Confiado, Scioli trajina y proyecta

Confiado, Scioli trajina y proyecta

Animado por las encuestas, aunque pide trabajar para sumar más puntos, el Gobernador gasta zapatos y horas de vuelo. Ilusionado, piensa en el futuro: cambio en la ley de Ministerios y señales a los K

Daniel Scioli está tranquilo, aplomado, y conforme con las encuestas, aunque siempre quiere más y busca evitar que la diferencia de los sondeos no provoque distracciones a una tropa a la que azuza constantemente. “Hay que seguir trabajando como si estuviéramos veinte puntos abajo”, les repite.

Para el sciolismo, la diferencia hoy sobre Mauricio Macri “ronda los seis puntos porcentuales, y el objetivo trazado es llegar a doce” para la general de octubre. La meta fijada para las PASO es de 42 puntos. Queda un mes para alcanzar ese número, que por ahora no marca ninguna encuesta.

Se envalentonan en el entorno del Gobernador porque su principal competidor, Mauricio Macri, ha bajado los decibeles de la campaña, concentrado en las elecciones porteñas, trascendentales en sus derivaciones para él y para el resto del arco político. Scioli, en tanto, aumenta horas de vuelo y gasta zapatos con los candidatos provinciales, más allá de si se vislumbra para ellos el éxito o el tropiezo.

La tropa naranja respiró con tranquilidad luego de la decisión presidencial de evitar la interna con Florencio Randazzo, aun cuando eso significó quedar atado en la fórmula al K más puro de todos los puros. Es obvio que salieron a medir enseguida el impacto Zannini. La primera consecuencia, positiva, es que direccionó el voto kirchnerista renuente a seguir a Scioli. La segunda, algo negativa, bajó el techo al que podría llegar el Frente para la Victoria, que en su esplendor alcanzó el 54 por ciento. Traducido: se dificultará un poco más conseguir ese voto independiente que adhiere a Scioli y mira con recelo algunas cuestiones del proyecto.

Liberado de las tensiones internas, el Gobernador arrancó con la parte más fuerte de la campaña, y piensa completar en las próximas semanas las recorridas por media docena de provincias aún pendientes de visitar. Además, entre las PASO y las generales de octubre tendrá una agenda internacional por tierras europeas y norteamericanas.

Scioli también mira más allá de las contiendas electorales y elucubra con fruición cómo será su equipo después del 10 de diciembre en caso de ganar, y también cuál será la estructura del Gobierno.

Es prácticamente un hecho el cambio en la ley de Ministerios, para reformular el Ejecutivo. “No necesariamente debe ser mayor o menor la cantidad de carteras, pe-ro se ordenará el gabinete de acuerdo a los criterios de conducción del nuevo Presidente”, fue la escueta pero gráfica respuesta de un colaborador del mandatario bonaerense. Se desconocen los detalles de esos cambios proyectados. Durante su estadía en la Provincia, Scioli ha hecho variantes en la composición ministerial y ensayó otras que finalmente dejó sin efecto.

Mostrar alineamiento al proyecto es una nueva obsesión (otra más) del Gobernador. Está convencido de que para evitar el re-surgir de las desconfianzas kirchneristas, la designación de su gabinete debe ser consecuente con esa idea. Probablemente haya en su equipo actuales funcionarios nacionales, pero Scioli recurrirá a dos colaboradores provinciales para dar certezas claras de continuidad.

Por un lado, y al menos en el primer tramo del desafío, sostendrá la teoría K de manejar la economía desde la política; y para ello piensa trasladar a Silvina Batakis desde el ministerio bonaerense a la titularidad de la cartera hoy conducida por Axel Kicillof. Scioli nunca dejará de escuchar los consejos de Miguel Bein, Rafael Perelmiter y otros, pero si coloca a Batakis se asegura alineamiento sin disidencias.

En la Provincia, el mandatario recibe día a día y vía mail un detallado informe de la titular de Economía acerca de los movimientos de caja, y de los pedidos que hace cada uno de los ministros y secretarios. El determina a quién se le entregan los recursos, cuánto y cuándo. El mismo esquema que tenía Néstor Kirchner cuando era Presidente y legó a sus sucesores.

En otro sentido, pero con la misma lógica de continuidad, Guido Carlotto sería el elegido para conducir la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, ocupando el mismo cargo que ejerce en territorio bonaerense. Scioli buscará dar certezas en economía y derechos humanos, dos de las insignias de la gestión K.

El resto del equipo se irá definiendo con el correr de los días. Se descuenta que el hombre de máxima confianza, Alberto Pérez, ocupará la jefatura de Gabinete. Incondicionales como Gustavo Marangoni y Martín Ferré, y otros llegados después, como Jorge Telerman, tendrán lugar. Marangoni iría como titular del Banco Nación, mientras que Scioli ubicaría al frente del Ministerio de Salud a Alejandro Collia.

También habrá espacios para miembros actuales del Gobierno nacional, pero esas definiciones llegarán después de resuelta una elección que Scioli aguarda con ex-trema confianza.

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