Clinton pidió que las calificadoras le suban la nota a la Argentina

Clinton pidió que las calificadoras le suban la nota a la Argentina
• Catarata de elogios al Gobierno por Irán, Haití y la economía
Se lo perdió Néstor Kirchner, quien prefirió estar en un acto partidario en otro barrio del centro porteño, porque la visita de Bill Clinton a la Casa de Gobierno fue una catarata de elogios a la gestión del Gobierno Kirchner. El visitante, que estuvo una hora ayer en el despacho de Cristina de Kirchner, pareció advertir que su percepción es extravagante y por eso le prometió que en sus intervenciones públicas iba a hacer una defensa del Gobierno. Quizás a él le crean los inversores más que a los funcionarios, fue la esperanza que transmitieron los argentinos que participaron del encuentro.

«Si se miran bien los números de la economía, la Argentina es atractiva para los inversores, pero las calificadoras de riesgo castigan a mi país por la forma como se encaró el problema de la deuda», se quejó la Presidente ante Clinton y quien fue su jefe de Gabinete, Doug Band. Estaban presentes, además, Gerardo Werthein -responsable de la visita de Clinton al país- y el embajador argentino en Washington, Héctor Timerman.

Clinton respondió a ese reclamo de la Presidente con un juicio positivo sobre la gestión de la anfitriona: «La manera como su país ha encarado la crisis financiera internacional es moral y económicamente la correcta. Pero tiene razón, Presidente, las calificadoras de riesgo deben modificar su percepción».

El visitante cumplió; minutos más tarde, en la charla que dio en el hotel Hilton ante un millar de dirigentes políticos, funcionarios, empresarios, jueces y demás curiosos, repitió el rap de la Casa Rosada: «La deuda de la Argentina es un 30% del PBI y mantiene el superávit, y eso es más saludable que lo que pasa en otros países», dijo. También cargó contra las calificadoras que, aseguró, «son injustas con la Argentina».

El amigo americano se dio en el diálogo tiempo para preguntar por Néstor («No está ahora por aquí», explicó Cristina de Kirchner) y para más elogios en dos temas delicados.

El más importante, Irán. «La posición de su país es la adecuada y por eso vengo a visitarla», dijo Clinton, quien respaldó la condena del régimen de Teherán por su desarrollo nuclear y por su negativa a extraditar a los responsables del atentado a la AMIA, reclamados por la Justicia argentina.

El segundo tema fue Haití. Clinton es delegado especial de la ONU para atender la crisis de ese país, en donde la Argentina mantiene una delegación militar y presta ayuda humanitaria. Eludió la ausencia del Gobierno en la cumbre de Punta Cana de la semana pasada, motivada en la presencia del presidente de Honduras, Porfirio Lobo, e igual agradeció la ayuda que presta el país.

Cuando terminaba el encuentro, Gerardo Werthein invitó a la Presidente a la cena de despedida que le dieron a Clinton antes de su partida del país. Cristina de Kirchner declinó la invitación y se perdió la tenida que duró hasta la medianoche en una de las parrillas más calificadas del circuito turístico porteño.

El visitante desarrolló un maratón de reuniones con políticos, empresarios y amigos de la familia Werthein que curiosamente se repitieron en casi todas las ocasiones. Hubo en la noche del domingo una picada en un salón y junto a la pileta del hotel Faena, ayer un almuerzo en el hotel Four Seasons y antes de la conferencia de ayer dos cócteles simultáneos en el Hilton. Uno para un grupo VIP en el segundo piso en el cual Clinton se sacó fotos con cada uno de los presentes. El otro cóctel fue para el resto de los invitados, cerca de mil, que escucharon durante una hora el discurso de Clinton sobre la globalidad buena y la globalidad mala y sobre el poder de la iniciativa privada. Elogió no sólo al Gobierno argentino sino también al de Lula da Silva y ponderó las bellezas de estas tierras (las naturales, no las humanas, se entiende).

El atractivo de este gran simpático que es Clinton no tuvo resistencias en ninguno de los sectores de la vida pública del país. Entre quienes se sacaron fotos con él, además de Cristina de Kirchner, Timerman y los Werthein, estuvieron sindicalistas como Armando Cavalieri, el gobernador Mario Das Neves, el ex gobernador Jorge Telerman -a quien le sigue creciendo la barba-, los macristas Diego Guelar y Esteban Bullrich (ya sin barba), los diputados María Laura Leguizamón, Federico Pinedo y Jorge Landau (privilegiados en la VIP del segundo piso), la ex secretaria de Justicia Marcela Losardo, los senadores Nito Artaza y Daniel Filmus, el ex ministro Jorge Domínguez, el ex secretario presidencial (era De la Rúa) Héctor Rodríguez, el ex juez Jorge Urso, el ex embajador Jorge Herrera Vega, el ex secretario cultural Torcuato Di Tella, el ex ombudsman Eduardo Mondino, los empresarios Gustavo Cinosi, Ercilia Nófal, Ernesto Gutiérrez y Marcelo Figueiras, el ex diputado Osvaldo Mércuri, el amigo personal de Clinton Rolando González Burstein, el ministro sciolista Mario Oporto. En la noche del Faena hubo estrellas del Senado, como Ernesto Sanz, Miguel Pichetto y José Pampuro, acompañados por Daniel Scioli, Patricia Bullrich, Francisco de Narváez y, como se dijo, muchos de quienes estuvieron ayer con el visitante en el Hilton.

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