En la cinchada con Randazzo, La Cámpora busca aliados que había maltratado

En la cinchada con Randazzo, La Cámpora busca aliados que había maltratado

Se apoya en Espinoza por el tesoro electoral de La Matanza y le tironea el saco de Insaurralde, dueño del botín de Lomas. Se jacta del apoyo de “gente con votos” en el conurbano.

La foto que hizo circular Florencio Randazzo este martes de su encuentro con un grupo de senadores nacionales del peronismo encabezado por el jefe del bloque, Miguel Pichetto, disparó una chicana K. “Nosotros nos juntamos con gente que tiene votos”, le dijo a Letra P una fuente que se mueve dentro del círculo de confianza de Cristina Fernández. “Venimos muy bien con La Matanza, Lomas de Zamora y (DanielScioli”, chapeó y expuso una realidad incómoda: en su pulseada con el ex ministro del Interior por la construcción de la tropa dispuesta a bancar una eventual candidatura a senadora nacional de CFK, el kirchnerismo duro va en busca de sectores del peronismo que, apenas dos años atrás, despreció o, en el mejor de los casos, como en el del ex gobernador, arropó bajo protesta.

La Matanza es Verónica Magario, la intendenta que se menciona como plan B de Cristina si la ex mandataria decidiese no presentarse en este turno electoral. Con sus 1.040.000 electores –fueron esos los matanceros habilitados para votar en 2015-, el distrito de la Tercera sección es la madre de todas las batallas de la madre de todas las batallas.

Pero el dato político es que Magario es Espinoza. Historia reciente: Fernando, el presidente del PJ bonaerense, fue el compañero de fórmula de Julián Domínguez en la interna del Frente para la Victoria. No fue el binomio que apoyó entonces la quinta de Olivos, que alentó y se jugó por la dupla integrada por Aníbal Fernández y el “progresista” Martin Sabbatella. El entonces jefe de Gabinete se quedó con la franquicia FpV, pero perdió en las generales con María Eugenia “Heidi” Vidal. Resultado: el peronsimo fue desalojado del palacio platense de la Gobernación después de 28 años de ocupación ininterrumpida.

Lomas es Martín Insaurralde. Primero, esta ficha no puede ser presentada por La Cámpora como una realidad. Como informó este lunes Letra P, el alcalde está molesto con Randazzo por la demora en romper el silencio de clausura que mantiene desde hace más de un año y por su falta de convocatoria y definiciones claras hacia los intendentes que lograron sobrevivir al fracaso de Scioli y Aníbal. Lo quiere lanzado definitivamente. Sin embargo, sus compañeros del Grupo Esmeralda (principal espónsor de la postulación del ex ministro del Interior) no lo dan por perdido. Aceptan las dificultades, pero lo siguen contando adentro. “Martín sigue diciendo que el Flaco es el mejor candidato”, confió a este portal uno de ellos.

Segundo, la misma historia reciente de Espinoza: después de la bendición cristinista de 2013, cuando lo aupó hasta el tope de la lista de candidatos a diputados nacionales, en 2015 lo sepultó con la indiferencia y con frases hostiles salidas de la boca de operadores camporistas como Santiago Carreras, quien decía: “Si depende de nosotros, este pibe no será nunca nada más”.

Para muestra, otro botón: en abril de ese año, el portal ultra K El Destape, del periodista ultra K Roberto Navarro, operaba fuerte en contra del lomense. Decía: “Tras la asombrosa excursión al maravilloso mundo de Massa, el devaluado Martín Insaurralde manifestó públicamente su voluntad de competir como precandidato a Gobernador por el ‘sciolismo’, según sus propias palabras. Si bien las posibilidades de Daniel Osvaldo Scioli de erigirse como la alternativa posible del kirchnerismo en las PASO son insoslayables, el ‘sciolismo’ -mal que le pese al jefe comunal de Lomas de Zamora- es una parte del Frente Para la Victoria y eso constituye un problema para el esposo de Jesica Cirio. ‘Si se postula para Lomas hasta puedo tener un gesto, pero no quiero que compita para la Gobernación’, le dijo Cristina Kirchner a un intendente de la tercera sección”.

Scioli es Scioli. Las explicaciones, en este caso, configuran una obviedad. El ex gobernador sufrió como un condenado la relación con Cristina en los ochos años durante los cuales convivieron en el poder. La entonces jefa de la Casa Rosada utilizó la asfixia financiera como instrumento de castigo cada vez que exigió –y no consiguió- pruebas de amor incondicional del mandatario bonaerense en las batallas más cruentas que libró el kirchnerismo. En 2015, sobre el filo del cierre de listas para las PASO, CFK bajó a Randazzo de la carrera por su sucesión y bendijo a Scioli, pero –todavía bufa el sciolismo- nunca se la jugó por su candidatura. Los sciolistas más duros la acusan de jugarle directamente en contra y todavía destilan veneno por el eslogan con el que La Cámpora escondió al gobernador en la campaña: “El candidato es el proyecto”.

Cierto: solamente La Matanza y Lomas de Zamora reúnen un botín electoral de oro. Primero y cuarto distritos bonaerenses por el peso de sus padrones, en 2015 sumaron 1.553.187 personas habilitadas para pasar por las urnas. Y no son, por supuesto, los únicos distritos gobernados por el cristinismo, aunque llama la atención el desprecio que le aplica la agrupación de Máximo Kirchner a intendentes que sí se la juegan por CFK y que parecieran no existir al momento de mostrar a los propios, como los casos de Patricio Mussi (Berazategui), Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada), que morirían por encabezar una listra ultra k.

Pero no menos cierto es que el Grupo Esmeralda gobierna territorios que, en combo, concentran un suculento potencial. Sumados, los municipios comandados por Gabriel Katopodis (San Martín), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Fernando Grey (Esteban Echeverría), Bali Bucca (Bolívar), Juan Pablo de Jesús (La Costa) y Juan Zabaleta (Hurlingham) reúnen, con Lomas adentro, un universo de 1.764.686 electores.

A esta altura, sin embargo, todo esto es pura timba. Lo que sí es insoslayable es que el nuevo turno electoral confirma que la política –lo confirma La Cámpora- no es un camino de un solo sentido. Ni siquiera, uno recto de doble sentido. Es, más bien, un carrusel en el que todos, en algún momento, vuelven a encontrarse cuando la necesidad tiene mucha cara de hereje.

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