El Clavillo tiene dos caras: es el barrio más lujoso y el más descuidado

El Clavillo tiene dos caras: es el barrio más lujoso y el más descuidado

Al suroeste de la Perla del Sur están las casas más importantes de la ciudad. Puertas afuera, las calles están destruidas, hay malezas, falta iluminación y los vecinos sufren por la inseguridad. El principal espacio verde está totalmente abandonado. Las autoridades prometen llevar soluciones a los vecinos

El sonido del tráfico se apaga, de repente, al ingresar a las calles del barrio El Clavillo, en el suroeste de Concepción. Los árboles mitigan el intenso calor del verano. La vista desde cualquier casa es privilegiada: hay mucho verde, montañas y el cielo, sin edificios que se interpongan. Muchas residencias se alzan con aire majestuoso, con paredones altos que dan la vuelta a un poco más de un cuarto de manzana. Tienen piscinas, grandes jardines y quinchos de todo tipo y diseño.

El Clavillo es uno de los barrios más nuevos de Concepción y, sin dudas, el más cotizado según las inmobiliarias. Sin embargo, este vecindario -conocido como el “Beverly Hills” de la Perla del Sur- tiene dos caras: es lujoso y exclusivo, pero también es uno de los más olvidados de la ciudad. 

Los vecinos hablan de un esfuerzo “unilateral”. Dicen que ellos embellecen sus viviendas y se tienen que encargar del desmalezamiento y mantenimiento de las calles. Y también de la seguridad: cercos electrificados, cámaras y alarmas marcan que los robos y asaltos son una gran preocupación para los residentes. 

En detalle

Las calles de El Clavillo, destruidas y llenas de malezas, se convierten en lagunas cuando llueve. No tienen pavimento ni cordón cuneta. La mayoría de las arterias, además, cuentan con muy poco alumbrado público. Esos fueron algunos de los puntos que los vecinos del barrio expusieron a las autoridades de la Municipalidad de Concepción. También les manifestaron que el agua sale sucia de los grifos y que, a metros de sus casas, tienen la plaza más descuidada de todo el municipio.

Las quejas las escribieron en una carta, en agosto del año pasado. Pero desde hace más de una década que soportan estos problemas, según comentan. Dijeron basta después de un hecho que conmovió a todo el vecindario. Ocurrió el 22 de julio y tiene como protagonista a una de las vecinas: Adriana Bueno. Ella fue asaltada en la puerta de su vivienda. Cuando estaba por entrar el auto, dos delincuentes que se movilizaban en una moto la amenazaron de muerte, hicieron disparos al aire y le arrebataron la cartera. 

Adriana es una médica reconocida de Concepción. Desde 2001 tiene su casa en El Clavillo. “Vivimos atemorizados, sabiendo que en cualquier momento te puede pasar algo. Los ingresos al barrio son verdaderas bocas de lobo. La iluminación en las calles es muy escasa. Y estamos a metros de la plaza La Tradición, un espacio que está abandonado y que se ha convertido en la guarida de los asaltantes”, resalta.

“Nos sentimos discriminados por este municipio. Pagamos agua, pero tenemos un servicio deficiente. Pagamos iluminación y vivimos a oscuras. Pagamos seguridad, pero tenemos que hacernos cargo nosotros”, dice la médica. “Después del robo que sufrí, los vecinos nos organizamos, pusimos botones antipánico y 10 alarmas. Ya se han activado varias veces cuando hay movimientos extraños y salimos nosotros a ayudarnos”, cuenta.

Miguel Antonio Vega, abogado y residente de El Clavillo, cuenta que otra decisión de los vecinos fue pedir una audiencia con el intendente, Osvaldo Morelli. “La verdad es que nos sentimos escuchados. De todas las cosas que planteamos, hasta ahora nos han dado respuestas con el tema de la recolección de basura, que antes era muy irregular. Sin embargo, el pedido más importante aún no se concretó. Necesitamos tener una buena iluminación. Los hechos de inseguridad y el vandalismo continúan”, resalta el joven profesional, que vive desde hace un año en la zona. 

Era un descampado

El arquitecto Miguel Abboud fue uno de los primeros en invertir en este barrio. Era un descampado que pertenecía a una compañía azucarera. En 1996 decidieron lotear y vender las parcelas. “En esos años que Concepción estaba creciendo a pasos agigantados, el lugar era ideal para estar cerca de la naturaleza y lejos del ruido de la ciudad. Al principio, se hicieron casas medianas. Recuerdo que los lotes salían U$S 6.000. Después, otros vecinos empezaron a construir verdaderas mansiones”, recuerda el profesional, que también hizo su casa allí.

Alejandra Bordón fue una de las tantas vecinas que, cuando se mudó, pensó que el barrio El Clavillo era el paraíso. “Hace 10 años que vivimos acá. Yo vivía en el barrio Municipal (pegado a la ruta 38) y mi marido me dijo: te traigo aquí para estar mejor. La verdad es que no veo demasiados beneficios”, confiesa. Es docente, tiene 43 años y es madre de tres hijos. Habla detrás de una reja de gran porte. “Mi hijo de 20 años no puede ni salir a la puerta. A mi hija de 14 ya la asaltaron cuando iba a un quiosco. A nosotros nos entraron a robar a la casa. Me siento desprotegida, abandonada. Es como que no pertenecemos al municipio”, relata la mujer. A ella le aqueja la falta de iluminación y el mal estado de las calles.

“Los terrenos se pagan muchísimo dinero. Los impuestos son altos. Y, la verdad, aún no se por qué es tan exclusivo este barrio. Tal vez lo es, pero puertas adentro”, evalúa la profesional.

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