El Congreso, al ritmo de la pelea entre la Rosada, Scioli y Massa

Los legisladores del peronismo se realinean con los precandidatos presidenciales.

Aún con las elecciones presidenciales todavía lejos, la obsesión del arco político por el post 2015 se siente con fuerza en el Congreso Nacional, donde e n casi dos meses de período ordinario se sesionó tan sólo en tres oportunidades -sacando los informes que dio el jefe de Gabinete Jorge Capitanich- entre el Senado y Diputados. Ese letargo, al menos, mantiene a los legisladores peronistas, especialmente los que no forman parte del núcleo duro del kirchnerismo, a salvo de la encrucijada en la que se encuentran: la lealtad a Cristina, el alineamiento con Daniel Scioli y el coqueteo con Sergio Massa.

En el Senado, donde el Gobierno hizo pie aún en los momentos más difíciles, el caso paradigmático es el de Miguel Pichetto, jefe de bloque del FPV. Fiel a todos los gobiernos peronistas, el rionegrino siempre fue mal correspondido por los K y hasta debió soportar el guiño de la Casa Rosada a otros candidatos en su provincia. A pesar de ello, se mantiene leal a Cristina aunque en el último tiempo estrechó su vínculo -personal e ideológico- con Scioli. También, a diferencia de otros kirchneristas, incluso de su propia bancada, evitó la confrontación con Massa. En similar situación que Pichetto se encuentran varios senadores del FPV. Fundamentalmente los de provincias cuyo gobernador es aliado a la Casa Rosada pero mantiene un juego propio con Scioli, como son los casos de los formoseños José Mayans y Graciela de la Rosa, alfiles de Gildo Insfrán; los misioneros Salvador Cabral y Sandra Giménez. El mismo camino parece transitar la riojana Hilda Aguirre, alineada con Luis Beder Herrera. Caso aparte es el de los sanjuaninos Ruperto Godoy y Marina Riofrío, que responden a José Luis Gioja.

Tanta es la urgencia por encontrar una nueva referencia post 2015 que algunos hasta fueron un poco más allá y mantuvieron reuniones “secretas” con los presidenciables. En La Plata, por ejemplo, cuentan que hace unas semanas desembarcó la fueguina Rosana Bertone “para fortalecer el diálogo” con Scioli. Y que el gobernador bonaerense compartió una cena con el pampeano Carlos Verna, a quien curiosamente se lo vincula con el armado massista en el Senado.

No obstante, la figura de Scioli todavía despierta cierto rechazo en algunos K. “Si Daniel es la continuación de este proyecto, me esperan varios años sabáticos. Y me animaría a decir que no seré el único”, graficó, con crudeza, uno de los senadores con más llegada a la Casa Rosada.

En Diputados, el panorama es similar. El sciolismo contiene a legisladores de provincias “amigas”, pero también puede pescar adeptos dentro del peronismo disidente. El emblema de eso es Francisco de Narváez, cuya mano derecha Gustavo Ferrari ya es asesor del gobierno provincial. Paradójicamente, en las caras más visibles del FPV es donde Scioli encuentra más resistencia. Desde la línea camporista hasta la jefa de bloque Juliana di Tullio y el titular de la Cámara de Diputados Julián Domínguez, que aseguraron en diversas oportunidades que el ex motonauta no los “representa” como candidato.

El primer sciolista es Martín Insaurralde, quien aislado por los K tras las elecciones por aquella foto en la que posó con Massa, fue el primero en prestarse para impulsar los proyectos de seguridad que reclamó el mandatario. De todos modos, el ex intendente de Lomas de Zamora amaga permanentemente con dar el salto hacia Tigre.

No es el único, claro. Pero, al menos por el momento, el Frente Renovador parece haber encontrado el techo en cuanto a pases.

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