"Fue como bomba, tuvimos que ir reconstruyendo la vida como se podía"

La lesión medular que le provocó un balazo en la espalda no sólo le cambió la vida a Tomás Caride. Su mamá, su papá y su hermano también debieron atravesar un proceso que comenzó por la aceptación y cuyo objetivo fue transformar ese dolor en fuerzas, para transmitírselas a ese adolescente de 16 años que había quedado en silla de ruedas.

La sonrisa de Tomás Caride es tan brillante y transmite tanta energía, que cuesta creer que pertenezca a un chico que quedó parapléjico a los 16 años. Faltan 20 días para que cumpla 19 y, aunque admite que su experiencia es algo que nunca superará, ya se siente más independiente y preparado para hacer muchas cosas. “No lo habría logrado sin el apoyo de mi familia y amigos”, sostiene.

Su mamá, Graciela Kruls, y su papá, Martín Caride, lo observan hablar. Lo miran con amor pero, sobre todo, con admiración. Admiten que a todos les costó asumir la situación desde aquella madrugada del 21 de enero de 2012, cuando los llamaron para decirles que Tomás se había caído de la moto. Más tarde, ya en el hospital Padilla, conocerían que su hijo había recibido un balazo en la espalda cuando salía de una fiesta y que la situación era grave.

“Somos tan unidos que sufrimos todos al mismo tiempo”, afirma Martín después de decir en voz alta que “no tiene que ser difícil hablar del tema”. A partir de esas palabras, los tres comienzan a relatar cómo fueron cambiando sus vidas desde que su hijo menor (también está Juan, de 21) ingresó a la terapia intensiva.

El shock

- Graciela: Para mí fue como una bomba que cayó en medio de la casa, tuvimos que ir reconstruyendo la vida como se podía. Es increíble cómo de la nada, en un minuto, te cambian la existencia, el futuro, los proyectos… Tomás se fue a bailar, a divertirse, y volvió a los 10 meses. Y te enterás de que hay una cosa que es permanente, que no hay retorno y tenés que entenderlo, salir del shock e ir procesando y aceptando y tratando de ver la mitad del vaso lleno porque si no te morís. Aparte tenías que tratar de no mostrarle el dolor porque él tenía que entender cuál era la realidad, pero se tenía que ir dando cuenta de a poco. 

Esos 15 días en terapia intensiva, los amigos de Tomás se turnaban para ir a ayudarlo a desayunar, para darle la merienda y para que nosotros podamos descansar un poco porque estábamos locos. Fue un shock impresionante. Uno tiene planes para sus hijos y de golpe te los cambian, y no hay nada más doloroso que ver sufrir a un hijo. 

- Tomás: Llegamos a una clínica de Buenos Aires el 16 de febrero, yo todavía no entendía nada de lo que pasaba. No tenía idea de cómo iba a ser después. Primero pensaba que iba estar todo bien y que iba a volver a la normalidad, pero fueron pasando los días y me acordaba de que papá tiene dos amigos que están en sillas de ruedas y me preguntaba ¿por qué si ellos dos no caminan yo voy a volver a caminar? 

La rehabilitación

- Tomás: Me dolían mucho las manos, no podía hacer casi nada solo. En la clínica, lo único que esperaba durante el día era que llegaran mis primos a visitarme. No quería salir a la calle porque veía las motos y yo quería andar en moto y no podía. No quería hacer nada. Después, cuando me llevaron a Fleni (un instituo especializado en rehabilitación neurológica, en Buenos Aires) mi mayor miedo era que me hicieran el cateterismo para que pudiera orinar por zonda. Llegué y lo primero que me dijeron fue: “te tenés que hacer el cateterismo” y ahí ya empezamos mal (se ríe). Pero el lugar estaba buenísimo, era enorme.

- Graciela: Había mucha contención y eso era muy importante para manejar la parte emocional. 

