“La ruta nacional 65 colapsó en la zona de montaña y por lo tanto demanda una traza nueva”. Así lo sentenció el ingeniero Armando Sotillo, que trabaja en una empresa vial local, a partir de los dramas que viene generando en los usuarios los frecuentes cortes que se practican en los cerros, a causa de los daños que ocasionan las lluvias. Eso advierten también los transportistas y los particulares obligados a transitarla cada tanto.

Las estadísticas, finalmente, confirman la precariedad de la 65. Durante las precipitaciones torrenciales de marzo pasado se originaron nada menos que 70 derrumbes en el sector que se extiende entre El Calao (km 32) y Las Lenguas.

Desde entonces la carretera, que nace en la ruta 38, a la altura de esta ciudad, y se prolonga hacia el oeste hasta el límite con Catamarca, no pudo recuperar totalmente la estabilidad que tenía. Según el Tercer Distrito de Vialidad de la Nación (VN), “la vulnerabilidad de la 65 es mayor frente a una precipitación de igual magnitud de antes del fenómeno extraordinario de marzo”. De ahí que el organismo vial, a cargo del ingeniero Jorge Correa, esté obligado a la intervención continua, con presencia de personal y equipos en forma permanente en la zona, según refirió en un informe.

Economía y vacaciones

La ruta es de vital importancia para cientos de vecinos de la “Perla de Sur” que mantienen con Las Estancias un estrecho vínculo comercial y productivo. También es desde hace más de 50 años el lugar elegido por los concepcionenses, y de otros lugares, para vacacionar. El relieve serrano pintoresco y el clima agradable, las hacen ideal para el descanso. Pero ahora los problemas en el camino, pueden transformar una experiencia recreativa en una pesadilla.

Los cortes en el tránsito en la zona de altura obligan a utilizar rutas alternativas que multiplican las distancias tanto de ida como de regreso. “Si uno opta tomar por la ruta uno, pasando por Singüil y Los Varelas, la distancia se aumenta de 70 a 350 kilómetros. Y si este tramo también se corta, no hay más remedio que ir por Andalgalá. Ahí ya hay que recorrer 700 kilómetros, mas o menos”, estimó Julián Farías. El vecino de Las Estancias permaneción este viernes más de siete horas en el campamento de VN de Las Lenguas, esperando que se solucione un corte. Junto con él había otros cinco camioneros que subían al oeste catamarqueño cargados con producciones de papa. “El problema de esta ruta nos golpea feo a nuestros bolsillos porque cada vez con más frecuencia tenemos que tomar por otro camino. Y eso supone gastar mucho más en combustible”, contó José Martinez.

Jorge Rodriguez, otro transportista, dedujo: “aquí al parecer no hay otra salida que construir una nueva ruta, porque cae un poco de lluvia y ya tenemos derrumbes. Así no podemos seguir”.

Tránsito pesado

VN advirtió que la topografía de montaña, con fuertes pendientes y escasos radio de curvas horizontales, sobre todo en el sector de Las Lenguas, “no responde a una categoría particular de diseño”. En razón a la situación actual, “no resulta factible la readecuación del trazado a una categoría de camino de montaña apto para el tránsito pesado”. En el informe se precisó que se llevaron adelante estudios de distintas alternativas de trazas que cumplan con la condición que exige el tránsito hacia y desde Las Estancias.

Por ahora uno de los proyectos aprobados, que elude Las Lenguas y otros tramos elevados, permanece supeditado a decisiones políticas. Nadie se arriesga a hablar sobre posibilidades de construcción. “El proyecto está listo para ser licitado”, aseguró Sotillo, uno de los profesionales que participaron en los estudios de un proyecto que se extiende desde Cochuna hasta Yunka Suma (Aconquija).

De cara al verano

Mientras crece la incertidumbre de los veraneantes con casas en la villa de descanso sobre lo que va a suceder con el camino en las vacaciones, VN aseguró que va a reforzar la intervención en el sector de montaña y que adoptará otras medidas complementarias relacionadas con la circulación.

De todos modos, se admitió que la cuestión climática es la que, pese a los esfuerzos que se puedan hacer para asegurar la estabilidad del camino, determinará las posibilidades de circulación durante este verano.