Un colegio secundario no tiene donde funcionar

Un colegio secundario no tiene donde funcionar

El anexo secundario 3.160 se inauguró en 2007, pero hasta hoy no tiene edificio propio. Dictan clases en la escuela primaria, con las dificultades de tener a jóvenes y niños juntos.

El Chaco salteño tiene contradicciones dignas del realismo mágico. El caso de la escuela Santa Rosa del paraje del mismo nombre, ubicado en Rivadavia Banda Sur, es uno de ellos.

El paraje está recostado sobre la ruta provincial 13, unos 20 kilómetros antes de llegar a Rivadavia.

Allí hay un colegio secundario, el Anexo 3.160 que funciona como puede, repartido entre las viviendas de los aborígenes, en un puesto sanitario y en un sector del mismo edificio de la escuela rural 4.609 Santa Rosa.

La institución educativa de nivel medio fue inaugurada en 2007 con la promesa de que en poco tiempo le harían un edificio propio.

Ya pasaron siete años y aún no hay nada. En el medio hubo todo tipo de inconvenientes y ahora aumentó el malestar entre las dos instituciones. Los pobladores sostienen que el gobierno dio prioridad a la construcción de una comisaría antes que el edificio para el colegio con el dinero del Fondo de Reparación Histórico.

Las casas aulas

Durante todos estos años los profesores del secundario dieron clases en los aleros de las casas y en una sala propiedad de la comunidad wichi del lugar. El referente aborigen Felipe Sarmiento fue quien prestó el espacio comunitario ante la promesa del gobernador Urtubey de construir el edificio en breve.

Hoy, los préstamos caducaron y los docentes enseñan en las casas que prestan los vecinos aborígenes, en el puesto sanitario y comen a la sombra de los árboles.

El colegio cuenta actualmente con una matrícula de 50 estudiantes. Una parte de ellos tiene clases en las aulas que le presta la escuela primaria.

Ahí es cuando comienzan los problemas pedagógicos debido a que comparten un mismo lugar adolescentes con niños.

La situación se agrava porque la matrícula de la primaria es alta y además tiene niños albergados en sus instalaciones.

Los espacios faltan y los que hay son multifunción. No hay baños suficientes, ni en condiciones.

Promesas

Las autoridades ministeriales llegaron hace tres semanas y prometieron la construcción de dos aulas, una galería y un baño.

No caben dudas que la escuela primaria necesita esas obras de manera urgente, pero los profesores del secundario tomaron esto como una broma de mal gusto ya que son ellos los que necesitan un edificio propio.

Así las cosas, los profesores siguen dando sus clases como pueden, en los lugares que les prestan; las maestras se adaptan a todo y la escuelita ya quedó chica ante tanta concurrencia.

Quejas de los profesores

Fueron los mismos docentes, cansados de la falta de respuestas y de la inacción de las autoridades los que redactaron un acta, a fines de mayo, dirigida a la directora de la institución Mabel Cueto comunicándole las condiciones inadecuadas para el dictado de clases a los fines de acelerar algún tipo de decisión al respecto de lo que está viviendo la comunidad educativa.

Los docentes Sergio Ramón Barrios, José Caro, Raúl Valdez, Ismael García, Omar Peñaloza y Ramona Ruiz firmaron el texto que deja constancia que se presentaron a dar clases en casas de familia sin las condiciones básicas para los procesos educativos.

.Prioridades: siete años esperando un edificio

Los docentes sostienen que no hay que ser un entendido en gestión educativa para saber que lo que falta en Santa Rosa es un edificio para el colegio secundario.

Sin embargo, a través del cuestionado Fondo de Reparación Histórica, están construyendo un establecimiento un secundario en la localidad de La Unión.

Ya está casi terminado y costó 3 millones y medio de pesos.

Sin embargo, la Provincia estatizó el colegio San Martín de Porres, también de la localidad de La Unión.

Prioridades

El diputado Ramón Villa al ser consultado por el tema por El Tribuno se preguntó: “¿No hubiera sido mejor construirles el anexo a la gente de Santa Rosa y no otro colegio más a La Unión? ¿Cuáles son los criterios de prioridades que maneja el Gobierno y la intendencia?”.

