Las concesionarias piden revisar el impuesto a los bienes de lujo

Desde Acara proponen una actualización automática del mínimo imponible para los autos, que esté atada a la cotización del dólar oficial.
El impuesto a los bienes de lujo que Jorge Capitanich anunció en noviembre pasado buscaba corregir la distorsión que el dólar barato causaba en el mercado: autos y barcos de alta gama se importaban a precios irrisorios gracias a una divisa subsidiada por el gobierno.

Si bien el gravamen fue resistido durante su discusión en el Congreso por las concesionarias y la industria automotriz, la norma tenía sentido ante el atraso cambiario.

Pero eso cambió con la brusca devaluación del último enero, que llevó el precio del dólar a un valor más sincero y cercano al equilibrio. Ahora ambas medidas se combinaron para formar un cóctel que podría ser letal para todo el sector, por lo que desde las concesionarias agrupadas en Acara (Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina) buscan una modificación en la ley que propuso e impulsó jorge Capitanich.

Sucede que la depreciación del peso significó, desde el vamos, un encarecimiento del 20 por ciento en el precio de venta de los autos al público por el alto porcentaje de insumos importados que utiliza la industria automotriz. Ese aumento, sumado a la suba inflacionaria, causó que para marzo, el 68% de todos los modelos vendidos en el país tendrán el recargo mínimo del 30 por ciento que establece la ley porque su precio al público estará por encima del mínimo imponible de 170 mil pesos.

“Con la devaluación, ese recargo, que originalmente estaba pensado para autos de lujo, va a empezar a afectar a autos de mediana gama, de fabricación nacional”, aseguró a LPO Abel Bomrad, presidente de Acara.

Si bien los cambios en la ecuación económica aún no terminaron de reflejarse en la producción, en el sector creen que para fines de marzo el impacto será muy fuerte y podría poner en peligro puestos de trabajo de la industria.

Sería un problema que se agregaría a las nuevas limitaciones que el gobierno impuso a la importación de autopartes (y llevó a la paralización de la planta de Renault en Santa Isabel), además de la pérdida de mercados contra Brasil, que complicó la situación de las fábricas de Peugeot en Brandsen y Pacheco.

Por eso, tras la devaluación, desde Acara apuraron las gestiones que vienen haciendo desde noviembre para reunirse con el gobierno y plantearle posibles correcciones para evitar un cimbronazo en el sector.

“Con el dólar a 8 pesos, la derogación del impuesto podría llevar el sector a un punto de racionalidad, pero no es algo que pidamos”, explicó Bomrad. “En cambio, se podría plantear una corrección automática del mínimo imponible en base a la cotización del dólar oficial, de manera que sólo queden gravados los autos importados de afuera del Mercosur”, propuso.

Por ahora, Acara no tuvo respuesta desde el Poder Ejecutivo y continúa reuniéndose con otros actores de la cadena de valor automotriz. Pero la reacción del gobierno podría cambiar cuando los números comiencen a mostrar el momento difícil que le aguarda al sector.

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