Colada de fideos, entre fallidos y ausencias

Colada de fideos, entre fallidos y ausencias

La 35º Fiesta Nacional de los Pescadores es una postal decadente mientras el resto de la industria esta jaqueada por la erosión de rentabilidad y al suba de costos. El Intendente Arroyo se equivocó de fiesta. El Subsecretario de Pesca ni siquiera subió al escenario.

 

 

Debe hacer más de diez años que vengo cada verano, con la precisión de un cirujano, a la colada de fideos que deja inaugurada la Fiesta Nacional de los Pescadores. Y siempre abandono la carpa montada a pocos metros de la banquina chica del puerto local con la misma sensación.

Esa estructura fría e inhóspita, que cobija sillas y mesas de plástico junto a stand donde se venden baratijas de dudosa procedencia, es un negocio más que un tributo. Que más allá de las buenas intenciones,  no termina de representar la cultura del puerto y sus protagonistas, aunque Luis Ignoto elija palabras encendidas para rozar la realidad de una flota condenada a desaparecer.

Ahora en su doble rol de Presidente de la Sociedad de Patrones y funcionario del gobierno del intendente Carlos Arroyo, ya no menciona el proyecto de reconversión, que durante años se le reclamó al ex gobernador Scioli, única chance que los viejos pescadores puedan sobrevivir.

“Las lanchas deben ser resguardadas, con rentabilidad, con un cupo… estoy seguro que vamos a resolver estos problemas. Es responsabilidad mía dar una mano”, dijo Ignoto. Si el sonidista de la ceremonia se había propuesto aturdir al auditorio, lo estaba logrando. 

Hace un año que Cambiemos gobierna y la  cruda realidad de las lanchas se mantiene inalterable: sin radio de acción para buscar el recurso más lejos, cuando lo pueden pescar, no tienen a quien venderle. Así la cooperativa Coomarpes congela capturas de cornalito, anchoíta y magrú, a la espera de compradores.

Anoche ni siquiera hubo un minuto de silencio para las víctimas del naufragio del San Antonino, la lancha artesanal como las 29 que quedan flotando en la banquina, que naufragó a 10 millas frente a la costa marplatense en septiembre pasado.

A los familiares de los seis tripulantes fallecidos posiblemente les hubiera gustado el homenaje. El Prefecto Gustavo Campanini, que debería explicar por qué el rol de embarque no coincidía con los ocupantes de la lancha, era jurado para elegir a la Reina.

Mientras Ignoto reclamaba competitividad para la industria pesquera, el Intendente Arroyo se rascaba la oreja derecha. El sonido aturdía. Quizás ese fuera el motivo que disparó el fallido del revolucionario de las contradicciones cuando mencionó su satisfacción por participar de la “Fiesta Nacional del Mar”.

Un rato antes había aceptado la sugerencia de no romper los fideos antes de la colada, como sí los rompió en la edición anterior, haciendo añicos las tradiciones de la comunidad portuaria. Tula, el bombista del peronismo, ahora reconvertido en el Partido FE, se sacaba fotos con miembros de la Prefectura mientras el concejal Fiorini charlaba animadamente con Ricardo De Rosa como un funcionario más del gabinete.

Los empresarios se habían reunido unas horas antes con el subsecretario de Pesca, Tomás Gerpe y Francisco Di Leva, el director de Pesca de la Provincia de Buenos Aires. Pertenecer parece tener sus privilegios. La familia Di Leva es propietaria de la empresa El Marisco. Una de las firmas del grupo, la conservera Supremacía Marina, es la única que recibió este año el subsidio del Programa de Recuperación Productiva (REPRO).

Los funcionarios llegaron acompañados por sus pares de Agroindustria y directivos del Banco Provincia, quienes presentaron una línea de créditos a baja tasa para la compra de insumos y explicaron la implementación de los 200 millones de pesos destinados a financiar necesidades de las empresas.

“Se creará un comité mixto, público y privado, que fijará las prioridades. La idea es comenzar de menor a mayor; de la flota artesanal y costeros hasta la flota congeladora”, dijo Gerpe luego de los discursos oficiales, que no lo tuvo entre los oradores. Ni siquiera subió al escenario.

Los representantes de la patronal escucharon descreídos. Los hombres del BAPRO anticipaban una rebaja en la alícuota de la ART y ponían como ejemplo que quien abone el 25% de la masa salarial, con la intervención oficial bajaba al 17%.

“Los problemas que tenemos no son financieros sino económicos. No tenemos rentabilidad; me acaban de subir el combustible un 12% en las últimas dos semanas”, era la queja repetida del auditorio. La flota costera insistía con la chance de comprar combustible e insumos sin la carga impositiva actual.  

Gerpe se encogía de hombros y reconocía que hay cuestiones que exceden su campo de acción. Aceptó sentar a todos los actores a una misma mesa cuando los empresarios plantearon el caso de Vaca Muerta y al chance de flexibilizar las relaciones laborales.

“Es una iniciativa que forma parte del Programa de Reestructuración Productiva… que podría aplicarse en la industria. Son planteos que recibimos pero donde todos tienen que estar de acuerdo, ceder posiciones para que la situación avance y mejore”, reconoció el funcionario.

Chances que el PRP se aplique en la industria pesquera?.  Las mismas que las que tiene un cliente de la cantina de recibir el ticket por la compra de tres porciones de arroz con mariscos. Muy pocas.

“La reunión fue para desactivar cualquier posible protesta que empañe la Fiesta”, confió un empresario, al término de la reunión. “Son medidas positivas pero que no solucionan el fondo del problema que es obtener rentabilidad. Cada vez nos cuesta más caro producir”, aseveró.

En la Fiesta no hubo tensión alguna, más allá del sonidista sordo. Ni siquiera los obreros abandonados por Poletti en Frigorífico Bermejo. Armadores y dirigentes gremiales brillaron por su ausencia. Ni siquiera los adictos a Cambiemos como Momo Venegas o Carlos Mezzamico, del SUPA.

Al cierre de esta columna habían comenzado a desfilar las candidatas a reina. A la cuarta aspirante que confesaba su gusto por la literatura contemporánea, caminar por la costa y escuchar música con amigas, me fui. Costó agacharme para sortear una precaria cinta que Prefectura había colocado como barrera de acceso improvisada. Si fuera lo único donde improvisa la fuerza…

Me alejé de la carpa con pasos rápidos. Convencido que para las criaturas de la pesca y del puerto, para los más viejos pescadores y la sangre nueva que viene,  para la memoria y los espíritus de los tripulantes del San Antonino, esa escenografía artificial les es tan desproporcionada como ajena.

Comentá la nota