomar cartas en el asunto antes de que derive en problemas mayores y de imposible manejo. Al que le caiga el sayo, que se lo ponga para que pueda seguir sonando la marcha en medio del griterío, cuando salgan los jugadores, con las conciencias tranquilas y se pueda cantar, de viva voz y con la frente alta: “Hoy se ha impuesto nuevamente la más brava juventud, y la lógica volvió a reinar... sonó el silbato del referí, los once bravos van a salir y ya se oye el griterío de la gran barra que ya está allí...”

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