- Tomás: Ahí fui aprendiendo cosas día a día. Me enseñaron a vestirme solo, a abrir una puerta, a manejar los cubiertos, a escribir y a subirme los cierres. 

- Martín: Comprábamos argollitas de llaveros para ponerle en los ojales de los cierres para que él pueda enganchar el dedo y subirlo.

- Graciela: El chico que lo entrenaba con la silla tiene una lesión medular y eso fue importantísimo porque le enseñaba desde su experiencia. También nos contactamos con un amigo de la familia que está en silla de ruedas y tiene una vida muy linda, eso fue esperanzador. Todo eso influyó para que uno se vaya reacomodando.

- Tomás: Él me contó que andaba en cuatriciclo y que nadaba en el mar, me contó que había una vida. Creo que la experiencia que aprendí de los otros fue lo mejor. 

- Martín: En Fleni todo el mundo le decía a Tomás que no pierda esa sonrisa, él era un referente para los que recién llegaban. Era muy lindo ver cómo Tomás transmitía ese mensaje: “si yo pude, vos también vas a poder”. Todos los días era avanzar un poquito.

- Tomás: Como a mí me gustó aprender de la experiencia del otro, si llegaba un lesionado medular nuevo iba para que me pregunte lo que quiera, para anticiparle lo que venía.

Volver a casa

- Martín: Fue un proceso el tema de los trámites con la obra social, con los abogados y estábamos desesperados porque abandonamos prácticamente la casa. Juan estaba solo y no tenía contención. Los trámites, las esperas, las promesas y la burocracia fueron muy complicados. Después te das cuenta también de todas las barreras que hay para una silla de ruedas, no hay nada preparado. En casa hicimos cambios, construimos un baño para Tomás, cambiamos la puerta de entrada, pusimos un portón automático, muchas cosas. Una persona discapacitada tiene más trabas que cualquier otra, cuando debería ser diferente.

- Tomás: Este año termino el colegio, después quiero estudiar abogacía. También estoy jugando al básquet en el complejo Ledesma. Nunca me gustó el básquet, pero como era el único deporte que había para mí, fui, probé, no me gustó al principio, pero como justo había una silla para mí, empecé a jugar y ahora me gusta. Voy dos veces a la semana. 

El juicio

- Tomás: En el juicio fue la primera vez que lo vi (a Rubén Camisay, el presunto autor del disparo), cuando entré a declarar. Pensaba que iba a tener ganas de matarlo o de largarme a llorar, pero lo vi y no sentí nada, ni bronca.

- Martín: No nos causó absolutamente nada. Nosotros queremos ir para adelante, lo que pasó ya no se puede cambiar, pero se puede mejorar lo que viene. Pero eso también nos costó aprenderlo.

- Graciela: Incluso a veces parece que uno retrocede varios casilleros, porque hay recaídas.

- Tomás: Yo creo que nunca lo superás, de una cosa así siempre te queda algo. 

- Graciela: El tema es que tratemos de no sufrir.

Disturbios al finalizar una fiesta

1.- El 21 de enero de 2012 a la madrugada se realizaba una fiesta en la casa de la familia Camisay, en Santa Fe y Esquiú.

2.- A las 4.30 se produjeron disturbios por un grupo de personas que quiso ingresar a la fuerza a la fiesta. Hubo gritos, pedradas, botellazos.

3.- Tomás Caride, de 16 años, había llegado unos minutos antes y se retiraba del lugar cuando comenzaron los incidentes.

4.-El adolescente cayó en la vereda del frente de la fiesta. Había recibido un disparo en la espalda y lo llevaron al hospital. Nunca más caminó.

5.- Tomás Caride estuvo casi 10 meses internado en Buenos Aires, rehabilitándose. No puede mover el torso ni las piernas.

6.- Marcelo Camisay, el dueño de la casa en la que se realizó la fiesta, está siendo juzgado por la lesión que sufrió Tomás Caride.

 

Comentá la nota