En los primeros días del mes, millones de usuarios porteños comenzaron a recibir las boletas bimestrales de agua con aumentos que triplican o cuadruplican el valor habitual, a raíz de la suba que entró en vigencia el 1° de abril pasado.

 

La mayoría de los hogares ya no tendrá manera de reducir ese gasto. En efecto, la empresa Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA) presta servicio a 2.809.625 hogares del área metropolitana y sólo 273.000 tienen medidor. En nueve de cada diez casos, la parte de la factura que debería variar según el consumo se estima con una fórmula fija que considera la zona, el tipo de vivienda, su calidad y su superficie, entre otros factores.

 

El problema es que el usuario, gaste 20 gotas o 20.000 litros, pagará siempre lo mismo: no se puede ahorrar bajando el consumo, como con la luz y el gas. La única forma de tener descuento es pidiendo la Tarifa Social, pero los requisitos son estrictos y sólo la consiguió menos del 3% de los usuarios.

Además, en muchos casos la boleta no llega a nombre del dueño de la vivienda sino del consorcio, por lo que se divide e impacta en las expensas. Fuentes de AySA indicaron a Clarín que la suba fue del 297% en promedio, con distintos escenarios.

 

Los que ya habían perdido todos los subsidios pagarán 217% más; para los que tenían un subsidio del 5%, el incremento fue del 233%; los que tenían 25% de la factura subsidiada pasaron a pagar 325% más; y los que venían con la mitad de la boleta subsidiada ahora pagan 375% más. Por ahora, el principal beneficiado del ajuste fue el Estado. En Capital, el 44% del monto de la factura corresponde a impuestos.