El 77 por ciento de los motociclistas de Pergamino circula en infracción

El 77 por ciento de los motociclistas de Pergamino circula en infracción

El dato surge de un relevamiento realizado por LA OPINION sobre un muestreo de 100 casos. La falta que más se repite es la no utilización del casco, que se dio en 70 conductores y/o acompañantes. También es bastante frecuente la falta de chapa patente y la presencia de más de dos ocupantes por rodado. Se advierte una escasez de controles y la cada vez mayor existencia de rodados de baja cilindrada.

El ejercicio es tan fácil como sencillo: consiste en pararse durante no más de 10 minutos en un horario pico en un lugar de la ciudad que tenga tránsito fluido y, con papel y birome, anotar cuántas motos pasan en infracción. El resultado va a ser sorprendente, porque de cada 10, sólo dos o como máximo tres, cumplirán a simple vista con todos los requisitos que se exigen para poder transitar. Es decir que prácticamente tres cuartos de los usuarios de motos o ciclomotores están en infracción a la luz de todos los ojos que lo quieran ver.

LA OPINION hizo ese muestreo; sobre 100 casos tomados de a 20 en cinco puntos de la ciudad. La conclusión general fue que el 75 por ciento de los motociclistas fue considerado en infracción por no cumplir con al menos una de las exigencias, siendo la falta de casco la más frecuente. También se advirtieron falta de patente, más de dos ocupantes por rodado, acompañante sin casco, y falta de chaleco refractario. Es dable señalar que es mínimo el porcentaje de acompañantes que lleva el chaleco –que es lo que indica la ley- y que, como contrapartida, la mayoría de los conductores que se ajustan a la reglamentación, llevan impreso el número de patente en el casco.

En este sondeo no se tomó otro tipo de infracciones, como los escapes libre, excesos de velocidad, conducción peligrosa o el cruce de semáforos en rojo, que de todos modos se vieron durante la realización del trabajo. Tampoco se pudo establecer si alguno no contaba con carnet de conducir o seguro obligatorio, que son requisitos indispensables para la circulación.

Generalmente se percibe que los que no cumplen las normas, se sienten liberados como para transgredir reglamentaciones que ponen en riesgo la integridad física de propios y de terceros. 

Otro dato que surgió en el trabajo de campo fue que a mayor cilindrada de las motos hay mejor cumplimiento de las normas. Se puede concluir en que los que conducen motos de porte son más conscientes de los riesgos que significa transitar sobre dos ruedas, y también que un secuestro del rodado significaría la obligación de abonar una multa para recuperarla, cosa que muchas veces no sucede cuando lo que se incauta es un ciclomotor, porque su titular opta por no retirarlo porque la multa tiene un valor más alto que el del motovehículo. Por eso están llenos los galpones de la Dirección de Tránsito y cada tanto se compactan cientos de motos.

Sin controles

También se advierte una escasez de controles. Parece existir una decisión de no infraccionar a quienes no cumplen con las normas que tanto se pregonan, o al menos la sensación es que los inspectores están desbordados ante tantas motos que circulan en la ciudad. Lo cierto es que el agente sólo puede estar apostado e instar a que el motociclista se detenga para una inspección, pero si éste en cambio acelera y lo elude, nada puede hacer el empleado municipal, ni perseguirlo ni apresarlo. 

Durante varios días LA OPINION no pudo observar ningún operativo para controlar el tránsito de motos, ni mucho menos que se multara a alguien por falta de casco, por ejemplo. Recién el viernes por la noche se vio una importante dotación de inspectores en la zona de Avenida de Mayo y Monteagudo.

En la comunidad hay una pregunta para la que parece no haber respuesta: si todos lo vemos, ¿por qué quienes lo tienen que ver no lo ven? Y si lo ven ¿por qué no actúan en consecuencia?

No se puede negar que móviles de Tránsito y de la Patrulla Urbana hay a diestra y siniestra, pero es enorme la impotencia cuando un infractor se pavonea delante de la autoridad, sin que tenga la reprimenda correspondiente. Hoy existen también cámaras de seguridad que podrían ser utilizadas para controlar las cuestiones del tránsito en general y de las motos en particular. Porque es una excelente idea haberlas colocado, el asunto es qué provecho se saca de ellas. 