“El colegio que antes era de los religiosos y ahora pasó a manos del estado tiene una matrícula de 180 chicos y tenía los espacios necesarios para cumplir con las funciones que le corresponden. Ahora habrá dos colegios, en la misma ciudad, con 90 chicos cada uno; mientras en el monte seguirán dando clases bajo los árboles”, concluyó el legislador.

El hecho de tener que dar clases en diferentes lugares, realmente afecta la calidad de la práctica educativa. Pero lo que inquieta a los docentes es que se sienten en un verdadero estado de abandono por parte del Ministerio de Educación. El colegio lleva 7 años funcionando de manera precaria, cuando se suponía, que esa situación se solucionaría en poco tiempo.

Los docentes dejaron constancia de la situación 

En el siglo XXI, en plena era digital, los niños de la escuela Santa Rosa estudian en condiciones indignas.

Los docentes Sergio Ramón Barrios, José Caro, Raúl Valdez, Ismael García, Omar Peñaloza y Ramona Ruiz fueron los que decidieron tomar el toro por las astas y redactar una carta en la que dejaron constancia de la situación que están viviendo desde hace tantos años.

La carta

El texto de la carta dice textualmente: “Aulas en casas de familia sin paredes que protejan al alumno de las bajas temperaturas, sin material didáctico como pizarrones u otros recursos que ayuden para que la enseñanza sea significativa. Esta es la realidad por los factores y decisiones no consensuados con los docentes quienes son los que diariamente están y estarán trabajando en las condiciones lastimosas en pleno Siglo XXI”.

También expresaron los permanentes inconvenientes que presenta el hecho de dar de dar clases en la sala de primeros auxilios de la comunidad, lugar a donde asisten personas enfermas por lo que los adolescentes se encuentran expuestos a virus y gérmenes de todo tipo.

El ir y venir

Los profesores también cuestionaron el hecho de improvisar aulas en las viviendas de los aborígenes wichíporque significa una gran dispersión del recurso humano y la falta de recursos materiales como pizarrones, mapas, y todo tipo de material didáctico para poder dictar las clases de manera adecuada. Además los profesores y los alumnos tienen que trasladarse por el monte para llegar a la vivienda que se haya transformado en aula.

Los objetivos áulicos

La comunidad educativa no puede cumplir con los objetivos que cualquier escuela debe lograr, en tiempo y forma, porque se encuentra en total desventaja al resto de las instituciones. .Por ese motivo en la carta redactada por los docentes se descarga la responsabilidad de lo que pudiera ocurrir, no solo en el plano educativo, sino también en lo que se refiere a salud, riesgo de accidentes que puedan sufrir los alumnos y el personal, en las autoridades de la institución y al Ministerio de Educación.

Flexibilizar los espacios

La directora de la primaria, Jony Aranda, quien tiene a su cargo 186 niños de los cuales 18 están albergados, tiene que tratar de hacer maravillas con los lugares de los que dispone.

Tiene un espacio que es polifuncional: a la mañana toman clases los alumnos de tercer grado, al mediodía se transforma en comedor, en tanto que, cuando cae la noche, corren las mesas y las sillas y se colocan las camas, así, se transforma en el dormitorio de los varones.

Con los baños sucede lo mismo. La flexibilidad de la pedagogía rural es asombrosa y establece horarios criteriosos para el uso de lo que podría llamarse baño.

Los varones son los que sufren de las instalaciones en pésimo estado. Los chicos del secundario no pueden usar el baño entre las 18.30 y 20. Esto es porque en esa hora y media se la destina para que los niños del albergue se duchen.

Desde Educación, la supervisora Silvia Fernández estuvo en la institución y prometió dos aulas, una galería y un baño que se viene tramitando por un expediente desde 2012.

Las soluciones que no llegan

El tema es que la matrícula crece exponencialmente y las soluciones van en cámara lenta.

Para cuando terminen esas obras ya necesitarán más porque los niños seguirán llegando por el crecimiento demográfico natural y, si bien eso constituye una buena noticia, hay que tener la escuela en mejores condiciones edilicias.

Otra necesidad urgente de la escuela primaria de Santa Rosa es la construcción de una cocina acorde con la cantidad de niños que concurren.

La que tienen se está cayendo a pedazos y no da abasto para que coman diariamente los casi 200 niños que concurren.

La cocina son cuatro parantes con techo de paja, un horno de barro y una mesada de cemento que se usa para hacer fuego y poner las ollas.

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