El chavismo responde con represión la apuesta opositora por ganar la calle

El chavismo responde con represión la apuesta opositora por ganar la calle

Bajo el estado de excepción, el mandatario bolivariano blindó las principales ciudades para impedir las protestas en favor del referéndum revocatorio

Por Daniel Lozano

CARACAS.- El gobierno bolivariano militarizó ayer el centro de Caracas y fortificó las sedes del Consejo Nacional Electoral (CNE) por todo el país, decidido a resistir al referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro que reclama la mayoría. Y lo hizo por primera vez en medio del estado de excepción, que otorga superpoderes al "hijo de Chávez" como nunca antes tuvo su padre político.

La demostración de fuerza y la represión que la acompaña (gases lacrimógenos, gas pimienta y perdigones) se han convertido en una liturgia revolucionaria ante una oposición decidida a no abandonar la calle. Pero en esta ocasión no pudo impedir ni la entrega de un petitorio a uno de los rectores del CNE ni tampoco las durísimas críticas de sus detractores.

En el documento se exige que se inicie el proceso de validación de las firmas (menos de dos millones cuando sólo hacen faltan 195.000 para seguir el proceso), que se cumplan los lapsos de la normativa electoral y que, una vez se haga la validación en cinco días, se continúe inmediatamente con la recolección de las firmas de 20% de los inscriptos (3,9 millones) en el Registro Electoral. En definitiva, la hoja de ruta opositora contra la "operación morrocoy" (tortuga) impuesta por la revolución.

"Lo que más le duele a Maduro es que lo tenemos aturdido con la Constitución", subrayó el gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles , que se ha puesto al frente de la cruzada opositora.

En el otro lado, los dirigentes oficialistas repiten como un mantra que el revocatorio no se hará este año, incluso el presidente suele destacar que el referéndum es una opción, no una obligación. "Todos ellos están al servicio de Estados Unidos, que quiere venir a esclavizar la patria venezolana", clamó Maduro horas después.

No piensa lo mismo, para sorpresa de todo el país, el mayor general retirado Clíver Alcalá Cordones, uno de los militares de la vieja guardia chavista, que llegó a ser comandante de la Guyana y uno de los más poderosos en el seno de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB).

El militar enfatizó ayer la necesidad del referéndum para evitar enfrentamientos en el pueblo, rompiendo la uniformidad del chavismo. Y fue más allá al exigir al CNE que deje de poner trabas a una salida democrática colocando ya los puntos de validación "para que las personas pongan su huella".

"La gran conspiración que hay es el hambre que tiene el pueblo", añadió Alcalá, quien se declaró "chavista convencido, pero descontento" y que dejó bien claro que votaría contra Maduro. "No podemos estar secuestrados por esa Sala Constitucional que impide la dinámica y la vida del venezolano", remató.

Dardos dialécticos que también llegaron desde el Imperio, que según la prosa revolucionaria pretende invadir Venezuela. "Es hora de que los líderes de Venezuela escuchen la voz de su pueblo", señaló John Kirby, vocero del Departamento de Estado, quien se mostró "profundamente preocupado" ante la violencia desplegada en la marcha opositora.

Una preocupación compartida internacionalmente, pero que no amedrenta a los opositores, que marcharon de nuevo al centro de Caracas, convertido en coto privado para el chavismo.

No consiguieron el objetivo, plantarse frente a la sede central del CNE, pero al menos sus líderes entregaron un documento al rector Luis Emilio Rendón, el único de los cinco que no milita en la causa revolucionaria. Rendón se desplazó en moto hasta la "frontera" creada por los militares, una de esas imágenes made in Revolución Bolivariana.

El gobierno ordenó cerrar 19 estaciones del metro para que nadie pudiera llegar a la zona. Más tarde lanzó una bomba lacrimógena tras otra para desanimar a los caminantes, mientras un río de gente atravesaba la capital a pie para acudir a sus trabajos o en busca de los alimentos que tanto escasean.

Parecidos tiras y aflojes se repitieron en todo el país. En Barquisimeto y Valencia las fuerzas del orden reprimieron con perdigones y también con "gas del bueno", como calificó en su día el "comandante eterno" a los gases lacrimógenos que sus fuerzas disparaban contra los estudiantes. En Barinas y Nueva Esparta sumaron 25 detenidos, algunos de ellos heridos, y en Mérida una brigada de choque atacó a estudiantes que protestaban en la Universidad de Medicina.

En Caracas también se contaron varios heridos y siete detenidos ya finalizada la marcha. Un pequeño grupo de jóvenes, con caras tapadas y banderas de Venezuela, arremetieron contra tres policías, golpeándoles con violencia. Capriles denunció previamente, antes de conocer las imágenes, que se trataba de infiltrados del gobierno para manchar la protesta pacífica. Una polémica que seguro llenará muchas horas en las televisiones del chavismo.

Caracas cierra un acuerdo de deuda con Pekín

En un intento de cumplir sus compromisos de deuda, Venezuela acordó mejores condiciones para pagar y contraer nuevos financiamientos con China.

En la última década China prestó unos 50.000 millones de dólares a Venezuela a través de créditos que renueva anualmente a cambio de envíos de petróleo, un intercambio que se ha hecho cada vez más pesado para Caracas ante la caída del precio del crudo.

"Hoy la relación comercial con China y la alianza estratégica y política están adaptadas a nuestras condiciones, lo que al país le va a dar un oxígeno muy importante para avanzar", explicó el ministro de Industria y Comercio, Miguel Pérez Abad, en una entrevista con la agencia Reuters.

"Tenemos (...) mejores condiciones de plazo, y de montos de inversión", agregó, sin precisar cómo funcionará el nuevo esquema de financiamiento, o los volúmenes de despachos hacia China.

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