Cómo estas redes capturan la niebla y la convierten en agua potable

La red de paneles ‘CloudFisher’ facilita el acceso hídrico a poblaciones secas en el suroeste de Marruecos

Aunque el 91% de la población mundial (6.734 millones de personas) utiliza una fuente de agua potable mejorada, 663 millones de personas carecen de ella. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas se cumplieron. Su meta no era erradicar la sed en el mundo, sino conseguir que por lo menos el 88% de la población mundial tuviera acceso a fuentes mejoradas para 2015.

Pero aún queda trabajo por hacer y el aumento de la temperatura global no ayuda. Activistas, científicos, ingenieros, antropólogos, geógrafos y otros profesionales trabajan alrededor del mundo buscando soluciones para paliar la carencia de agua, que desembocan en resultados como CloudFisher.

Se trata de un conjunto de mallas, sujetadas por postes, que captan las pequeñas gotas de agua de la niebla y las distribuyen hacia abajo, donde un sistema recolector las acumula. Pensar en la niebla como fuente hídrica no es una novedad, pero el sistema desarrollado en CloudFisher e instalado en el suroeste de Marruecos ha perfeccionado un método empleado también en zonas remotas de Perú, Bolivia o Chile.

Dos mujeres, la antropóloga marroquí Jamila Bargach y a la geógrafa canaria María Victoria Marzol, son las responsables de llevar agua a los bereberes que viven al límite del desierto del Sáhara. Adaptaron un sistema que se utiliza desde antiguo en las Islas Canarias, que comparten características climatológicas con el suroeste de Marruecos.

Las impulsoras del proyecto se basaron en un método de aprovechamiento del agua del rocío de los árboles de los antiguos habitantes de El Hierro

Abastecerse de agua no es fácil para las poblaciones alrededor del monte Boutmezguida. Muchas mujeres recorren hasta cuatro horas de camino a pie cada día para conseguir agua de pozos profundos, hecho que empujó a Jamila Bargach a buscar una solución. Este es el origen de CloudFisher, ahora mismo el mayor proyecto de recolección de agua de niebla con un impacto positivo para las comunidades.

Bargach descartó recurrir a formas de desalinización o a cavar nuevos pozos subterráneos. Encontró la solución en los primeros pobladores de la isla de El Hierro (siglo XVI), que superaron la aridez local recogiendo el agua del rocío que goteaba de los árboles.

No fue el agua de los árboles sino de la niebla que, 143 días de media al año, cubre el monte Boutmezguida lo que dio la solución a la antropóloga. En alianza con María Victoria Marzol (pusieron en marcha la asociación Dar Si Hmad) empezaron a evaluar el potencial hídrico de la zona en 2006 y en junio de 2014 instalaron mallas de polipropileno de 12 m2 en una superficie de 600 m2 en la cima de la montaña.

Poco a poco el sistema fue mejorando, con la intervención de la fundación alemana Wasserstiftung, que desarrolló mallas de nueva generación. Tras un periodo de prueba y de bautizar el sistema como CloudFisher, el pasado mes de enero se realizó la instalación de 1.600 m2 de mallas que han llevado agua potable a 13 poblaciones y ha empoderado a sus habitantes, sobre todo a niñas y mujeres.

Desde el pasado mes de enero 13 poblaciones del monte Boutmezguida tienen agua potable gracias al sistema de mallas que aprovecha agua de la niebla

A pesar de las buenas perspectivas del proyecto, ganador del premio ‘Momentum for Change’ convocado por la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático el año pasado, “este sistema no es la solución a la carencia de agua en el mundo”, considera Joan Garcia, catedrático de Tecnología del Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

“En realidad la niebla lleva muy poca agua”, explica. “Es agua de buena calidad, pero su pH es ligeramente ácido”, aunque desde la asociación Dar Si Hmad aseguran que es agua potable, buena para el consumo humano (“es un agua muy ligera y dulce”).

No todas las zonas áridas del planeta presentan las características necesarias para implantar este sistema de mallas. Además de niebla, es preciso que haya viento: “el viento empuja la niebla a través de la malla y las mueve cuando quedan atrapadas en la red”, detallan los responsables de CloudFisher.

“Recoger y aprovechar agua de lluvia es más eficaz que hacerlo de la niebla”, explica el catedrático de la UPC. Aunque hoy en día este recurso no se puede aplicar a las ciudades occidentales como forma de prioritaria de abastecimiento para consumo humano.

Sí funciona como agua para regar o limpiar las ciudades, como ya hacen muchas urbes españolas. Para Garcia, las instalaciones más eficaces a la hora de aprovechar agua son las depuradoras y las desalinizadoras (a pesar de su elevado consumo energético).

El agua de la niebla es agua de buena calidad, pero su pH es ligeramente ácido”

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