Color en las calles y hoy, nueva Reina

Color en las calles y hoy, nueva Reina
El desfile nocturno de los carros con las Reinas departamentales incluyó, tras más de dos décadas, a las agrupaciones tradicionalistas. También a dos carrozas para el público. Anécdotas, curiosidades y detalles de una noche multitudinaria por las calles de Mendoza.

Anoche y con algunos cambios, la Vía Blanca de las Reinas comenzó a escribir un nuevo capítulo en la historia de los actos centrales de Vendimia. Como parte del folclore mendocino, fue vivida como una verdadera fiesta por los locales y con verdadera sorpresa por los turistas.

La edición 2013 trajo algunos cambios que en general fueron recibidos con aceptación por el público: se incluyó a las asociaciones tradicionalistas que habitualmente se concentran en el Carrusel y se dispuso de dos carros para el público. En definitiva, el desfile tuvo una extensión de dos horas, el doble de lo habitual, pero la gente quedó conforme.

EL FOLCLORE DE LOS CABALLOS. Esta vez, los carros de la Vía Blanca fueron intercalándose con caballos de los centros tradicionalistas de la provincia, lo que dio un toque más folclórico a una noche en la que las carrozas solían tener el protagonismo. Pese a la mayor extensión del desfile, la gente disfrutó de la propuesta. Lorena, de Las Heras, lo consideró “fabuloso, porque simboliza algo patriótico. A mi hijo le ha gustado mucho y yo lo apoyo porque quiero inculcarle que valore la cultura mendocina y tradicional”.

En el otro extremo no faltaron las voces que pusieron la queja por el sacrificio al que se sometía a los animales: “Creo que sufren caminando sobre los adoquines; algunos pasan rengueando”, señaló Oscar.

LA CUYANITA Y ‘VINO-DANCE’. Algunos de los carros que trasladaban a las soberanas se destacaron por su originalidad. En general, la música moderna le ganó a la tradicional en las delegaciones departamentales. Uno de los que más llamó la atención fue el de Guaymallén, que apostó a los multicolores y al movimiento. Sobre el camión de este carro estuvo “La Cuyanita”, la emblemática embarcación que navegó el lago del Parque durante más de 30 años y que fue restaurada por el artista Norberto Filippo.

En tanto, el carro de La Paz tampoco se quedó atrás e incorporó una copa gigante llena de un líquido color malbec. Adentro de este recipiente gigante, una bailarina hizo una especie de “vino-dance” al ritmo de la música.

‘PACO’ LOCO POR LOS MELONES. Durante su paso por el palco oficial, el carro de Lavalle despertó el espíritu infantil de los funcionarios. El gobernador “Paco” Pérez se entusiasmó al recibir los melones que arrojaba la corte real. Suplicando con las manos extendidas, logró agarrar dos, uno de los cuales revoleó al interior del palco para “sortearlo” a los otros funcionarios.

Pérez (a quien acompañaron el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y en representación del gobierno nacional el ministro de Agroindustria Norberto Yauhar) volvió a exaltarse cuando marionetas gigantes que acompañaban al carro de Tunuyán se acercaron a saludarlo. El mandatario extendió su mano para tocar las inmensas manoplas de goma espuma que manejaban alegres jóvenes.

REINA CON “ESPÍRITU GRANDE”. La candidata de Luján de Cuyo sorprendió a los turistas al pronunciar unas palabras en inglés y luego en italiano. Aprovechó el micrófono para “venderse” como la próxima Reina de la Vendimia. Es que se definió como una “enóloga apasionada” y dijo tener “el espíritu grande”, con lo que quedó bien con los funcionarios provinciales que la miraban atentos al pronunciar el slogan oficial del Gobierno.

PEQUEÑAS SOBERANAS. Toda niña mendocina tiene el sueño de poder ser de grande Reina de la Vendimia. Esta ilusión se pudo ver en las caritas de las nenas que estuvieron en el público. Muchas llegaron con coronita y capa y miraron el desfile en los hombros de un mayor. “Me gustaría ser Reina, pero todavía tengo que ser más grande”, contó Angelina (3) que estuvo toda la noche con vestido, capa y zapatos.

INGENIO POPULAR PARA “COSECHAR”. La aglomeración de gente es todo un desafío para aquél que quiere llevarse algo de lo que tiran las Reinas y es por eso que muchos se vinieron preparados desde casa para armarse de un buen “botín vendimial”. Con el clásico canasto sujeto a un palo, se pudo ver en medio del público a personas que “cosecharon” de todo.

Uno de los más originales fue Abel Alaniz, que a su cosechador le puso una foto con la cara de Wanda (actual Reina Nacional) y varias luces para llamar la atención. “La idea es venir con la familia, pasarla bien y llevarse algo”, señaló el joven, que estaba junto a sus dos hijas de 7 y 9 años: “Ellas son las futuras Reinas nacionales”.

Otros, pensando en la comodidad, no dudaron en traerse algo para sentarse. Fue el caso de Teresa Villa, quien se consiguió una caja de verduras que usó como silla. “Tuve que ponerme así porque estoy acá junto a mi marido desde las 18. Si me siento en el piso luego nadie me levanta”, contó. En cambio, Rosalía, que estuvo con sus nietos, no se quiso perder de nada y por eso se llevó una escalera de aluminio para poder mirar mejor.

APOYO FAMILIAR. Los familiares de las soberanas tuvieron una presencia destacada, fundamentalmente gracias al palco instalado para ellos por Canal 9. Desde allí, iban tomado alternativamente el micrófono para alentar a la soberana que pasaba delante, lo que generó momentos verdaderamente emotivos.

Belén Marzal (18), hermana de la soberana de Guaymallén, estuvo entre el público ya que son una familia numerosa y no entraban en el palco. “Somos en total 6 hermanos y vamos todas las actividades vendimiales”, comentó mientras sostenía un cartel para alentar a su candidata favorita.

ABUSOS EN LOS PRECIOS. Las mesas de los bares y restaurantes ubicados sobre las arterias por las que se desplazó el desfile estuvieron abarrotadas. Fueron las preferidas por los turistas y quizás por eso no faltaron los abusos en los precios. Algunos habían hecho reservas con varios días de anticipación. Sólo sentarse podía costar -según la zona- desde $ 50 hasta $ 300, aunque algunos incluyeron un menú.

Para abaratar costos, Delia y Oscar, de Buenos Aires, decidieron compartir la mesa con dos mendocinas que conocieron en el lugar, mientras que otros visitantes de la misma provincia aseguraron haber visto a varias personas levantarse por no tener el dinero suficiente. “Al turista no se lo trata bien, se lo corre y me duele, me avergüenza que se les cobre tanto y acá la pizza estaba fría y la bebida caliente”, sentenció Celia, mendocina ella.

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