El control de la calle, un desafío renovado para Vidal

El control de la calle, un desafío renovado para Vidal

Los casos de inseguridad que esta semana atravesaron el debate público activaron las alarmas en el gobierno de María Eugenia Vidal sobre un punto clave para sus planes políticos: el “control de la calle” en un contexto social que sigue tensado por la economía.

(Por Andrés Lavaselli alavaselli@dib.com.ar).- Producidas poco antes de que la Legislatura termine de transformarse en un escenario de tensión con un massismo en lenta transformación en adversario natural, los casos de inseguridad que esta semana atravesaron el debate público activaron las alarmas en el gobierno de María Eugenia Vidal sobre un punto clave para sus planes políticos: el “control de la calle” en un contexto social que sigue tensado por la economía. 

“Si pasamos diciembre en paz, nos quedamos ocho años”. Esa frase, atribuida en la cúpula de Cambiemos a la propia Vidal, define bien una de las ansiedades que surcan al gobierno desde hace unos meses: en un contexto donde el ajuste fue perceptible para la mayoría de los bolsillos, la habitual tensión de fin de año puede transformarse en explosiva. Y a los motivos económicos esta semana se sumó el malestar por la inseguridad. 

Los estrategas del Vidal cruzan ese escenario con la estrategia territorial que vienen pergeñando para 2017: reforzar la hegemonía en el interior a favor de una reactivación empujada por el “campo” y así compensar una derrota que aparece factible en el Conurbano, donde buscará reeditar el esquema del año pasado, que consistió en ajustar los márgenes en el norte y tratar de que la paliza no sea muy grande en el sur y el oeste.

Pero la semana que pasó demostró que se trata de un plan complejo. Algunos de los dirigentes que recorrieron La Matanza para publicitar el plan de división del distrito contaron que, además de comprobar que la idea es poco más que una quimera, constataron de primera mano otra cosa: el malestar social por la estrechez económica es profundo. Nada que sorprenda a quien lea encuestas.

Al mismo tiempo, el caso del carnicero de Zárate volvió a poner en el tapete la discusión por la inseguridad, luego de que el gobierno luchara por correrla de la escena tras una seguidilla de secuestros. Si, como también demuestran los sondeos, a Vidal ese debate no le conviene, que su centro sea lo que ocurre en un distrito del interior, donde Cambiemos finca sus planes de triunfo, le agrega contraindicaciones políticas. 

Contra esos desafíos, el gobierno puso en práctica algunos anticuerpos. Las conversaciones con el peronismo son ahora menos sobre el “pase” de intendentes que sobre un canje de obras y fondos por colaboración territorial para evitar desbordes. Eso no quiere decir descartar todos los pases: hay que seguir mirando a Alejandro Granados, de Ezeiza y a otro, con un hijo a punto de ser nombrado en el Banco Provincia.

Respecto del debate por la inseguridad, la novedad no es tanto la postura de defensa de las víctimas, que busca sintonizar con un sentido común de clase media que cuando se asusta olvida “sutilezas” institucionalistas, sino el simple hecho de hablar del tema. Eso, por ahora, parece rendirle al oficialismo más allá del polémico contenido de las intervenciones. 

Una orden que recibió hace unos días el equipo de “Mandarina”, la productora que realiza contenidos de difusión de Vidal, da pistas sobre otra de las líneas de trabajo de “contención” actual: le pidieron a los técnicos mostrarla sola cuando entra o sale de eventos, porque la “gente común” tiene con ella una actitud más amigable que con el presidente Mauricio Macri.

Mientras, el oficialismo reza para que la sucesión de escándalos mediático-judiciales como el del dragón-caja fuerte de Walter Carbone, el exfuncionario de Daniel Scioli, no termine por sacar de la cancha electoral bonaerense al kirchnerismo. Ciertas inconsistencias en el patrimonio de algunos de los funcionarios judiciales que llevan adelante las acusaciones tal vez hagan que el oficialismo vea ese deseo cumplido. 

De ese agitado tablero peronista, Sergio Masa podría resultar beneficiado justo cuando profundiza su perfil opositor, un movimiento que en provincia se evidencio esta semana por la intensidad de la discusión por el cupo femenino, que por otra parte es una novedad que amenaza con obligar a una re ingeniería del armado de listas y abre incógnitas mayores como, por caso, el destino de muchos legisladores jefes territoriales a los que se les vence el mandato.

La tensión que recorrió esa discusión es solo una antesala: en 15 días arranca el debate por el presupuesto, una coyuntura que podría acelerar rupturas y que será a su vez preludio de otro debate, también clave, por la conducción de la cámara de Diputados. Dueño de llaves para hacer avanzar proyectos en la Legislatura, el massismo es “el contrincante” del oficialismo en la primera sección, el norte del conurbano, donde, como se explicó, Vidal buscará, según los planes vigentes hoy, compensar el peso del peronismo más opositor que tiene su base en la tercera sección.

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