Contener a Boudou, la orden de Cristina que resisten en Senado

Contener a Boudou, la orden de Cristina que resisten en Senado
Cristina de Kirchner late, en paralelo a la crisis con los fondos buitre que ayer anudó otro revés, al frenético pulso de un default de carácter político: la situación que abruma a Amado Boudou en el Senado, efecto directo de la causa Ciccone que hoy pondrá de nuevo al vice frente al juez Ariel Lijo.
Hace 15 días, Boudou se resignó sobre la hora, y a desgano, a presidir una sesión para posibilitar que el oficialismo cuente con los votos para aprobar la ley de "blindaje" de bancos centrales extranjeros. Hasta media hora antes, la decisión era que Boudou presidiera la sesión a pesar del anuncio de la oposición de que se levantaría y dejaría sin quórum al FpV.

En esos minutos, Miguel Pichetto y Aníbal Fernández avisaron en simultáneo a Balcarce 50 y a Olivos, respectivamente, que si Boudou bajaba se quedaban sin número. La Presidente intervino y Boudou no apareció por el recinto.

Aquel episodio sentó un precedente: la oposición lo anotó como un éxito y ahora, ante cada nueva sesión, amenazan con el mismo mecanismo. La próxima escala es el miércoles que viene, 24 horas antes de que venza el plazo antes de entrar en un default técnico, cuando el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, concurra al Senado a dar su clásica exposición.

El escenario se repite. Los bloques opositores anticiparon que no soportarán al vice en la butaca mayor, aunque, antes de retirarse, le dedicarán unas parrafadas a su situación judicial.

Frente a eso, el oficialismo analiza alternativas a partir de una admisión: tarde o temprano, deberán aceptar que Boudou baje al recinto y se enfrente con las críticas de los senadores opositores; caso contrario, el tema seguirá dando vueltas o el vice deberá resignarse, en una especie de exilio interno, a no volver a presidir ninguna sesión. Ernesto Sanz fue más lejos: notificó que la UCR tampoco irá a las reuniones de labor parlamentario si Boudou está presente. Simple: sin esas citas previas, no hay sesiones; si no hay sesiones, el Senado queda paralizado.

La indicación que llegó al Senado, atribuida a Cristina de Kirchner, apunta a "contener" a Boudou y a darle respaldo político. Pero la resistencia está vigente porque los senadores, en particular Pichetto, se resisten a pagar el costo de tener que "bancar" al vicepresidente. El jefe del bloque, que quiere ser gobernador de Río Negro, sufrió días atrás un episodio incómodo durante una actividad.

Hay en ese punto una falla de origen: en general, los jefes de bloque del peronismo en el Gobierno deben estar en condiciones de incinerarse, las veces que sean necesarias, por la causa. Pichetto, en modo candidato, ahora está en otra frecuencia y defender, como un cruzado a Boudou, repercute en su provincia.

Lo mismo ocurre con el grueso de los senadores que juegan o quieren jugar en las elecciones del año próximo que, más allá de la indicación presidencial, prefieren sacarle el cuerpo a la cruzada boudouista. Se registra un fenómeno adicional: hasta ahora, según las encuestas que lee el kirchenrismo, la imagen de Cristina de Kirchner no se ve resentida por el caso Ciccone, sino que ese renglón del malestar social está encapsulado, casi exclusivamente, en Boudou.

Cuando todo el dispositivo K comenzó a operar en sintonía electoral -2015 arrancó apenas terminó el Mundial de Brasil- se vuelve más complejo para los dirigentes ponerse el traje de defensor a ultranza del vice. El comportamiento de Florencio Randazzo en Tucumán, cuando le mezquinó sonrisas y saludo, operó casi como un vía libre para que otros, con menos cucardas y compromiso, también se entreguen al juego de la gambeta. La Presidente deberá, quizá, reforzar la orden.

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