 

La falta de casco

La no utilización de caso es la infracción más común y a la vez evidente.

La falta de conciencia sobre la importancia de su uso por parte de la población tiene como resultado una enorme cantidad de motocicletas retenidas en los galpones municipales, por no ajustarse a una legislación cuyo fin primordial es prevenir muertes por accidentes fatales o lesiones de consideración. 

La realidad preocupa, la sensación es que los conductores prefieren pagar multas por falta de casco, más el gasto de traslado del vehículo a los galpones (eso descontando que posean seguro al día, carnet y tarjeta verde, cuya ausencia implica que la multa acreciente su valor), que comprar y usar un casco protector, a un precio menor del que pagarán para poder retirar el rodado, y proteger su propia vida ante un eventual accidente. También están quienes directamente deciden perder el rodado en vez de abonar la multa, en especial porque pueden comprar una nueva en cómodas cuotas, pero eso forma parte de otro análisis, aunque mínimamente vale reseñar que las concesionarias de motos tienen la obligación de entregar cada moto con su correspondiente casco. Pero después si el usuario lo usa o no, ya es una decisión personal. También se dispuso que las estaciones de servicio no expendan nafta a conductores de motos que no lleven casco. Pero la normativa con el tiempo se fue diluyendo al punto de que prácticamente no se cumple. 

Como en muchas otras localidades, el crecimiento del parque de motocicletas sumado a la falta de concientización, sobre todo por parte de los más chicos, obliga a las autoridades a tomar medidas preventivas para no lamentar luego accidentes con resultados nefastos para la vida humana.

Las campañas invaden cada tanto la ciudad y aun así parece ser que los conductores (y sobre todo los jóvenes) miran para el costado, pensando que la desgracia le tocará a otro.

 

 

La prevención y la imprudencia en dos testimonios 

 

LA OPINION logró el testimonio de un joven que asegura que nunca recibió una multa y que se pregunta a diario qué les cuesta a sus pares ponerse el casco o respetar las normas. “Hay mucha imprudencia, no creo que sea desinformación, porque todos los que obtienen un carnet para conducir saben que el uso del casco es obligación porque te puede salvar la vida”, aseguró. La contracara fue otro chico que reconoció que ya le han labrado más de un acta de infracción por no usar casco. “Lo tengo en mi casa (al casco) y si me apurás no sé por qué no me lo pongo, pero la verdad es que no me gusta, me molesta, no tiene onda”, se excusó el joven. 

Estas dos muestras sirven para graficar la situación que a diario se advierte en las calles de Pergamino. Lo preocupante es que abundan los del segundo ejemplo, porque al menos siete de cada 10 pergaminenses no llevan colocado el casco, según el relevamiento realizado por el Diario.

 

 

Situaciones comunes que se ven a diario en las calles 

 

A la hora de analizar el relevamiento realizado hay que tener en cuenta una serie de variantes que no fueron contempladas, pero que vale la pena remarcar. Por ejemplo, del total de motos relevadas, el 35 por ciento iba con un segundo ocupante, y de ese total, un porcentaje mínimo de acompañantes llevaba el casco colocado. Es decir que en la inmensa mayoría de los casos, los ocupantes no llevan casco, y el dato se potencia al extremo del 100 por ciento cuando en la moto van más de dos personas, donde al menos una de ellas no lleva el elemento protector.

En este universo de casos se vieron ejemplos de mayores que conducen sin casco pero el menor que llevan atrás tiene la protección adecuada. Allí se aplica la teoría del mal menor o el cuidado instintivo para el caso de un accidente, pero lo cierto es que se está cometiendo una infracción.

Y también se observaron muchos ejemplos de conductores que llevan el casco en el brazo o sujetado en el chasis de la moto, como si ello fuese un atenuante en el caso de ser parado en algún control. 

“Los que llevan el casco en el brazo prefieren protegerse el codo y no la cabeza”, suelen decir en la calle para demostrar lo inútil e incoherente que es tener un casco y no utilizarlo como resguardo de la propia vida. 

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