El clásico, un partido tan arraigado en la cultura de Rosario que hoy paraliza a toda una ciudad

El clásico, un partido tan arraigado en la cultura de Rosario que hoy paraliza a toda una ciudad
El partido de la ciudad se reedita a las 15, en el Coloso Marcelo Bielsa, en el Parque Independencia. Más allá del resultado, lo que cuenta es que sea una fiesta.
Llegó la hora. La de un nuevo clásico. La del primero en cancha de Newell's sin público de Central. La de un partido tan arraigado en la cultura ciudadana que es imposible que haya algo más importante para el rosarino, que esa pelota que a las 15 empezará a rodar en el Coloso. Por eso mismo, nada debe ser más trascendente que lo ocurra en el campo de juego entre leprosos y canallas. Nadie debe asumir más protagonismo que el que le corresponde, por el bien de la mayoría que quiere que sea una fiesta donde la victoria más preciada es que se dispute con pasión, cerebro y, sobre todo, en paz. Primero, lo primero.

En esta época donde en el país se habla de Rosario como la urbe de la inseguridad, la violencia y otras yerbas, este pueblo futbolero de ley debe hacerse cargo de que el partido que más lo identifica, aún cuando los divida en la pasión, sea una fiesta, como dieron el ejemplo ayer en Tiro Suizo, y en Chacabuco y Uriburu (ver página 8). Fue mayor la responsabilidad de Central por ser el anfitrión en el Inicial, ahora es la de Newell's. Aquella vez, más allá del resultado, se terminó sólo hablando de la pelotita. Ahora debe ser igual.

Se precisa tolerancia, respeto y conciencia de proteger este bien común de la ciudad como es el clásico. Nada de enemigos: adversarios circunstanciales. Leprosos y canallas está bien, ningún otro epíteto que hiera al otro. Hay que recuperar aquello de sentirse primos, como antaño. Ni "vida o muerte". Ni "cueste lo que cueste". Mejores o peores. Hasta en los cánticos habría que revisar cuánto de lenguaje violento haya que desterrar, porque son entonados hasta por los más versados. El aguante bien entendido de las hinchadas no pasa por ser más guapos, ni más numerosos, sino por aceptar la derrota como una de las tres posibilidades de este juego y ser humilde siempre en la victoria.

Tal vez racionalizar tanto, a horas de un partido de fútbol así, parezca incongruente o utópico. Pero en estos tiempos donde se precisan ejemplos, bien vale la pena remarcar qué cosas hacer para producirlos. Como lo hicieron varios protagonistas con buen tino en esta corta semana, o los hinchas de la foto. Esa conciencia es la necesaria para que sólo el fútbol sea el protagonista. Y aunque recién se apunte aquí en este cuarto párrafo, es con el deseo de que en los próximos esté siempre adelante.

Y en este "así es la cosa", el clásico parece encontrar a ambos sin urgencias desmedidas y, en este torneo Final, sin grandes perspectivas reales de ir a pelear el campeonato. Una victoria puede potenciarlos, pero dependen mucho de la debacle de otros. Para situar el derby en un contexto más real que ideal, quizás el que tenga mayor carga sea el técnico leproso Alfredo Berti, porque perdió en Arroyito. Pero sea cual sea el resultado, a la vuelta de la esquina estará esperando a Newell's la Copa y ese sueño vale por sí sólo independientemente de ganarle o no a Central. Y respecto al equipo de Russo, precisa los puntos para ir asegurando su meta primaria de la permanencia, pero tampoco hoy son estrictamente indispensables: le quedarán otros 21 puntos para lograr los 7 que le hacen falta.

La debacle física de uno ya hecho, con bajas importantes, contra el alza relativa del otro, que siempre parece jugar igual, con disímil resultado. Un Newell's que conserva su aura pero que llega ajetreado. Un Central que ganó en la ida de punto, pero que le falta para ser realmente banca. La fiesta de la ciudad. ¡Vamos el clásico!

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